Por
Antonio Rodríguez Villar

Cadícamo - «Al tango hay que dejarlo como está»

xtractos de una conversación con Enrique Cadícamo: «No estoy de acuerdo para nada con la llamada vanguardia del tango. Vanguardia es lo primero que cae en la línea de fuego. En un combate la vanguardia es la que va adelante. En el tango hay algo parecido. La vanguardia del tango es lo primero que cae ante la indiferencia de todos los que conocen lo que es el tango.

«El tango es una raíz popular, como otros ritmos en otras partes del mundo que no han cambiado ni han desvirtuado, que no le han puesto otro ropaje. ¿Se puede modernizar el cante jondo? Sería un disparate. ¿Por qué? Porque es de raíz popular, mora, española. Todo lo que sea progreso me encanta pero en algunas cosas no tiene sentido. Que lo hagan en las máquinas, en las computadoras, que lo hagan en los espectáculos. En esto no.

«El tango es una cosa muy humilde, muy sencilla. Lo tocaban tipos que no tenían preparación académica musical como Ángel Villoldo, Eduardo Arolas, Enrique Delfino. Era un sentimiento que valía más que toda la parte ortodoxa que pudiera tener la partitura. Al tango hay que dejarlo como está. Es una cosa nuestra, es un paisaje que quedó de antes. El tango ya quedó. Es imposible hablar de un tango que venga.

«Yo estaba en París cuando el tango empezó a caminar en el año 28. El tango llega a lo que llega porque es una música sencillísima que venía de la ultrapampa, decía en un lenguaje.

«Hoy no se pueden escribir letras de tangos porque el tango es una cuestión de clima, de época. Celedonio Flores, por ejemplo, le da un clima de época, un paisaje. ¿Por qué? Porque tiene palabras que se ajustan a lo que era Buenos Aires. Ahora habrá otras palabras que las busquen ellos. Donde muere el autor, muere la época. Para mí ya murió la época del tango.

«Hoy pueden haber compositores y autores de música, pero no de tangos. El tango sería entonces otra cosa, otra manifestación actual. Sería canción de Buenos Aires, o qué se yo. Otro título que le dieran.

«¿Cuándo termina la época de ese tango? Con los tangos conocidos, tradicionales y de antología. Ahí terminó la época. Yo puedo hacer un tango en 20 minutos o en 15. Si es media hora no vale. Lo hago todavía con el sabor y con el estilo que supe conocer en Buenos Aires en el año 20, en el 25 o en el 30.

«La gente quiere escuchar lo antológico, lo que quedó, lo que hizo una época. Las cosas nuevas, las de ahora, no son lo mismo. Gardel grabó 23 tangos míos. Es un récord honroso, quiere decir que algo sé de tangos.

«El tango no ha muerto porque lo están tocando en Nueva York con un éxito tremendo. Lo están tocando en Francia, en Finlandia.

«Hay que aconsejar a la gente joven de que el tango no necesita de ninguna manera el cambio de ropa. Es una cosa que quedó, que hay que tocarla tal cual es.

«El tango no debe apartarse de los cánones establecidos. Que no se haga un tango 1986 (fecha de esta entrevista). Que hablen de la calle Florida, de la esquina del Obelisco. No sé dónde hay lugares de tango. ¿En una cancha de fútbol, con la cachiporra? Hay, cómo no va a haber. Vamos a sacarlo con la intuición.

«No he dicho que se esté poniendo un dique a todo lo que quiera desarrollarse dentro de la música del tango. Al contrario. Me gustaría ver una larga lista de autores nuevos que hagan éxitos o que hayan hecho éxitos. Me encantaría porque entonces uno piensa que algo ha hecho durante tantos años, que uno ha servido para que después se sigan haciendo.

«Pueden cambiar las circunstancias, pero el hombre es el mismo. Pero ya no tendría la esencia del tango. Esencia era aquella, aunque usted no lo pueda creer. Era la época, era el tranvía, era el mostrador de la calle Maipú y Corrientes... se llamaba de esa forma. Eran todas esas cosas que conformaban una unión, un escenario. Ahora, habría que hacer un esfuerzo casi físico para poder hacer un tango con una cancha de fútbol o con una pizzería.

«Hoy hay tangos que son muy lindos, pero son canciones en tiempo de tango. No es el tango de barrio, el baqueano. No es el tango aquel que traía un sentimiento, una emoción al bailarlo como los tangos de Arolas. Es tango de ahora, pero no es el tango tradicional. Es una canción que aparece, que puede estar muy bien hecha y caminar como canción, pero no como un tango auténtico. Porque si este tango usted lo canta en Dinamarca, la gente no sabe de dónde apareció esta música.

