María Luisa Carnelli

Nombre real: Carnelli, María Luisa
Seudónimo/s: Luis Mario y Mario Castro
Letrista, periodista y escritora
(31 enero 1898 - 4 mayo 1987)
Lugar de nacimiento:
La Plata (Buenos Aires) Argentina
Por
Néstor Pinsón

ació en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, a media cuadra del bosque que caracteriza esa ciudad. Desde muy chica le gustó el tango, eran diez hermanos y los varones lo escuchaban a escondidas, porque los padres no querían de ninguna manera que esa música entrara en la casa. Según su propio comentario, los muchachos le quitaban la bocina al gramófono para que apenas se pudiera escuchar el disco. Cierta vez una hermana tuvo la ocurrencia de bailar un tango en una casa de familia y el padre le dio un tremendo castigo.

En una entrevista publicada en 1980 por la revista Tango, un siglo de historia, de editorial Perfil, la letrista recuerda: «Desde muy chica escribí versos. Cursé el colegio normal y luego me casé. A partir de ese momento comenzó mi trayectoria de periodista, fueron algunas colaboraciones para la revista El hogar, luego en todas las revistas y diarios de Buenos Aires».

Su relación con el tango comienza en el año 1927, y el causante fue el poeta Carlos Muñoz, más conocido por Carlos de la Púa o simplemente como el Malevo Muñoz. Resulta que éste debía hacerle una letra a un tango de Julio De Caro, justamente su título era “El malevo”, pero como no escribía tangos se lo pasó a Enrique González Tuñón y como éste tampoco escribía poemas —el poeta era su hermano Raúl— se los pasó a su amiga María Luisa: «Lamentablemente, De Caro en sus memorias da como autor a Muñoz, pero la letra la escribí yo».

En todas las discografías y comentarios al respecto es ella la que figura, con su seudónimo Mario Castro, aunque De Caro lo grabó el 2 de febrero de 1928 en forma instrumental. También le puso letra a “Moulin Rouge”, de Francisco De Caro, que la orquesta grabó tres veces, siempre sin canto y a “Primer agua”, cuyo estribillo estuvo a cargo de Félix Gutiérrez, en su única intervención en este conjunto. Como Luis Mario, su otro seudónimo, escribió la letra a “Dos lunares” de Francisco De Caro, que también se grabó sólo instrumental.

«Hacia 1929 con Edgardo Donato compuse “Se va la vida”. Como en aquel momento casi todos los tangos llevaban letras lunfardas y yo ya conocía ese lenguaje por mis hermanos y el ambiente periodístico que frecuentaba, tenía que usarlo. En ocasión de un homenaje a Filiberto, se sentó a mi lado mi colega Last Reason. En dicha reunión, la orquesta invitada tocó “Se va la vida”. Entonces Reason comentó que era un tango realmente lindo, a excepción de la letra. Se despachó a gusto en contra de la misma y finalmente le dije que era mía y hay que ver el mal momento que le hice pasar. Ese tango se impuso en España llevado por Azucena Maizani. Allá gustó mucho, a tal punto que Manuel Pizarro me comentó que los tangos que más solicitaban eran “La cumparsita”, “Adiós muchachos” y “Se va la vida”».

Vinieron los años 30 y el tango comenzó a decaer en el interés popular. Las cifras que percibía nuestra protagonista por los derechos de autor también se achicaban y, por ese motivo, se le ocurrió consultar con Sebastián Piana alguna cosa para seguir trabajando y decidieron crear otro ritmo que no era jazz, ni tropical, el tam tam. Pero cuando presentaron el proyecto a la Secretaría de Prensa el tema quedó archivado.

«Escribí cuentos y poemas, viajé por 24 países; fui corresponsal para un diario argentino desde España durante la guerra civil. Escribí letras de tango porque sobreviven más, por su popularidad y porque con la letra de “Cuando llora la milonga”, de Filiberto, gané mas que publicando ocho libros».

