Seis estrofas para Troilo

Poema lunfardo

Un día el bandoneón te llamó “hermano”
y un corazón voló sobre los techos.
Entonces Buenos Aires se abrió el pecho
y puso su raíz entre tus manos.

Un transcurrido, fiel y cotidiano
cielo de amigos te siguió en el rito
de ir saboreando en el licor del mito
los berretines nuestros más humanos.

Y tu música fue entrega de tanguero
que despilfarra amor por las esquinas...
“Sur” no sería “Sur” sin esa fina
señal de tu talento sensiblero.

Algo de infancia yace en tus sonidos,
de esa edad que anticipa lo profundo,
algo de eso que un pibe trae al mundo
y hace que el mundo tenga algún sentido.

Hoy estarás brindando el espectáculo
de hacerle oír tu fuelle al Arquetipo,
flanqueado, entre celestes prototipos,
por dos Homeros, además de un Cátulo...

Ya lejos de terrenas emociones
¡qué fuerzas no saldrán de tu alma buena!
Seguro, hacés brillar la luna llena
y andar al Infinito con tus sones...


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