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Nostalgias Tango
Por
Ricardo García Blaya

Giordano - Un café virtual con Graciela Giordano

sta muchacha argentina que desde hace muchos años vive en Madrid, la conocí gracias a mi querido e inolvidable Oscar Himschoot, él me recomendó su disco que juntos escuchamos en la oficina de la calle Paraná.

Varios años después, a raíz de una gacetilla de alguno de sus recitales, hicimos un intercambio epistolar electrónico y Graciela Giordano me fue contando su historia, como si estuviéramos tomando un cafecito en la Gran Vía o en la avenida Santa Fe.

Me envió su segundo disco, La mujer de la noche larga, que me pareció muy bueno, tanto por la calidad de sus interpretaciones, como por el acompañamiento del excelente pianista Marcelo Raigal, y la acertada elección de los temas.

Su voz aterciopelada y su fraseo delicado, generan un clima intimista, muy amable y personal, que sumado a su correcta afinación y dicción, hacen de ella una cantante especial, distinta, que me agrada particularmente.

La versión combinada de “Nostalgias” con “Les feullies mortes” —letra de Jacques Prévert—, es fantástica.

«Nací en la calle Pavón, en casa de una matrona conforme me cuenta mi mamá que está a punto de cumplir 90 años. Yo siempre digo que nací en San Juan y Boedo, porque es más tanguero.

«A los 4 años nos fuimos a vivir al Uruguay, allí comencé a cantar y bailar. Mi madre, que era una apasionada de la música, intentó cumplir su sueño formando un conjunto de niños y adolescentes que hacían música, poesía, bailaban y cantaban, con el que recorrimos todo el país. Se llamó Luceros Juveniles y tuvimos mucho éxito durante un par de años.



«Fuimos creciendo y emprendiendo cada uno su propio camino y por supuesto yo el mío. Con 15 años, comencé a realizar actuaciones como solista y programas de radio y televisión, con Cacho de la Cruz y Alejandro Trotta (canal 4, El Show del Mediodía).

«En 1967, me presenté a un concurso en la prestigiosa Sala Ateneo, en la calle 18 de Julio, de Montevideo, y el primer día después de concursar, me llamaron de la dirección para decirme que querían que me quedara como cantante fija de la sala. Acepté y allí estuve hasta que, en 1970, regresamos a Buenos Aires. Hasta ese momento cantaba folklore y música pop, pero debido a la influencia materna empecé a incursionar en el tango (en ese momento no me gustaba nada). Me sentía muy lejana a esa música y sólo lo hacía por darle el gusto a mi madre. Y habrá sido por eso que debuté con Los Solistas de D'Arienzo, en 1974, y con Osvaldo Requena en Mar del Plata.

«Luego de esta breve andadura volví a cantar melódico. En 1975, trabajaba en varios sitios por la zona oeste —Haedo, Ramos Mejía y San Justo—, pero por problemas sociales y económicos, decidí con 22 años, venir a probar suerte a España.



«Mi viaje fue en barco, y duró 17 días. Fue entonces, en esos días de miedo y tristeza, cuando el tango se clavó en mi corazón. Supongo que fue mi manera de seguir conectada a mi gente, a mi familia y a mi ciudad. Era una época difícil, por lo que encontrar trabajo fue más complicado de lo que esperaba. Se sumaba que si no tenías papeles no te contrataban y, para que te hicieran los papeles te exigían un contrato.

«Hacía pequeñas cosas para ir subsistiendo. He cantado en alguna fiesta o como invitada en algún pub, resistiendo hasta tener mis papeles. Los tres primeros años canté en una orquesta en la que el repertorio eran los «éxitos del momento». Podían ser rumbas, pasodobles o versiones en inglés, de diferentes artistas. Toda una experiencia.

«En el año 1979, nació mi primera hija, y con ella, mi deseo de dedicarme al tango por completo. Fue como empezar de nuevo. La gente sólo conocía y pedía los tangos de Carlos Gardel, pero yo quería hacer otra cosa. No fue sencillo. Pero poco a poco logré hacer un repertorio acorde con mi sentir, y el público respondió. Se puede decir que mi carrera profesional comenzó en ese momento.

«Con el tango encontré la manera de decir lo que siento en cada instante de mi vida. No podría ya hacerlo de otra manera ni con otra música.



«Estudié aquí canto con Dina Roth y Jorge Uribe, e hice varios cursos de interpretación con Zulema Kats, Dominic de Fazio (Director del Actor’s Studio de Los Ángeles), Fernanda Mistral, y por último, dos cursos con Susana Rinaldi.

«He viajado mucho, estuve en los festivales de tango más importantes de España y Finlandia. Actualmente, soy feliz porque mi trabajo y dedicación por el tango es reconocido, y eso me gratifica enormemente.

«Desde hace un par de años, me nombraron vicepresidente de la Casa Argentina de Madrid y, además de mis conciertos, soy responsable de casi todos los eventos culturales que realiza la institución».

Aquí llegamos al fin de este café virtual con esta porteñísima amiga de Madrid, quien en su condición también virtual, tuvo la generosidad de contarnos su historia. Dado que tengo a mi hijo Martín viviendo por aquellos lares, no descarto la posibilidad de conocerla personalmente algún día.