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Por
Roberto Selles

Quejas de bandoneón - La historia de “Quejas de bandoneón” y sus versiones

ecordaba Juan de Dios Filiberto: «En 1918 compuse “La vuelta de Rocha” y “Quejas de bandoneón”, en el cual introduje la innovación del empleo de bajos en el trío (esto es, la melodía para la mano izquierda en el piano). Con ellos y con “Brasil” me presenté en el concurso de tangos patrocinado por la Asistencia Pública. Yo asistía en esa época al Conservatorio Williams y Alberto Williams era miembro del jurado. Tenía tanto optimismo como esperanzas, pero los dos se vieron defraudados; el premio lo obtuvo Athos Palma con un tango de su creación».

No obstante el tropiezo, el destino tenía otra meta reservada para ese estupendo tango titulado “Quejas de bandoneón”. Cierta tarde, Filiberto se cruzaba en la calle con Augusto Berto, que por esos días actuaba en el cabaret L'Abbaye (Esmeralda entre Lavalle y Tucumán) al frente de su cuarteto, integrado por Peregrino Paulos (violín), Luis Teisseire (flauta), José Sassone (piano) y el director en bandoneón. Y quiso la casualidad que le solicitara al compositor boquense alguno de sus tangos para estrenarlo en dicho local.

Ni lerdo ni perezoso, Filiberto le alcanzó, poco después, la partitura manuscrita de “Quejas de bandoneón”. El estreno terminó coronado por un atronador aplauso. Pero al autor le fue imposible hallar editor, a pesar del éxito. «Recién año y medio después, en 1920, pude editarlo... y por mi cuenta».

Tenemos en nuestro poder una vieja partitura del tango, sin fecha ni mención de editor, lo cual nos hace sospechar que se trataría de la misma que fue costeada por el compositor. En ella figura la desconocida letra, firmada por un tal Russo sólo aparece el apellido, que comienza: «Vaga la dulce ilusión/ como un recuerdo que flota/ y se pierde entre la nota del sonoro bandoneón».

Quejas de bandoneón” debió esperar hasta 1944 para recibir el espaldarazo definitivo que lo instalaría entre los auténticos clásicos. Fue cuando lo grabó Aníbal Troilo, en una versión que, sin duda, resistió el devastador paso del tiempo.