Resultan muy interesantes sus gustos y opiniones sobre el tango: «El tango de ahora no me gusta. Hay muchas orquestaciones, mucha técnica, pero le han quitado su carácter de porteño. El tango me gusta hasta 1940 por la fuerza exultante que trae del mismo país. Además, no estaba comercializado. Había una emulación legítima no la que fue impuesta después. Si un músico creaba algo, otro intentaba superarlo sanamente. El tango canción alcanzó su punto máximo con Filiberto. Después de la guerra viene la decadencia, pierde mercados, decae en el exterior, se tolera una invasión de jazz. Por eso me quedo con la Guardia Vieja, sin dejar de reconocer el que va de 1925 a 1940. Al tango no se le ha hecho una propaganda adecuada. Ha habido una penetración imperialista de fabulosos capitales que ha permitido que el tango vegete, mientras los demás ritmos lo han ido ahogando».

Cuando se refiere a los cantores expresa su preferencia por el Gardel de las primeras épocas. De los actuales le gustaba Jorge Sobral. Con respecto a los poetas es contundente: «...aquí ha habido una especial idolatría por Discépolo y es un error. Se ha dicho de él que era el Schopenhauer del tango, pero no por el genio sino por el pesimismo. Ese fue su error. Quien sí era un apóstol era Almafuerte. Un verdadero poeta. También Navarrine y Manzi que se han acercado a lo nuestro, allí esta por ejemplo un tema como “Gajito de cedrón”... Yo fui una muchacha de familia burguesa con ambiciones literarias a quien le resultaba realmente incongruente escribir tangos lunfardos. Mi padre jamás supo que yo los escribía».

Aparte de los títulos nombrados, entre muchos otros le pertenecen: “Pa'l cambalache” (con Rafael Rossi), grabado por Gardel. “La naranja nació verde”, con el mismo músico. “Dieciocho kilates” y “Quiero papita”, con Ernesto Ponzio, el último registrado por la Orquesta Típica Victor con Alberto Gómez. La misma orquesta con Luis Díaz le grabó “Cómo me gusta”, con música de Ascanio Donato. Con Filiberto la letra de “Linyera” y de un gato, “Azul de cielo”. Con Luis Teisseire hizo “Mano santa” y la milonga “Luna roja”. Tambíén es la autora de: “El Taura”, “Avellaneda”, “De quién es eso”, “Tardes pampeanas” y muchas letras más.

Las «malas lenguas» han dicho que sus letras más populares no las escribió ella sino quien fuera su pareja sentimental, hasta su fallecimiento en 1943, Enrique González Tuñón. Pero esto es sólo una anécdota.

Con respecto a “Cuando llora la milonga”, en el libro Cien tangos fundamentales, de Oscar Del Priore e Irene Amuchástegui, citan a Roberto Selles a quien la autora le confió: «Es mi letra más popular, pero no la que más me agrada, tuve que escribirla un poco a gusto del compositor».

Y con respecto a “Linyera”, tango que obtuvo el primer premio en los concursos de Max Glücksmann de 1930: «El término utilizado no es correcto. Pues la historia narra el revés que sufre un hombre por la traición de un amor, entonces emigra de su ambiente y se dedica a la vagancia, por lo tanto es un vago o un atorrante, o sea una persona dedicada al ocio, a la haraganería, un ocioso sin ocupación ni domicilio, un holgazán, pero nunca un linyera. Éste era un pobre en busca de trabajo, jornalero o peón y que solía transitar en los trenes que marchaban para las zonas del interior del país donde hubiera cosechas para levantar. Iba con «la linyera al hombro» un palo, por ejemplo, sosteniendo un atado de ropas y algún alimento. A unos y otros, mas tarde, se los llamó crotos, por aquel gobernador de Buenos Aires, José Camilo Crotto, que les dio pasaje gratis en los vagones de carga».

En resumen, María Luisa Carnelli fue sin duda, un personaje de Buenos Aires, más letrista que poetisa, esta mujer vivió la vida y la bohemia de un tiempo en el que el tango reinaba y la identidad nacional era un valor que los argentinos tratabamos de preservar.