«Hay una situación bastante parecida al apocalipsis en el tango. Empezando porque desaparecieron las orquestas que son fuentes de trabajo y nada de difusión.

«Los cantores de tango actuales se defienden. Hay buenos cantantes, pero Gardel los empolvará a todos. Porque él descubrió una manera de cantar que no ofende. Tenía una voz maravillosa, una voz clásica. Podría haber sido un gran cantante de ópera.

«¿Cómo nació “Muñeca brava”? Esos tangos eran caricaturas, tomándole un poquito el pelo a alguien. Era el ambiente social para ese tipo de tango. Eran pequeñas críticas a las muchachas del ambiente nocturno de los cabarets de Buenos Aires en el que andabamos. Las letras tenían autenticidad, eran hechas para algo. “Muñeca brava” lo hice cuando entró el General José Félix Uriburu en la revolución (septiembre de 1930), que fue el primer escalón para hacer cien revoluciones. Después salió un tango mío que se llamaba “Al mundo le falta un tornillo”. El autor tiene que pintar el momento que está viviendo el país. Debe aportar con algo a la historia de la ciudad en tal época. El aporte del artista, del músico, del compositor, es el resultado de un cuadro hecho de Buenos Aires.

«Éxito es andar por la calle escuchando que la gente silba un tango de uno. Esa es la mayor gloria para un autor. Aunque el que silba no sepa el nombre ni quién lo hizo. Hoy no hay un éxito desde hace muchos años

«Juan Carlos Cobián no se apartó del espíritu del tango, pero rompió los moldes antiguos, arcaicos, como los de Ángel Villoldo o Eduardo Arolas. Y eso que Cobián era un admirador de Arolas. Está bien que venga un renovador, pero que le invente una cosa de verdad, nuestra. Que haga un tango que después, llegado el momento, tenga el ruido del tango, el resorte ese que tiene el tango y que no lo ponen.

«Yo no descarto la posibilidad que vuelva el tango con esencia. Si hay estudiosos que digan a ver por qué fue que Cobián, por qué Delfino y todos los revolucionarios del tango dejaron la parte auténtica. A ver por qué fue. Hay que estudiar y entonces sí pueden hacer un tango 1986 y, llegado el momento, darle el cariz, lo que es tango.

«El tango es lo más sencillo, es pulsación, es fuerza, es una emoción interna que usted tira en las teclas y saca efecto. No es alarde, eso es otra cosa.

«El Negro Flores —no Celedonio—, Carlos Vicente Geroni Flores, el pianista, era un monstruo. Además, era creador de un estilo. En esa época cada uno tenía su estilo. Cobián, Delfino, el Negro Flores tenían su estilo propio. ¡Qué decencia tenían los músicos de esa época! Ellos mismos se decían yo no me quiero parecer a otro y hacían tango de verdad.

«El Negro Flores había sido guitarrista, pero era un gran pianista y sacaba efectos de guitarra en el piano. Galopaba las teclas. Hacía cosas auténticamente nuestras. No era un virtuoso, de los que hacen cosas que no tienen nada que ver con el tango. El tango es todo emoción, es varonil, no es un afeminado. El tango es una música valiente, por eso quedan los tangos viejos.

«De los cantores —y sacando a Gardel—, a mí me gustaba mucho Julio Sosa, Héctor Mauré, Edmundo Rivero, Charlo.

«¿De las mujeres que cantan tangos? Mercedes Simone. También Azucena Maizani. Virginia Luque, como estrella, la mejor. Al tango hay que decirlo con sutileza. Sofía Bozán, por ejemplo, jamás aprendió a cantar, jamás fue a un conservatorio, nunca hizo vocalización y cantaba tangos maravillosamente, con gracia.

«Eran tiempos en que se decían los tangos. El tango tiene una personalidad que no se aprende en los conservatorios. Cada cantante tiene que poner lo que siente y si no lo siente, que lo largue. El tango es lo más difícil para cantar. Cuando viene un cantante atropellando, con una voz que se la quiere sacar porque no la tiene en ninguna parte, ahí hay que escapar. Ángel Vargas tenía una voz chiquitita y cantaba maravillosamente. Fiorentino no tenía voz pero la emoción, el gusto por el tango era lo que lo hacía cantar».