odía vérsela siempre con un gesto adusto, sentada con la espalda alineada, atenta a la pista con ojos de halcón; pero al trato personal o viéndola bailar, desplegaba una sonrisa que iluminaba el salón.

Marta Elena Antón, había nacido en Bonifacio, Laguna Alsina, partido de Guaminí, sur de la provincia de Buenos Aires, pero allá por 1945 llegó con su familia a Buenos Aires, se instaló en Floresta y comenzó a desarrollar su pasión.

«Soy géminis en gémenis –decía a este autor–. Me gustaba el tablado, el teatro, y quería ser bailarina». Estudió danza clásica en el Teatro Colón, luego bailes españoles y más tarde folklore. A los 16 años, ya bailarina experimentada, se recibió de profesora de corte y confección.

«Siempre estudié y trabajé. Cumpliendo los horarios, el día rinde las 24 horas». También estudió peluquería, contabilidad, dactilografía, inglés. Hacia fines de la década de 1950, siempre acompañada por su madre, entró a la milonga. «Iba a donde se bailaba bien: el Social Rivadavia, casa chorizo pintada de gris clarito y gris perla. Se entraba por un pasillo y allí estaba quien vendía las entradas y alquilaba las corbatas; porque no se podía bailar sin corbata ni otra camisa que no fuera blanca. Mi mamá cosía y yo me cambiaba mucho de ropa. Se usaba la campana plato (falda acampanada con movimiento)».

De a poco Marta aprendió el tango. «Aprendí en la milonga, de animarme. Tenía muchos años de manejo del cuerpo y no me resultó difícil. Siempre alabaron mis pies, mi forma de pisar como si flotara». Y en los años 80, el maestro Antonio Todaro le pidió en Salón Canning que fuera su asistente, por lo que trabajó con él en tres academias. Después, el estudio hizo brillar el don.

Formó pareja con Luis Grondona y, dedicados a la difusión del canyengue, grabó videos para el programa El Yeite del Canal Solo Tango; participó de la obra Marathon, en el Teatro Colón y trabajó en las películas Funes, un gran amor (Raúl de la Torre, 1993) y Evita (Alan Parker, 1996).

Años después, formaría pareja en el tango y la vida con El Gallego Manolo (Manuel María Salvador) y desarrollaría una carrera internacional fundada en el canyengue. Crearía el MOCCA (Movimiento Cultural Canyengue Argentino) y difundiría mundialmente un estilo de baile que para muchos parecía extinguido.

Gran parte de sus exhibiciones pueden encontrarse en YouTube y en colecciones privadas. Marta Antón fue madre, maestra, profesional; pero sobre todo fue una representante de la disciplina, ese ejemplo de que se puede lo que se quiere cuando se ama.

El autor es profesor, bailarín e investigador del tango danza. Es autor de Nuevo glosario de tango danza, La pista del abrazo, Tango FAQs y Los Legionarios del Abrazo – Historia del tango danza 1800-1983. www.tangosalon.com.ar / info@tangosalon.com.ar