Federico Silva

Nombre real: Silva Iraluz, René Federico
Letrista y periodista
(5 enero 1920 - 4 febrero 1986)
Lugar de nacimiento:
Montevideo Uruguay
Por
Ricardo García Blaya

ste interesante letrista uruguayo es un fiel representante de la escuela romántica que, en gran medida, surgió en la década del cuarenta. Si bien tuvo admiración por la pluma de Homero Expósito —no precisamente un romántico puro—, en sus comienzos, su estilo tiene más que ver con José María Contursi.

Horacio Ferrer, no niega lo anterior, pero dice que su obra está marcada por la influencia de Expósito, que después evoluciona hasta determinar un estilo más personal.

Pese a estas sutiles diferencias, resulta evidente que el Silva de los años sesenta expresa una poesía directa, que mantiene la naturaleza romántica y sentimental, pero con un diseño menos formal y más moderno.

Para Gobello: «Fue un letrista de gran oficio, dotado de buen gusto y de cierto decoro literario adquirido, seguramente, en sus tareas periodísticas. No es poca cosa pero, siendo bastante, no alcanza a ser la poesía». (Tangos, Letras y Letristas, Editorial Corregidor.)

Su primer tango fue “Déjame verte”, de 1943. Después le siguieron “Pena de luna”, (con música de Sebastián Piana), “Letra de tango”, “Flor amarga” (José Puglia y Edgardo Pedroza), “Sin estrellas”, “Vencida” y “Murga de pibes” (con Donato Racciatti). A fines del cincuenta comienza otra serie exitosa con “Hasta siempre amor” (Donato Racciatti), “Que falta que me hacés” (Armando Pontier y Miguel Caló), “El puente” (Armando Pontier), “Vos y yo corazón” (Luis Stazo), entre muchos otros de esta época.

Federico Silva fue ante todo un periodista. Se inició como cronista en el diario El País —el más importante de Uruguay—, en 1937. Fue luego redactor deportivo del vespertino El Diario, donde firmó sus notas con el seudónimo Esfiel. En 1938 continúa, escribiendo sobre el mundo del espectáculo en la revista Cine Radio Actualidad. Integró más adelante, entre 1955 y 1965, el staff del semanario Marcha, que era una revista que reunía a intelectuales y políticos, haciendo crónicas relacionadas a la música y al tango.

También escribió en las revistas Tangueando, de Montevideo, y Cantando de Buenos Aires. Como veterano cronista del diario El País, fue responsable, desde 1958 a 1960, de la edición especial que hacía ese periódico en cada aniversario de la muerte de Gardel en su Suplemento Familiar.

Como dato interesante cabe destacar que Federico Silva siempre escribió sobre Gardel con la convicción de su nacionalidad francesa y reconociendo la maternidad de doña Berta. Obran en nuestro poder, las ya mencionadas ediciones del Suplemento Familiar donde expresa en forma directa y concreta esta postura.

En la década del sesenta, escribe, “Tal vez mañana” (Donato Racciatti), “Amor de verano”, “Desconocidos” y uno de los tangos que más me gusta “Ya vuelvo” (todos con Luis Stazo).

En 1968, escribe 12 temas para una producción discográfica del sello Victor, con el cantor Roberto Goyeneche acompañado por la orquesta de Aníbal Troilo. Todos los temas fueron compuestos por Armando Pontier. Entre ellos se destacan: “Palermo en octubre”, “Cielo de cometas”, “Otra vez Esthercita” y “Nuestro Buenos Aires” que daba nombre al larga duración.

Además de letrista y periodista, Federico Silva también escribió interesantes libros: Informe sobre Gardel, Informe sobre Sosa e Informe sobre Troilo, y tuvo una importante actuación radial como director del programa Motivos Populares que se difundió durante más de veinte años, por las emisoras Sport, El Espectador y Montecarlo de Montevideo.

Evidentemente, sus éxitos más grandes fueron los ya mencionados tangos “Hasta siempre amor” y “Qué falta que me hacés”, que cuentan con muchas versiones discográficas y figuraron en el repertorio de los cantantes más importantes de su momento.

Sobre “Qué falta que me hacés” resulta interesante saber que fue estrenado en radio El Mundo por la Orquesta de las Etrellas de Miguel Caló, el 15 de abril de 1963. Días antes, el 11 de abril, cuando lo ensayaban con el cantor Alberto Podestá, el representante de la orquesta, José María Suñé, tuvo que echar a Federico Silva por sus molestas indicaciones de cómo debía ser cantado. La coautoría de Miguel Caló se debe pura y simplemente a motivos comerciales, pues nada tuvo que ver con la creación del tema.

Fotos: del archivo de el diario El País, de Montevideo, proporcionadas por Raúl Montero.