Por
Horacio Loriente

ació en Buenos Aires, en una casa de altos que existía en Corrientes y Esmeralda. Inició sus estudios de piano y violín a los cinco años de edad, continuándolos con el maestro Ernesto Drangosch, pasando becado al Conservatorio Williams, realizando un curso de armonía con el maestro Troiani.

A los once años, viaja para ingresar al Conservatorio Real de Lisboa, que funcionaba en Río de Janeiro, invitado por su director, Juan Ramozcla. Allí se graduó de profesor de piano y violín. Al regresar a Buenos Aires en 1912, ofrece conciertos en los salones La Argentina y Príncipe George’s Hall iniciando por ese entonces su actuación profesional como primer violín concertino en la Compañía de Operetas Cittá di Milano dirigida por el maestro Mancinelli.

En 1913, atraído por la música popular y en compañía de Enrique Saborido, emprende la gran aventura: París. Flores al piano y el autor de “Felicia” como bailarín, actuaron con gran suceso en los más distinguidos salones, y posteriormente, en Amberes, Bruselas y Londres entre otras ciudades. En plena guerra, en 1915, regresaron a Buenos Aires en el vapor Tubantia.

Flores trabaja en Buenos Aires y recorre localidades del interior argentino como solista de piano y, un par de años más tarde, actúa formando parte del pequeño conjunto de Arturo Bernstein. (El Alemán). Posteriormente, hace un breve pasaje por la orquesta de Agesilao Ferrazzano y, en 1919, forma su primera orquesta, debutando en el Bar Castilla —Corrientes al 1200—. Estaba formada por Geroni Flores (piano); Luis Petruccelli y Carlos Marcucci (bandoneones); Emilio Ferrer y Esteban Rovati (violines).

Por entonces, Flores había escrito “Soñador” su primer tango, que no se editó y luego “El compromiso” y “La cautiva”. Este último, de original melodía y alto valor musical es uno de sus mejores tangos.

En un paréntesis a su labor como director de orquesta, sustituye a Enrique Delfino que viajaba con Osvaldo Fresedo y Tito Roccatagliata a Estados Unidos, formando dúo con Agesilao Ferrazzano para actuar en el foyer del Teatro de la Opera, en tanto en el escenario de la sala se vivía el extraordinario suceso de “Milonguita (Esthercita)” de Delfino, cantado por Raquel Meller acompañada por la orquesta de Roberto Firpo. Ferrazzano y Flores era un número de exquisita calidad, documentado en dos versiones que registraron en discos.

Flores actuó posteriormente como solista en la Confitería Colón —de Av. de Mayo y Bernardo de Irigoyen—, y a mediados de 1922 es contratado por la Victor para imprimir discos. Flores en el piano, Emilio Ferrer y Bernardo Germino (violines) Carlos Marcucci y Pascual Mazzeo (bandoneones); Salvador Ibáñez (pistón). Al final de su etapa de grabaciones el conjunto registró cambios, entre ellos los violines, que fueron Arturo Bettoni (uruguayo) y Fausto Frontera. También en 1922 la típica Flores animaba la escena de cabaret del sainete de Samuel Linnig. Milonguita, en el Teatro Nacional donde la actriz Manolita Poli estrena su tango “Melenita de oro”, el 25 de agosto de ese año.

En 1924, crea su primer tema criollo la famosa zamba “Por el camino”, con versos de Benjamín Tagle Lara, y lo estrena al dúo Feria-Ítalo (Néstor Feria e Ítalo Goyeche), en Montevideo. En España se la conoció como “La canción del boyero” y fue una de las piezas que cimentaron el éxito del trío Irusta-Fugazot-Demare.

En aquel entonces se lucía en el Café Colón del barrio de Flores, donde se reunía con sus amigos de toda la vida: Fausto Frontera, Enrique Maciel, Julio César Sanders, César Vedani, Enrique Cadícamo y otros que no pertenecían al ambiente tanguero.

