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Por
Ricardo García Blaya

Reflexiones sobre los orígenes del tango

l tango es, en primer lugar, un género musical esencialmente bailable y, como tal, tiene un ritmo y una estructura que lo distingue de otros géneros musicales.

Como toda música nueva, recibió las influencias propias del contexto social y cultural de fines del siglo diecinueve, que acompañó parte de su evolución.

Luego, esas influencias irán quedando en el camino y aparecerán otras músicas, que competirán en el gusto de la gente, pero que ya no aportaran para su conformación definitiva, que se produjo entre los años 1890 y 1920.

El marco social donde surge el tango primitivo, muy difícil de distinguir como tal en cuanto a ritmo y estructura, es la Buenos Aires de 1880, que tenía una población de 210.000 habitantes y una importante e incipiente inmigración europea. En 1910, por este fenómeno, la ciudad crece a 1.200.000 habitantes y el tango adquiere su modo reconocible. Este proceso social tan particular, no debe dejarse a un lado en el análisis.

Estamos en presencia de una resultante testimonial, sólo posible de comprender a partir de una visión integral de nuestra historia y de nuestra cultura.

Esa increíble fusión cultural de tan diversas sangres con nuestra vena española y nativa, hicieron el milagro de expresarse en una comunión musical y espiritual. Es una síntesis sin antecedentes, que hace del tango un género universal e incomparable, donde se distingue el aporte del componente italiano que llegó en gran cantidad.

Buenos Aires del '80 era una gran aldea, donde había academias y teatros, únicos lugares donde se podía bailar o ver bailar mientras se actuaba. Las academias, también llamadas «pirigundines», contaban con mujeres contratadas y eran sitios que requerían una autorización de la autoridad para funcionar. Se encontraban en el suburbio y en zonas alejadas del centro de la ciudad.

En ellos el tango convivía con otros ritmos como la habanera, la polca, el corrido, el vals, el schotis y otros ritmos diversos. Es allí donde nace y se va desarrollando con el impulso propio que tienen los géneros populares, en una ciudad que crecía permanentemente.

Era común que en toda comedia, zarzuela u otra obra del género chico, los actores cantaran y bailaran. Ya antes de terminar el siglo, el tango figuraba en esos espectáculos.

Los organitos callejeros lo difundieron por los barrios y era muy común ver bailarlo en las calles, muchas veces entre hombres. En esos años las mujeres escaseaban, la mayoría de los inmigrantes venían sin pareja a probar suerte. El contacto con el sexo opuesto era en las academias o en las casas de citas.

Es muy común leer y escuchar que el tango tiene un origen prostibulario. Nada más absurdo e incorrecto. Primero, en los lupanares no había músicos. Sólo en algunos lugares de provincia había locales que, con la apariencia de lugares de baile, brindaban el doble servicio y allí no sólo se tocaban tangos, también polcas, milongas, cifras, valses y todo ritmo que animara el ambiente. En Buenos Aires la locación era muy cara, mucha la demanda, por lo que no se justificaba la pérdida de plata y tiempo.



La confusión obedece a varios motivos. Algunas casas de baile o academias no todas tenían buena reputación y la concurrencia era variada y muchas veces «non sancta». Acudían compadritos y chicas de vida fácil. Pero esto no convierte a esos lugares en prostíbulos ni nada que se le parezca. Además, allí no sólo se bailaban tangos.

Por otra parte, había academias prestigiosas donde acudía gente socialmente más elevada y donde también el tango reinaba entre las danzas.

Los que repiten esta versión se basan en los títulos procaces y de doble sentido que tenían algunos tangos primitivos. Otro error. Esos mismos títulos antes los habían tenido polcas y corridos y las letras, cuando las tenían, se iban repitiendo, pasando de un ritmo a otro.

Otra inexactitud constantemente difundida, es la que habla del tango prohibido, del tango rechazado por las capas altas de la sociedad.

En los años 1902 y en los sucesivos, el Teatro Ópera organizó bailes con tangos. Este no era un lugar donde precisamente asistieran los trabajadores o la gente del arrabal.

Además, con el avance tecnológico apareció la industria discográfica y con ella el desarrollo de toda la música y en especial del tango.

Un disco valía entre dos pesos con cincuenta centavos y cinco pesos. El gramófono entre 150 y 300 pesos. Las partituras entre un peso y tres pesos.

¿Quiénes eran los posibles consumidores? Sin duda la gente pudiente, que además del aparato que reproducía el disco, tenía piano en su casa para poder ejecutar las partituras. El salario de un vigilante de ese tiempo era de sesenta pesos.

Entre 1903 y 1910, se editan más de un millar de discos —350 eran de tango— e incontables partituras. En la década posterior la producción ascendió a 5.500 discos, 2.500 de tango. ¿Los sellos editaban discos para no venderlos? ¿Podían los pobres comprar un gramófono? ¿Quién compraba los discos? ¿Quién las partituras?

Esta teoría absurda tiene como broche de oro que el tango fue revindicado por la sociedad porteña, luego de su éxito en Europa. Un nuevo error.

El desarrollo del tango en Europa comienza avanzada la segunda década del siglo, más precisamente, después de 1912 y alcanza su auge mucho tiempo después del que estamos hablando.

Finalmente, la promocionada prohibición de la Iglesia que fuera levantada gracias a una exhibición en el propio palacio del Vaticano ante el Papa. No existe ninguna prueba documentada al respecto en ningún registro de la Iglesia. Ni tampoco testimonios de la época.

El porqué de tantos dislates hay que buscarlo en la falta de una investigación seria sobre los orígenes del tango. La mayoría de los escritores no trabajó en este sentido y dio por ciertas las definiciones de Luis Bates y Héctor Bates que, si bien tuvieron el mérito de ser los primeros que escribieron sobre el tango, fueron los padres de tantas inexactitudes.

El libro fundamental, que brinda una información certera y fehaciente y que emplea un sistema científico sobre este tema, se titula El tango en la sociedad porteña. 1880-1920, escrito por Hugo Lamas con la colaboración de Enrique Binda y editado por Héctor Lucci. Estos autores atribuyen a prejuicios y cuestiones ideológicas de los Bates, y otros escritores que los sucedieron, la generalización de estas falacias sobre el tango.

En conclusión: el tango es la comunión de la cultura española y criolla con la inmigrante europea, con fuerte influjo italiano. La milonga, la habanera y schotis por un lado, y la música lírica y la canzoneta, por el otro, influyen en su génesis.

Tuvo su nacimiento en los suburbios, en el arrabal, en los barrios más alejados del centro y lindantes con el campo. Se instala y desarrolla en los lugares de baile denominados academias. Los organitos lo difunden por los barrios y los teatros lo incluyen en sus obras. Convive con otras danzas pero poco a poco se destaca y conquista al centro de la ciudad.

Fue aceptado, en mayor o menor medida, por todos los sectores sociales y se impone en Europa primero, y después en Estados Unidos y el resto de América.