La Luz del Mundo
Es el pan del espíritu el poema
que en un ramo de sílabas florece,
nunca deja de ser, nunca envejece,
rayo de sol cuando la noche trema.
Cada son, cristalino, como gema,
como gota de vida, resplandece
y es espiga dorada que se ofrece
cual alimento, con bondad suprema.
No abandone sus armas el poeta,
no deje su clamor de ser profundo
y así su predicar será fecundo.
No se pierda el fulgor de su silueta,
pues cual negro presagio del profeta,
si se pierde esa luz, se apaga el mundo.