Por
Julián Ortiz
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Ortiz - Confesiones de Julián Ortiz

a melancolía tocó profundo a Julián Ortiz, que decidió recopilar datos biográficos y diversos testimonios de algunos muchachos músicos que, llegados a Buenos Aires desde otras ciudades —como ocurrió con él mismo (nació en Firmat, Provincia de Santa Fe)—, anclaron por un tiempo en la pensión de la calle Salta 321, llamada La Alegría.

El hecho ocurrió entre los años 1935 y 1946, su dueño fue Humberto Cerini y su esposa Nieves. Allí, se albergaban sueños, ansias de estudio e inspiración. Los datos obtenidos dieron lugar a la publicación de un cuadernillo de quince páginas con su tapa y contratapa que apareció en el año 1988, distribuido por Argentina Musical, entonces con dirección en la calle Montevideo 708, quinto piso oficina 24. Además, tras la ilustración inicial del reconocido Roberto Mezzadra, figuran partitura y letra del tango de su autoría en colaboración con José Lombardero, titulado “Pensión de la calle Salta”, que fuera grabado por la orquesta de Víctor D'Amario, con la voz de Osvaldo Arana y también, por Héctor Palacios con el trío Buenos Aires 3.

«Luego de mis primeros estudios musicales en mi pueblo y en Rosario, en julio de 1935 me vine a Buenos Aires para integrarme a la orquesta de José Luis Padula que actuaba en Radio Callao, Fénix, La Nación, La Voz del Aire y Porteña, en cada una tenía su entrada. El cantor era Ángel Vargas y allí conocí a Argentino Galván —que era entonces violinista— y, también, al contrabajista Benigno Quintela, que con el tiempo se convirtió en uno de los más cotizados en el jazz.

«Finalizado el año pasé a la orquesta de Eduardo Pereyra. El debut fue en Radio El Mundo. Una de las primeras orquestas típicas que inauguraron la emisora con sus tres jóvenes cantores: Amadeo Mandarino, Agustín Volpe y Virginio Gobbi, hermano de Alfredo, más tarde organista en los números vivos del cine. Éramos cinco violines: Juan José Gallastegui, Damore, Russo, Barrios y yo. El primer bandoneón El Turquito Jorge Sara.

«Al año siguiente pasé a las huestes de Cayetano Puglisi, tan excelente persona y músico. El debut fue en el Kings Club, luego llamado Charleston, estaba en Florida a pasos de la avenida Santa Fe. Allí se presentó Don Dean y su jazz, ritmo entonces de mucho éxito, también estuvieron el inglés Raz Gaudey, nuestro Luis Rolero con la muy joven Helen Jackson, los famosos negros de la Swing Star con su famoso clarinetista Booker Pitman. El pianista de Puglisi en ese momento era Orestes Cúfaro, rosarino el hombre, lo mismo que sus bandoneonistas Antonio Ríos, Deolindo Cassaux y Guillermo Uría, el cantor era el cajetilla Antonio Rodríguez Lesende, (El Gallego).

«Luego, pude presentarme en el legendario Café Germinal con el Sexteto Bossi-Estévez, con Francisco de Rose al piano, Alberto del Mónaco con el violín. Íbamos de 21 a 1 horas y en otro horario se presentaba el sexteto de Elvino Vardaro. ¡Una gloria!

«En 1937, tuve la oportunidad de actuar en Radio Belgrano con un pequeño conjunto dirigido por el pianista Luis Tenaglia y los bailes de carnaval los hice con la orquesta de mi admirado Julio De Caro, una formación de 22 personas, fue en el cine-teatro Pueyrredón, de la Avenida Rivadavia, en Flores. El cantor era un joven Edmundo Rivero.

«Pasé brevemente por la orquesta de Humberto Canaro y luego fui requerido por Francisco Lauro, un pintoresco personaje como no habrá otro en la historia del tango. A poco de ensayar debutamos en un lujoso y deslumbrante cabaret llamado Bambú (en un subsuelo de Corrientes y Esmeralda), alternamos este trabajo con presentaciones en LR4 Radio Splendid. Esa orquesta llegó a debutar en LR1 Radio El Mundo con el nombre de Un Rincón de Mendoza, dado que fue contratada por un restaurante así llamado que servía comidas típicas cuyanas, de gran moda en esos años, estaba ubicado en Avenida Santa Fe casi Pueyrredón, allí tocábamos a la hora de la cena. Esto era por 1938. La misma formación luego se transformó en Los Mendocinos, estuve con El Tano Lauro hasta fines de 1943, para irme nuevamente con Julio De Caro a la elegante boite Embassy de la calle Florida e intervenir en algunas grabaciones.

«En 1944, me incorporé al conjunto de Alfredo Gobbi que actuaba en Sans Souci, también en el bar Marzotto y en la confitería Congo. Tras un año, pasé a la formación de Juan Carlos Cobián para amenizar las comidas y los bailes del roof garden, en el décimo piso del Automóvil Club Argentino.

«De 1946 a 1954, trabajé en forma ininterrumpida en la orquesta de Miguel Caló, giras, grabaciones, todo lo que se podía hacer, sería muy largo citar tanto trabajo. Más adelante en Radio El Mundo estuve con Manuel Buzón, Joaquín Do Reyes, con Antonio Ríos acompañando al cantor Roberto Rufino, con Mario Canaro.

«En 1956, tuve orquesta propia con los cantores Hugo Soler y Guillermo Páez, al año siguiente, acompañé a Jorge Casal en una gira por todo el país. En 1960, ya casi retirado, junto a Alfredo De Franco, acompañamos a Alberto Morán y, finalmente, con el cuarteto de Armando Baliotti, para dar respaldo a otro cantor, esta vez Héctor Pacheco. Toda una vida dedicada al violín y al tango, una pasión que fue mi profesión».

Publicado en Tango y Lunfardo Nº 30, octubre de 1987.