Por
Jorge Miguel Couselo

El tango en el cine mudo

ntrar en este tema es considerar que el tango es apenas, una incitación temática para los pioneros que filmaban y, a veces, la posibilidad de visualización de lo que en vivo interpretaban cantores y músicos, guitarristas y pianistas.

Le sigue un período transicional y tentativo de la sincronización con discos —la etapa Vitaphone— y prosigue, hasta el momento que el sonido va grabado en la misma película —la etapa Movietone—, inaugurado en 1931, con los cortometrajes en los que canta Carlos Gardel.

La Casa Lepage, con dirección de Eugenio Py, filma, entre 1900 y 1906, la primera incursión del tango en el cine, Tango Argentino. Allí aparece, en unas breves escenas, el semi anónimo Negro Agapito, bailarín que hace una demostración de figuras; cortes y quebradas. En 1907, la empresa nombrada es adquirida por quien fuera su gerente, Max Glücksmann, también pionero de la industria discográfica y, hasta el año 1911, realiza una serie de cortos intentando la sonorización con discos, un rudimentario playback. Metrajes breves que alcanzaban para una canción con o sin canto, o una pieza bailable. Como set de filmación se utilizó el antiguo teatro San Martín o bien la terraza de la Casa Lepage, ubicada en la calle Bolívar 375.

Según catálogos de la época habrían sido 32 films, con deficiencias insalvables en cuanto al sonido. En ellos estuvieron relacionados Los Gobbi, Ángel Villoldo, Rosa Bozán, madre de Olinda, actriz que en ocasiones llegó al disco acompañada de Francisco Canaro. Aquí aparece un tango, “No me vengan con paradas” de García Lalanne, en la obra Gabino el mayoral.

El primero de los largometrajes se considera a Nobleza gaucha, dirigida por Ernesto Gunche y Eduardo Martínez de la Pera. Fue un gran éxito, mucho tuvo que ver que se filmaran escenas ciudadanas y el interior del Armenonville con parejas bailando un tango, en la única copia conservada en la Cinemateca Argentina, estas escenas no existen. Como homenaje al suceso, Canaro compuso un tango con el mismo título del film y que, en la primera edición, está dedicado al señor Humberto Cairo uno de los autores del argumento.

En 1916, otro film para nombrar es Resaca, de Alberto Weisbach, un sainete de gran éxito a partir de 1911. Se mantuvo 34 días en cartel, una proeza para la época y aquí el tango está representado por la presencia de varias parejas de bailarines donde por primera vez gran parte del público conoce a El Cachafaz, que en total apareció hasta su muerte en 14 películas.

En 1917, destacamos Federación o muerte, de Gustavo Caraballo. Si bien el tema se desarrolla en la época de Juan Manuel de Rosas, se debe rescatar la aparición como actor de Ignacio Corsini y, del payador y compositor Arturo De Nava.

Flor de Durazno, dirigida por Deffilippis Novoa, en la que se destaca la presencia de Gardel como actor, vestido con ropas campesinas primero y como marinerito después, resulto un oprobio por su gordura y la ridiculez de sus escenas. En una carta enviada al entonces gran actor Roberto Casaux le comenta: «Acabamos de filmar aquí en Córdoba, es una cinta a la que le agregan dos canciones mías. No quiero volver a ser actor en mi vida. Soy muy mal actor. Si no es con la viola no hay caso, no soy artista». Carta fechada el 4 de marzo de 1919. Con respecto a las dos canciones citadas nunca se supo de ellas.

Violeta (o La reina del tango), dirigida por Juan Glize y Vicente Marracino. No tuvo éxito. Fue la primera aproximación a la visión fatalista de la vida, a través de una mujer de vida ligera que asciende a cancionista de tango.

Buenos Aires tenebroso, de los mismos directores que la anterior, su tema central es el hampa y distintas formas de vicio en la ciudad e incluye ambientes proclives al tango. Pudo haber inspirado un tango creado poco después del mismo título.

El tango de la muerte, dirigida por el Negro José Ferreyra. Totalmente inspirada en el ambiente del tango con sus prototipos iniciales. La buena muchacha de barrio que deja el hogar por la mala vida, el seductor, el malevo y la acción transcurre en un turbio cafetín de la ribera atendido por camareras complacientes. No se descarta su relación con el tango del mismo título de Horacio Mackintosh y Alberto Novión. (Nota de la dirección: El autor de esta crónica comete el error aclarado en “Idas y vueltas con “El tango de la muerte”).

En 1918, se filma El festín de los caranchos, dirigida por Luis A. Ramasotto. Por deficiencias técnicas y determinantes de la fotografía no llegó a estrenarse. El interés se puntualizaba en la aparición de dos niñas, precoces cancionistas, Ada Falcón de trece años y su hermana Adhelma de once.

En 1922, Milonguita, dirigida y escrita por José Bustamante y Ballivián. En la que se dramatiza de alguna manera, nunca exacta, la letra de Samuel Linnig en su tango homónimo de 1919, grabado de inmediato por Gardel. Pero la intención no era copiar la letra, sino la supuesta historia verdadera de quienes dijeron haber localizado, años más tarde, en la calle Chiclana, a la niña inspiradora de Linnig, María Esther Dalto, fallecida a los quince años de edad. Aunque esto siempre fue puesto en duda. El galán del film fue Ignacio Corsini.

