Me llaman señor

Cada vez que “rajuñaba” hasta el fondo del bolsillo
más que chirolas, pelusas, sacaba de su rincón
y de riguroso infante pitando el ultimo faso
la rumbeaba paso a paso p’al laburo… que chabón.
Así sembrando decencia saque patente de honrado
pero el peso de su precio no lo pude resistir
me encalleció hasta la espalda, puso arrugas en mi frente
y por querer ser decente me olvidaba de vivir.

Y así… de costa’o como el cangrejo
me fui tras de los consejos del sabio Discepolín
lloré pa’ tirar la manga, afané pa’ no ser gil.
Y yo… que tragué tanta saliva
y pa’ el ara’o de la vida siempre fui buen percherón
tiré la honradez a un pozo, pero ya no soy un coso
ahora me llaman señor.

Hoy me rozo con la crema esos de apellidos largos
los de patente sin cargo que se hacen llamar doctor,
le doy laburo a los giles, les saco una buena ganga,
afano, tiro la manga y con recomendación.
El qué dirán, qué me importa si con tal que venga el vento
yo me hago pasar por Conde o nieto de Napoleón,
por sobrino de Bartolo el que tocaba la flauta,
o por primo de Pichuco, y les toco el bandoneón.