Muñeca azul

Ya no quiero el desconcierto de este tango
que lastima con tu voz de siete incendios.
Ya no quiero tus reproches de antemano,
ni tus lágrimas rodando por el suelo.

Lo que quiero es que me embrujes la mirada,
que escapemos de este oscuro laberinto,
de este infierno de domingo con ventanas
que al cerrarlas siempre dejan gusto a frío.

Dónde estás muñeca azul
en qué rincón del sur
sentí que te perdía.
Dónde estás llamándome
abriéndome un dolor
de vidrio por la herida.
Dónde estoy yo
No ves que al fin
en el confín de mi canción
se me ha perdido
el incendiar del corazón.

Yo quería ser tu santo y tu demonio,
amarrarme a los cimientos de tu cuerpo
desatando en lo más hondo de tus ojos
una selva de caricias y deseos.

En la orilla de tu amor con precipicio
te dejé mi corazón de enamorado
para ver si en los umbrales de tu boca
amanece el brillo tenue de un milagro.