Por
Ricardo García Blaya

Mi recuerdo a un amigo especial: El Alemancito

ecuerdo que cada vez que pensábamos en un acto importante para movilizar el barrio, lo llamábamos a Reynaldo Martín para que con sus tangos matizara la reunión. Además, sabíamos de su popularidad entre los viejos compañeros amantes del tango, una garantía de convocatoria más allá de los invitados políticos que hicieran uso de la palabra. Y él nunca nos fallaba, nunca decía que no.

Siempre afable, con una sonrisa permanente y su don de gente, nos conocimos allá por los años ochenta, en alguno de los tantos clubes de barrio que él frecuentaba. En una ocasión le comenté que tenía casi todos sus discos, empezando por su primer longplay del sello Odeon con una versión de “Por la vuelta” notable. También, charlamos sobre su participación en 14 con el Tango, aquella recordada producción de Ben Molar, donde participa con tres temas.

En la década del 80 el tango estaba relegado y eran muy pocos los cantores que convocaban al público, El Alemancito era uno de ellos. Por aquel entonces, solía ir a verlo actuar a Vos Tango, ese mítico reducto tanguero de Villa Lugano, junto con otras grandes glorias del pasado como Alberto Morán, Alberto Marino, Oscar Ferrari y Alfredo Belusi.

Fue además, un buen compositor con alrededor de 20 obras y, en algunas ocasiones, también letrista. Me vienen a la memoria las que hizo en colaboración con el poeta Roberto Díaz (b), con quien formó una dupla creativa muy interesante, entre ellas: “A mi país”, “Buenos Aires, siglo mío”, “Cartón y madrugada”, “Como el teatro”, “Con su melancolía”, “Por los viejos”, “Quién te inventó Buenos Aires”, “Siempre cantor”, “Un fueye sin tristeza” (tangos); “Al maestro de canto”, “Memoria de un patio”, “Tu amor en la casa” (valses); “Se llamaba Juan”, “Milonga de amor perdido”, “Nostalgia mía” y “Milonga para un otoño” (milongas). Con Daniel Lomuto hizo “Siempre el tango”, tema que sirvió de cortina musical a nuestro programa radial que llevaba ese nombre y era conducido por Néstor Pinsón.

Durante su trayectoria grabó muchos discos: en 1967 grabó un simple para Discos Metrópolis con los temas “Un lobo más” y “Esta ciudad”, acompañado por el cuarteto de Osvaldo Avena; Tangos por el Alemancito (1971) con el acompañamiento de José Márquez, Un mundo nuevo (1974) con la orquesta de Luis Stazo, De tangos somos (1981) con la orquesta de Osvaldo Potenza, Tangos a mi modo (1984) con la orquesta de Osvaldo Berlingieri, Soy tango dos volúmenes (1988), el primero con la orquesta de Omar Valente y las guitarras de Carlos Peralta, el segundo con el Sexteto de Pascual Mamone y las guitarras de Peralta y Ernesto Villavicencio, Siempre cantor (1994) acompañado por las orquestas de Berlingieri, Stazo y Daniel Lomuto, Reynaldo Martín (1997) con Alberto Di Paulo y Tangos de Nuevo Aires (2000) con Oscar de Elía.

Quiero finalizar este breve recuerdo, con una imagen que guardo en mi retina, de principios de los años noventa. La del Alemancito llegando a un acto en el barrio de Saavedra —una noche fría y con amenaza de lluvia—, con cara de asombro por la cantidad de gente y diciéndome: «Flaco ¿todos estos no vendrán por mí? Mirá que estoy un poco disfónico y no quiero defraudarlos». A lo que respondí: «Vienen por vos y por el General, hoy es 17 y estamos en octubre». Entonces, se rió y me dijo: «El General canta mucho mejor que yo, haré lo que pueda».

Asi fue Reynaldo, generoso y humilde, un gran compañero y notable cantor.