Por
Horacio Loriente

ació en Buenos Aires, en el barrio de la Boca (Suárez 531). Fueron sus padres Tomás Di Clemente y Laura Dell’Oglio, ambos italianos, de Génova.

Estudió solfeo, teoría y violín con Eduardo Diego Giance, maestro español radicado en la barriada boquense, en la calle Brandsen y Martín Rodríguez. Sus comienzos profesionales los realizó en el Cine Marconi, en su barrio, con César Bartolotto hijo del dueño del cine, que como Di Clemente tocaba el violín, y el pianista Domingo Fiordalese. Decía Dicle: «Más que a ganarnos la vida íbamos a practicar y divertirnos...»

Posteriormente dentro de alineaciones diversas, realizan bailes, reuniones, integran comparsas y antes de su debut en el centro actúa en el famoso Café La Marina, de Suárez y Necochea, junto a Rafael Nana y Rosario Scandura.

En setiembre de 1919, reemplaza circunstancialmente a Julio De Caro en el trío de Ricardo Brignolo, cuando De Caro fue requerido por Osvaldo Fresedo para uno de los «Bailes del Internado». Junto con Dicle se presentaba el pianista Luis Cosenza, ya que José María Rizzuti acompañó a De Caro, también requerido por Fresedo. Este acontecimiento se producía en el Bar Central o Café Marinoni, en la avenida de Mayo y Tacuarí.

Sigue Di Clemente actuando en su barrio hasta que tiene oportunidad de integrar la Orquesta Royal’s, un conjunto espectáculo, en el Cine Standard (Corrientes y Junín), formada por Roberto Goyheneche (piano), Juan Bautista Deambroggio (bandoneón), Emilio Ferrer y José Di Clemente (violines), Juan Carlos Bazán (clarinete) y Alejandro Michetti (flauta), pasando luego al Teatro Apolo al estrenarse El bailarín del cabaret, de Manuel Romero, por la compañía César Ratti. Allí acompañan a Ignacio Corsini en el estreno del tango “Patotero sentimental”.

La orquesta es requerida posteriormente por la empresa del Teatro Nacional, en el segundo año de la representación de la pieza de Alberto Vaccarezza Cuando un pobre se divierte donde el actor José Cicarelli cantaba “La copa del olvido”. Del conjunto se había alejado Roberto Goyeneche, sustituido por Alfonso Lacueva, se incorporaba Carlos Marcucci como segundo bandoneón y también desertaba el clarinetista Juan Carlos Bazán.

Sin orden cronológico, dentro de las actuaciones de la Royal’s, corresponde destacar su presentación en la ciudad de Salto (Uruguay), en el music hall Novedades y baile en el Club Uruguay realizando una función popular al aire libre, con éxito apoteósico. Allí se estrenó el tango “Cacique”, de Di Clemente. Era entonces un sexteto, formado por Raúl Fernández (piano), Juan Bautista Deambroggio (Bachicha) y Eusebio Botto (bandoneones), Emilio Ferrer y José Di Clemente (violines) y Alejandro Michetti (flauta y batería).

Se aleja Dicle de la Royal’s y pasa a trabajar en el cuarteto del Negro Eduardo, bandoneonista que, en realidad se llamaba Floriano Benavento, en el Café Colón de Barracas. Sus compañeros, además del director eran Emilio Marchiano (violín) y César Bertolotto (piano).

En el año 1923 integra la orquesta del pianista Alfonso Lacueva, actuando en casi todos los cines de Buenos Aires en oportunidad de realizarse el concurso de los cigarrillos Tango. Los bandoneones eran Fortunato Mattino y Pascual Mazzeo; primer violín Eugenio Romano y el famoso cantor uruguayo Oscar Rorra.

A comienzos de 1923, año pródigo en intensa actividad artística, el carnaval registra en el Tigre Hotel la actuación de un pequeño conjunto a cargo de Pascual Mazzeo (bandoneón), Roberto Tacchi (piano), Emilio Ferrer y José Di Clemente (violines) y Clothes (batería). Allí Dicle da a conocer su tango “De todo corazón”.

Con Alfonso Lacueva, Antonio Rodio y Carlos Marcucci debuta Dicle en la Radio Sud América, bajo el rubro Orquesta Típica Carlos Marcucci. Un mes más tarde José Di Clemente se presenta por la misma onda formando su propio cuarteto típico. En 1924 trabaja en el Bar Iglesias donde estrena su tango “Beso divino”, que fue uno de los primeros registros grabados de la Orquesta Típica Victor.