La muchacha del arrabal. Otro intento fallido. Dirigida por José Ferreyra, narra los amores de un pintor con una cancionista de arrabal. Para el ensayo de sonorización en el Cine Esmeralda, tocó desde el foso la orquesta de Roberto Firpo, que ejecutó el tango del mismo título compuesto por Leopoldo Torres Ríos y José Ferreyra. Luego, se intentó con un disco pero no se llegó a un final feliz.

De 1923, son tres películas de José Ferreyra: Melenita de oro, Corazón de criolla y La maleva, en un alto porcentaje los argumentos, de alguna manera, se inspiraban en letras de tangos. En la primera, un padre cruel y borracho vende a su hija a un rufián. Es otra descripción de la vida porteña, desde la óptica del barrio. La segunda nombrada, es un drama del bajo fondo, con pautas de tango y el casi excluyente escenario de un cafetín. Y en La maleva, nuevamente el bajo fondo, reminiscente en título y personaje al tango homónimo caracterizado por su cerrado lunfardo.

De 1924, es Mientras Buenos Aires duerme, de José Ferreyra. La vida nocturna de la ciudad sobre cánones fijados por los versos del tango homónimo. Como extra aparece el bandoneonista Anselmo Aieta.

De 1925, Galleguita, de Julio Irigoyen, el argumento utiliza vagamente la letra del tango con letra escrita por Alfredo Navarrine, los actores Rodolfo Vismara y la actriz cancionista Emilia Vidali, bailan algunos tangos y ella canta entre otras piezas el tango del título. Del mismo director, Tu cuna fue un conventillo, sobre el sainete de Alberto Vaccarezza, con María Esther Podestá y Ada Falcón en su segunda participación.

El poncho del olvido, de Ricardo Villarán. Para el film, compusieron Adolfo Avilés y Enrique Maroni, el tango que da título a la película. Otro film de ese año, Organito de la tarde, de José A. Ferreyra, basada en el tango homónimo, con la cancionista María Turguenova. La historia a su vez inspìró otro tango: “El alma de la calle” (o “Callecita del suburbio”) con letra del director. Lo estrenó la Turguenova y, más tarde, lo grabó Gardel. Ambos temas se tocaban con la exhibición del film.

De 1926 es La costurerita que dio el mal paso, de José Ferreyra y argumento de Torres Ríos sobre el soneto de Carriego. Con María Turguenova. Hay un tango homónimo de Antonio Scatasso con letra de Federico Mertens y Rafael de Rosa. El mismo año, tras el film, el poeta Nicolás Olivari publicó la contracara del poema con el mismo título.

Muchachita de Chiclana, de José Ferreyra, con María Turguenova que canta el tango del título, de Anselmo Aieta y letra del director.

De 1927 es En la patria de los gauchos, dirigida por el payador Arturo Mathón y donde tiene una intervención Alfredo Eusebio Gobbi. Perdón viejita, de José Ferreyra, con María Turguenova. Este fue el último film enteramente mudo del director, probablemente influido por el tango del mismo nombre de Osvaldo Fresedo y José Saldías, grabado dos años antes por Gardel. El director salió en gira con la película por varios países, lo acompañaba la Turguenova, que cantaba en vivo durante las exhibiciones. En un rol de villano aparece el bandoneonista Luis Moresco.

La borrachera del tango, versión del sainete de Elías Alippi y Carlos Schaeffer Gallo, estrenado en 1921. Su tema era la influencia del tango en las familias bien constituidas. En el afiche del film se leía: «Un hogar, templo y santuario, amenazado por el virus implacable del tango». El título dio un tango de Adolfo Avilés y Maroni. Alma en pena, de Julio Irigoyen, aprovecha la letra del tango con el mismo título.

De 1929 es La casa del placer, de Julio Irigoyen, presenta a Azucena Maizani sólo como actriz. Lo cual se repite en La Modelo de la Calle Florida, también Irigoyen.

En 1930, El Negro Ferreyra filma La canción del gaucho, con María Turguenova. Filmada en mudo, se le agregó luego acompañamiento musical por el sistema Vitaphone. Allí está el tango “Alma de indio”, que canta la actriz.

Un nuevo film de Ferreyra y Turguenova es, El cantar de mi ciudad. La sonorización se limitó a algunos efectos musicales de fondo, un diálogo breve de Turguenova con el actor Felipe Farah y dos canciones, el tango “La muchacha del tango”, por la actriz y el vals “La canción del amor”, a dúo de la misma con el nombrado Farah. Del mismo año es, Adiós Argentina, de Mario Parpagnoli. Actúan el propio director, Libertad Lamarque, Pierina Dealessi y otros. Sonorizada parcialmente. Por lo cual, Libertad no debutó en ¡Tango!, de 1933 y el director comentó en una revista, que fue él quien la descubrió en la compañía de Dealessi, lo cual se contrapone incluso a las palabras posteriores de la cantante. Hacia el final de la película canta Libertad el tango “Adiós Argentina”. Poco después, Matos declaró «El tango lo compuse bajo la inspiración del argumento en su última parte cuando el protagonista abandona el país».

Finalmente, en esta recopilación de los más destacados films con sabor a tango de la época muda cabe citar, de 1931: Muñequitas porteñas, nuevamente con Ferreyra y Turguenova, más Floren Delbene. Aunque por el sistema Vitaphone, es la primera película de largometraje totalmente sonora. Ambientada en la ciudad. Turguenova canta el tango del título de Luis Moresco y letra del propio Delbene.

Pronto llegó ¡Tango! y el sonoro ya estaba impuesto en la cinematografía argentina.

Este texto de Jorge Miguel Couselo (14/04/1925 - 13/05/2001) fue publicado, en 1970, en la revista Buenos Aires tango.