Rodolfo Mederos

Nombre real: Mederos, Rodolfo
Bandoneonista, director, compositor y arreglador
(25 marzo 1940 - )
Lugar de nacimiento:
Buenos Aires Argentina
Por
Ricardo García Blaya

adie puede negar las virtudes de este excelente bandoneonista y original arreglador. Aunque debo confesar que su música nunca me conmovió, aunque admiro su coraje innovador.

En sus comienzos, estaba hechizado por Astor Piazzolla y sin embargo quería escaparse de esa influencia, pretendía más. Pese a haber tocado con Astor e integrado varios años la orquesta de Osvaldo Pugliese —junto con otros jovenes músicos de su generación que participaban de una similar idea musical—, buscaba su propio destino.

Este porteño nacido en el barrio de Constitución, cuya infancia transcurrió en Entre Ríos y que se fue a estudiar biología a la Universidad de Córdoba, es un estudioso del bandoneón.

Formó sus primeros conjuntos a partir de 1960 para tocar en las radios de la provincia y en la televisión. Su Octeto Guardia Nueva trascendió hasta tal punto, que el propio Astor al escucharlo en una de sus giras, le propuso que viajara a Buenos Aries.

Cuando pocos años después Piazzolla vuelve a Córdoba, lo invita a Mederos a participar en sus recitales.

En 1965, viaja a Buenos Aires y graba su primer disco Buenos Aires al rojo donde alterna obras de Juan Carlos Cobián y Astor Piazzolla con temas propios.

Luego de pasar dos años fuera del país, primero en Cuba y luego en París, vuelve a la Argentina y en 1969 se integra a la nueva orquesta de Osvaldo Pugliese, originada a raíz de la decisión de sus músicos, de seguir únicamente con el sexteto que recién habían armado: el Sexteto Tango. Allí comparte la fila de bandoneones con Arturo Penón, Daniel Binelli y Juan José Mosalini.

En 1976 forma un nuevo conjunto, de culto para algunos: Generación Cero.

La irrupción con su grupo Generación Cero fue poco convencional e irreverente. Su sonido intentaba un triple fusión entre el jazz, el rock y la canción de Buenos Aires. Lucía rebuscados arreglos con reminiscencias impresionistas. Era una ruptura intencional, una búsqueda juvenil que quería transitar un nuevo camino en la música.

El hecho que el conjunto contara con un bandoneón no significa que esta música rara y experimental conformara una variante del género tango, más allá que tocaran algún tango, porque no tenían ni el yeite, ni el ritmo y los arreglos modificaban la melodía, hasta tal punto, de hacerla irreconocible. No obstante, poco a poco fueron ganando un sector intelectual, ávido de novedades.

En 1976, aparece el primer larga duración, Fuera de broma 8, que inaugura toda una serie exhultante de este estilo inconformista y audaz. Lo siguen: De todas maneras (1977), Todo hoy (1978), Buenas noches, Paula (1983), Verdades y mentiras (1984) y Reencuentros (1989).

No obstante sus características, su propuesta fue adquiriendo trascendencia y su personalidad artística se fue consolidando, logrando el reconocimiento del público, especialmente en el extranjero.

Inicia la década del 90 con un firme posicionamiento en la escena musical y vuelve a las grabaciones con una nueva serie de discos compactos, con diversas formaciones: Tanguazo (1993), Carlos Gardel (1994), Mi Buenos Aires querido con un trío en el que participa el gran pianista Daniel Barenboim (1995), El día que Maradona conoció a Gardel (1996), El tanguero (1998) y Eterno Buenos Aires (1999). En el 2000, sigue su producción con el disco Tango Mederos-Brizuela y con otro que registra la música de la película Las veredas de Saturno que compusiera originalmente, veinte años antes.

Además de este film franco-argentino dirigido por Hugo Santiago (1986), tuvo a su cargo las bandas de sonido, o parte de ellas de: Crecer de golpe de Sergio Renán (1976), Memorias y olvidos de Simón Feldman (1987), Después de la tormenta de Tristán Bauer (1991), Diario para un cuento de Jana Bokova (1997), Sus ojos se cerraron de Jaime Chávarri (1998) y Contraluz de Bebé Kamin (2001).

En el año 1999, forma un quinteto con el pianista Hernán Posetti, el violinista Damián Bolotín, el guitarrista Armando de la Vega y el contrabajo de Sergio Rivas, responsables del disco Eterno Buenos Aires ya mencionado.

Su especial ductilidad para fusionar con aire de tango diferentes ritmos y géneros, tiene su manifestación más evidente, en la serie de recitales que participó, invitado por músicos del folclore, el pop y el rock. También se destacan sus colaboraciones en discos de Mercedes Sosa y Luis Alberto Spinetta, y más recientemente con el catalán Joan Manuel Serrat en su disco titulado Cansiones, aunque con este ya había participado anteriormente, en 1994, en dos temas del disco Nadie es perfecto.

En el plano docente, fue profesor titular de la Cátedra Elementos técnicos del lenguaje del tango, en la Escuela de Música Popular de Avellaneda.

Para cerrar, dos conceptos del propio Mederos que lo pintan de cuerpo entero: «En algún punto el arte debe irritar y provocar sospechas. El arte es auténtico cuando no es complaciente».

«Hay una suerte de piazzollización que es asfixiante. Sus piezas (por Piazzolla) son una luz, pero pueden enceguecer».