Por
Oscar Zucchi

ació en el barrio de San Telmo en una cortada llamada Luján.

Se desempeñó dúctilmente en un período importante del tango, desde comienzos de la década del 20 hasta los inicios de los 40, en que se desarrolló su más intensa actividad.

Sus jalones comienzan integrando el primitivo sexteto de Carlos Di Sarli, además, integró los conjuntos de Juan Carlos Cobián, Carlos Vicente Geroni Flores, Juan Carlos Bazán y fue codirector con Armando Baliotti de su propia orquesta.

Casi a los veinte años comenzó a estudiar, al sentirse atraído por el bandoneón: «Compré el primero siendo dactilógrafo de una empresa metalúrgica, fue en la casa Celestino Fernández, era marca El Argentino y su precio $350. Lo agarré al revés, pero me gustó y lo llevé».

Desconocía todo lo relativo al arte musical, pero se vinculó a Domingo Julio Vivas, bandoneonista y luego guitarrista de Carlos Gardel, que lo fue introduciendo en la materia. «Vivas me pasaba de oído las piezas que más me gustaban y a los tres meses tenía un repertorio de unas diez composiciones. Vivas, por las tardes, tocaba en el Café Domínguez (Corrientes entre Paraná y Montevideo). Una tarde que fui a escucharlo me pidió que lo reemplazara un rato pues tenía un trabajo simultáneo. Me largué y toqué por varias horas pues se demoró. Así estuve quince días y ocurrió, una tarde, que me preguntó si yo tocaba “La cumparsita”, respondí que sí, entonces me envió al Teatro Porteño pues buscaban dos bandoneonistas. Me presenté y me tomaron. Trabajé allí dos meses.

«Estudié armonía por mi cuenta con el tratado de Rimsky Korsakoff. En 1923, en el Domínguez, debuté en un humilde trío junto a Mario Brugni (violín) y Pedro Vilella (piano). Después con Carlos Vicente Geroni Flores y luego integré el conjunto de Juan Carlos Bazán.

«Con Flores, para las grabaciones, me reemplazaba el Chula Gabriel Clausi. Eso fue en el cine San Martín de Flores (Rivadavia 7056)».

En 1927 Osvaldo Fresedo presenta su conjunto en El Tabarís (ex Royal Pigall) y, al mismo tiempo, otro sexteto en el Casino Pigall (Maipú entre Corrientes y Sarmiento). Pero había contraído otros compromisos con el Bar Fresedo y en el Cine Fénix de Flores (Rivadavia 7802). Por tal razón, se vio obligado a armar otro sexteto, al que denominó Fresedo, tal como estipulaba el contrato con el Fénix. Para ello llamó, por consejo de su suplente José Pécora, a Carlos Di Sarli que estaba inactivo, quien dirigió este conjunto en el que participaba Ginzo. En retribución al gesto, el pianista bahiense le dedicó la hermosa melodía del tango “Milonguero viejo (Fresedo)”, que ya estaba compuesto desde 1926.

Ginzo se alejó en 1928 y no llegó a grabar con ese sexteto. Ese mismo año regresa al país Juan Carlos Cobián para grabar en el sello Victor. Forma una amplia orquesta con Cobián (piano), Elvino Vardaro, Manlio Francia, Vicente Russo, Fausto Frontera y Bernardo Gerrmino (violines); Luis Petrucelli, Ciriaco Ortiz, César Ginzo, Vicente Romeo y Luis Minervini (bandoneones); Humberto Costanzo y Adolfo Krauss (alternaron en el contrabajo). El pianista René Cóspito también tuvo participación en este conjunto. El estribillista fue Francisco Fiorentino, que llegó para sustituir a Romeo como bandoneonista y aprovechar su cualidad de cantor.

Luego fue invitado a integrar el cuarteto que formó Armando Baliotti con los músicos del sexteto de Miguel Caló que decidieron no viajar a España con Roberto Maida y Cátulo Castillo. Los que se quedaron fueron Raúl Kaplún (violín) y Domingo Cuestas (bandoneón). Enseguida se agregaron Luis Adesso (contrabajo) y Domingo Mancuso (violín), como vocalista Carlos Alsina.

En los comienzos de la década del 30 disminuye el trabajo de los conjuntos, al aparecer el cine sonoro. Baliotti y Ginzo se asocian para trabajar en el centro de la ciudad y primero se presentan en un café de la calle Corrientes que lindaba con El Germinal, eran los mismos muchachos salvo la incorporación de Alfredo Attadía y Martín Cuestas (bandoneón) que reemplazó a su hermano Domingo Cuestas que volvió a la orquesta de Miguel Caló.

En 1931 se presentan en el Salón Imperio, de Maipú y Lavalle. A continuación lo convoca Carlos Vicente Geroni Flores para viajar a Europa: España, Italia, Francia, Islas Canarias y ciudades africanas. Los músicos eran: César Ginzo, Héctor Presas y Luis Moresco (bandoneones), Alberto Mercy y Víctor Canfranc (violines), Geroni Flores (piano); Alfredo Marino y Héctor Farrell (cantores). En 1933 grabaron algunos temas en Barcelona, para La Voz del Amo (Victor en España): por el trío de bandoneones “Criolla linda”; solo de piano por Geroni Flores: “La querencia”. Ese año retornaron al país y vuelve a formarse el dueto Baliotti-Ginzo.

En 1938 se presentó con orquesta propia en diversos locales nocturnos, en el Hotel Alvear, a la hora del té en Harrod’s y en LR5 Radio Excelsior, donde estuvo durante ocho meses al frente de tres orquestas distintas: La Típica Ginzo, la orquesta folclórica América y la tercera de música ligera.

Los músicos básicamente eran los mismos: Jaime Gosis (piano); Ginzo, Anselmo Esmella y Jorge Sara (bandoneones); Víctor Hormaechea y Carlos Campanone (ambos ex violinistas del sexteto Vardaro-Pugliese); Francisco Molo (viola); Wilek (contrabajo).

Entre 1938 y 1946 estuvo entre otras actividades musicales en Radio Splendid, Prieto y La Voz del Aire. Continuaron en locales nocturnos de renombre. En 1947 la orquesta folclórica, con algún refuerzo, intervino en secuencias de la película Santos Vega, con la presencia del actor Fernando Ochoa. La música incluyó cuatro obras de Ginzo y obtuvo por ella el premio Cóndor.

En 1969 ya llevaba varios años retirado y viviendo en Mar del Plata. No fue un prolífico compositor, pero se pueden nombrar por destacados: “Corazón callate un poco”, en colaboración con Baliotti, “El tábano” y “Sin ternura” (también con Baliotti), “Noche de San Juan” (con Roberto Dolard y letra de Celedonio Flores), “Perdoná si no vuelvo” (con letra de Carlos Pesce), el vals “En un rincón de Hungría” (con letra de Marvil). También compuso algunos temas folclóricos como las zambas: “Camino de San Javier” y “Nunca te pude olvidar”.

Extraído del libro: El tango, el bandoneón y sus intérpretes, Tomo IV, Editorial Corregidor, Buenos Aires 2008.