Por
Mario Safier

eyendo el diario Clarín encontré un interesante artículo de Héctor Negro sobre el maestro Raúl Garello donde contaba que nació en la ciudad de Chacabuco, Provincia de Buenos Aires y afirmaba, que a través del tiempo, con su presencia, el tango contemporáneo logró exhibir uno de los más importantes aportes en lo que se considera la promoción de músicos “post Piazzolla”.

Coincido totalmente con este concepto, porque como es público y notorio, Astor marcó una verdadera brecha entre el sonido de los cuarenta y el tango actual, un antes y un después en la música porteña. Garello es una feliz consecuencia de este proceso.

Llegó a Buenos Aires desde su ciudad natal, con el oficio de haber integrado distintos conjuntos locales.

Inmediatamente se vinculó a la orquesta estable de Radio Belgrano, donde conoció a Leopoldo Federico, a quien reemplazó luego en el cuarteto de Roberto Firpo (hijo).

Participó en diferentes agrupaciones acompañando a prestigiosos cantores de la época y grabó con Roberto Pansera.

Junto a los bandoneones de Alfredo de Franco y Osvaldo Piro integró un conjunto para acompañar a Alberto Morán, dirigiendo al año siguiente, la orquesta que llevaba el rubro del citado cantor.

Al poco tiempo se produjo su “recalada” más fructífera y relevante: su incorporación como bandoneonista en la orquesta de Aníbal Troilo, etapa que influiría poderosamente en su estilo y personalidad.

Sus primeros trabajos como orquestador se registraron en 1966: “La guiñada” de Agustín Bardi, para la orquesta Baffa-Berlingieri y “Los mareados” de Juan Carlos Cobián, para la de “Pichuco”, orquesta en la que permaneció como arreglador y bandoneonista hasta la desaparición de su director en 1975.

Merece destacarse cómo llegó Garello a ocupar el puesto de arreglador “oficial” de Troilo. Este estaba en los estudios de RCA-Victor para encarar una serie de grabaciones con su orquesta, cuando le hacen escuchar un flamante registro de su ex cantor Roberto Goyeneche. “Pichuco” se queda admirado por el sonido de la orquesta que acompaña al “Polaco” y pregunta quién es el responsable de la orquestación. Al respondérsele que era Raúl Garello, pregunta: «¿El mismo que toca conmigo?». Cuando le ratifican el dato, Troilo lo encara a Garello y le pregunta si no se animaba a hacer algún arreglo para su agrupación .Es así que encara en 1967 el primero de estos cometidos con una versión instrumental de “Los Mareados”, que luego integraría el volumen 2 de “Troilo for Export”.

A partir de ese momento Garello pasa a arreglar todo el repertorio de “Pichuco”, excepto los temas de Julián Plaza, que siguen estando a cargo de éste. En un reportaje radial, Garello manifestó que más que arreglador se consideraba instrumentador, dado que el verdadero arreglador era “Pichuco” que aprobaba o vetaba lo que él escribía.

Desde 1965, ya como director, actuó y grabó con destacados solistas: Roberto Goyeneche, Rubén Juárez, Floreal Ruiz, Roberto Rufino, Eladia Blázquez, Edmundo Rivero, el español Dyango y Susana Rinaldi, figurando en los discos del sello Victor, como “Orquesta Típica Porteña”. También escribió para las orquestas de Enrique Francini y Leopoldo Federico.

En 1974 debutó con su primera agrupación, un sexteto, en “El viejo almacén” de San Telmo y cuyo propietario era el gran cantor Edmundo Rivero.

El año 1977 marca el inicio de una sensacional serie de cuatro discos instrumentales, con su orquesta ampliada con el concurso de 27 músicos, en los que dio a conocer su obra de compositor: “Che Buenos Aires”, estrenado anteriormente por la orquesta de Troilo en 1969, “Verdenuevo”, “Margarita de agosto”, “Muñeca de marzo”, “Pequeña Martina”, “Bien al mango", “Vaciar la copa”, “Aves del mismo plumaje”, “Che Pichín” y “Pasajeros del tiempo”.

En esa etapa surgen también de su inspiración, numerosas obras cantables, entre las que pueden citarse “Dice una guitarra”, con un magnífico registro de Carlos Casado con la orquesta de Osvaldo Piro; “Llevo tu misterio”, grabado por Roberto Rufino y “Buenos Aires conoce”, grabado por Floreal Ruiz ambos acompañados por el propio Garello, con los versos de su hermano Rubén; “Hace 200 tangos” con letra de Federico Silva y “Tiempo de tranvías” con Héctor Negro.

Desde 1980 es co-director fundador de la “Orquesta del Tango de Buenos Aires”, alternando como director y arreglador con el maestro Carlos García. El 9 de julio de 1990 alcanzó una preciada meta: actuó al frente de su orquesta en el Teatro Colón. Ya en 1988 había vivido con su conjunto otra experiencia no menos incitante: la participación en una película: “Tango for two”, dirigida por Héctor Olivera.

Algunos años después, entre agosto de 1987 y febrero del ‘88, Garello y Horacio Ferrer escriben todos los temas del álbum “Viva el Tango”. Luego, con su orquesta y el cantor Gustavo Nocetti actuaron junto a Ferrer en los escenarios de Buenos Aires, Montevideo, Amsterdam y La Haya y en varias ciudades de Turquía.

A mediados de los ´90 efectúa una serie de arreglos de temas de Gardel y Le Pera para gran orquesta, dos bandoneones y piano, presentándose en la ciudad francesa de Toulouse junto a la sinfónica local dirigida por Michel Plasson. Intervienen también en ese concierto: Julio Pane en bandoneón y Salvador Giaimo en piano y se llevó al disco. Dicha actuación se repite a fines de la década, en la ciudad alemana de Dresden con la filarmónica local.

La música y el estilo de Raúl Garello se identifican plenamente con el Buenos Aires actual; con un sonido personal, su riqueza armónica y una envolvente belleza estética.

Su éxito tiene correspondencia con el espíritu y concepción de sus obras, el tratamiento que proponen sus arreglos instrumentales y su criterio en la selección del repertorio.

Sin duda, la esencia verdadera del tango está presente, ya que Garello lejos está de ser un músico “rupturista”.

Defiende la concepción de que el Tango es un largo devenir evolucionista con más de cien años de historia. Y por supuesto, mantiene el espíritu troileano del cual jamás renegó y adhiere fervientemente, a tal punto de reconocer públicamente que su ascendente trayectoria no hubiera sido posible sin los años transcurridos junto a "Pichuco".