Chamuyo al oído

Poema lunfardo

Tangotexte: Dante A. Linyera

No le digás a nadie
que yo te quiero...
a nadie se lo digas...
¡aunque sea cierto!

Pebeta pura uva, rante, canyengue,
de ojos ensartadores pa' la emoción,
que a mi alma le hizo ñudos igual que a un lengue
y me ha arrugao el cuore cual bandonión.

Pebeta que me tiene bien remetido
como chorro en la cana de su chiqué,
quiero soplarte mi alma por el oído:
¡vas a ver que no es d'esas de tré por dié!

Articulo primero: Te quiero tanto
que ya, más que cariño, mi metejón
resulta un disionario del esperanto
en el vocabulario del corazón...

Luego: tu pinta posta de distinguida
-regadera de gracia porteña, ¡así!-
me marea lo mismo que la bebida
y me pica en el alma com'un ají.

Y como m'he escabiao los copetines
de anís de Primavera de tus ojazos,
ando curda de risas y berretines
alumbrao por tus ojos y tus... chispazos.

Vos que sos una rana de la madona,
rejunando de reojo mi situación,
fresca como un quesito de La Martona
¡meta hacerme cosquilla en el corazón!

Haciéndote la gila como en un guiño,
coqueta y cachadora te divertís
azuzando el perrito, de mi cariño
y como el pobre chumba... vos te reís...

Porque, además, pebeta, sos algo dura:
en el tira y afloja del viene y vas
le ofrecés el azúcar de tu ternura
y cuando el pobre salta... no se lo das.

Largá una vez por todas el terroncito
de un "sí"... ¿no ves que el feca de mi dolor
'ta muy amargo, piba?... ¡Dale al perrito
ese cachito'e carne de un alegrón!

¿Por qué me batís malo si yo soy bueno
como el vino de un mango? ¿por qué dudás
y como un Ford cualquiera le das al freno
si vos misma, pebeta, lo acelerás?...

¿Por qué como a revoque de casa vieja
mi franqueza de reo descascarás,
si hace rato la viste de piso a teja,
y acaso vos mismita pintao la habrás?

¿Por qué me creés diquero, capaz de agravios,
capaz de chimentarte?, batí, ¿por qué?
Si acaso estoy en curda, ¿no fue en tus labios
-copetines de ensueño- que me encurdé?

¡Vamos! Esa alcancía de barro y oro
and'escondes la guita de tu pasión,
¡rompela! pa' que pueda ver tu tesoro...
¡que un ladrón pa' su grela nunca es ladrón!

¡Vamos! abrí la jaula de tu ternura,
no ves que solamente vos, con amor,
al triste gorrioncito de mi amargura
le sabés dar lechuga de corazón.