En 1925, Manolita Poli estrena su tango “Campana de plata”, en el sainete Puente Alsina —de Samuel Linnig—, en el Teatro Nacional. Registrado en discos por la orquesta de Roberto Firpo y por el cantor Ignacio Corsini.

Entre 1924 y 1929, la Orquesta Típica Flores trabajó intensamente, en los cafés Germinal y Nacional, en el cabaret Follies Bergere y en el cine San Martín de Flores.

El 21 de junio de 1929, en el Teatro Nacional, se estrena el romance federal de Vicente Retta y Carlos Max Viale La sangre de las guitarras, con música de Geroni Flores. Allí da a conocer el hermoso vals “La virgen del perdón”.

Al año siguiente, al frente de su orquesta realiza sus postreras grabaciones para la Victor. Su tango “Melenita de oro” y “Muchachita callejera” de Salvador Granata. Era un sexteto formado por Carlos V. G. Flores (piano); Antonio Rodio y Alberto Mercy (violines); Gabriel Clausi y Pascual Storti (bandoneones) y Luis Bernstein (contrabajo).

Al año siguiente, inicia una gira, actuando en Montevideo, Río de Janeiro, Islas Canarias, pasando luego a Africa y Europa. Los viajeros encabezados por Geroni Flores eran: Luis Moresco, Héctor Presas y César Ginzo (bandoneones); Alberto Mercy y Víctor Canfrange (violines); Alfredo Marino y Héctor Farrell (cantores). En Europa integraron la orquesta Alberto Celenza, Alberto Romano, Joaquín Mora, Tito Landó y otros.

Lamentablemente, Flores tuvo grandes contratiempos. Uno de ellos la desaparición del representante con todo el dinero para financiar la actividad del conjunto. Este tuvo que disolverse, lo que provocó quebranto moral a Flores y un deambular incesante en busca de la anhelada recuperación.

Vivió primero en Lisboa, dedicado a la enseñanza de piano y violín. Persona de gran cultura, dedicó su tiempo a la pintura, exponiendo sus telas en España e Italia. Interviene como actor en un filme portugués Pan nuestro, que además musicalizó.

En España, esbozando una recuperación económica, es perseguido durante la guerra civil y entonces se exilia en Lisboa.

Allí, en 1950, se encuentra con el letrista Lito Bayardo —en gestión oficial de SADAIC—, éste le da la oportunidad de regresar a Buenos Aires pero Flores no acepta. Le entrega el manuscrito de un tango —que sería póstumo— pidiéndole a Bayardo que le haga los versos. El tema se llama “Flor de pena” y lo graba en Buenos Aires la orquesta de Eduardo Del Piano cantando Roberto Bayot.

Además de “La cautiva” y “Melenita de oro”, destacamos: “A la luz del candil”, “Andate con la otra” y “Melancólica casita”, con Enrique Dizeo, “Sólo se quiere una vez”, con Claudio Frollo, “Álzame en tus brazos”, con Francisco García Jiménez, “Muchachos me voy”, con Agustín Magaldi y Pedro Noda y la canción criolla “Mientras lloran los zorzales”, con Benjamín Tagle Lara.

Muere en Madrid en casa del conde de Arcentales, donde residía, siendo sus restos sepultados en el cementerio de San Isidro.

Tomamos las palabras de Julián Porteño, cuyas expresiones compartimos totalmente, para epilogar esta semblanza:

«Bohemio errante, Flores paseó su talento musical por el orbe, difundiendo tangos y música folklórica en un estilo personal y sutil. Y si como autor logró obtener un prestigio nada común, como intérprete del piano alcanzó tal suceso, que quienes tuvieron el privilegio de escucharlo, no podrán olvidarlo jamás».

Publicado en el libro Ochenta notas de tango. Perfiles biográficos, Ediciones de La Plaza, Montevideo 1998. Auspiciado por la Academia de Tango del Uruguay.