Cabe señalar, a esta altura, la destacada actuación societaria de José Di Clemente en la defensa de los músicos. Su rectitud lo convirtió en árbitro indiscutible de muchos litigios, que siempre resolvió con la ecuanimidad que presidió todos los actos de su vida.

En oportunidad de actuar en la orquesta de Enrique Pollet en una glorieta de la avenida San Martín, se produjo la histórica incorporación de Pedro Laurenz a la orquesta de Julio De Caro. Era un conjunto que integraban Pollet y Laurenz en bandoneones, Marchiano y Di Clemente, violines y el pianista César Bertolotto.

Durante dos años Dicle forma parte de la orquesta de Luis Teisseire que actuaba en la compañía de Enrique Muiño (Teatro Buenos Aires) en calidad de primer violín concertino y nace, hacia 1926, su perdurable amistad y vinculación artística con Augusto Berto a quien mucho admiró como persona y como músico.

Señalamos, en otro orden, una fugaz colaboración de Mario Battistella como letrista de obras musicales de Dicle.

Realiza colaboraciones semanales con la popular revista La Canción Moderna, comentando temas musicales que le dieron algunos «dolores de cabeza» por su terminante sinceridad de expresión.

Varios populares directores de la época contaron con la presencia de Di Clemente, entre ellas la de Berto, que al alejarse de la Argentina en 1926 lo dejó al frente de su conjunto, la de Alpidio Fernández, Antonio Scatasso, Carlos Marcucci, Juan Maglio, entre otros.

En una de sus tantas vueltas al barrio, en 1928, forma en las filas de Rosario Campagna (Santo) en el Cine Olavarría y realiza al año siguiente los bailes de carnaval del Club Boca Juniors, dirigiendo alternativamente típica y jazz. Allí se estrenó uno de sus excelentes tangos, sumido en injusto olvido: “Sufran otarios”. Carlos Di Sarli se lo pasó «de apuro» a Tania que actuaba en el Folies Bergere de la calle Talcahuano, pero quien lo llevó al disco fue el maestro Pedro Maffia con el cantor Luis Díaz.

Fue socio de la Sociedad de Autores Dramáticos, estrenando algunas revistas con Mario Battistella. Además de haber hecho versos para muchos de sus tangos también lo hizo para algunos colegas, como Ausonio Pisani, Alcides Palavecino, Nicolás Primiani, Salvador Grupillo, entre otros. En 1932, como integrante de la orquesta de Edgardo Donato, actuó en la película argentina ¡Tango! y al año siguiente dio a conocer la obra que le dio más satisfacciones “Pérez Gilines” se llamó primero, pero se popularizó como “Qué hacés qué hacés” con versos realizados por Jesús Fernández Blanco. Lo estrenó Tita Merello en el cine teatro París y el primer registro fonográfico estuvo a cargo de la orquesta de Edgardo Donato, con el autor en sus filas y la voz del cantor Félix Gutiérrez.

Di Clemente realizó cinco giras en el elenco musical de la Compañía Estampas Porteñas, dirigida por Arsenio Mármol y Mary Lewis.

Cuando llevaba más de veinte años como Secretario de la Sociedad de Autores, Augusto Berto lo convoca para integrar la Orquesta Típica Prieto, contratada para actuaciones radiales en las dos ondas radiales dirigidas por don Teodoro Prieto, LS2 y LR2, prolongando sus presentaciones hasta 1936, cuando se anuncia el pase del conjunto a Radio Belgrano.

Resulta imprescindible la mención personal de los importantes músicos de la denominada Orquesta Típica Prieto, primero, y luego la que actuara en 1937 en Radio Belgrano. En principio: Guillermo Basadoni (pianista uruguayo), José Di Clemente, Saggese, Chouza y Stilman (violines), Eduardo Del Piano, Provitilo, Pedro Toscano y Rosario Campagna (bandoneones), A. Furchi (contrabajo), desfilando varios cantores: Mariano Balcarce (en realidad Mariano Bergamino, hijo del autor de “Joaquina”), Ángel Vargas, Carlos Moral (hermano del jazzman Barry Moral).

En Radio Belgrano, siempre bajo la dirección de Augusto Berto, formaban así: Alfonso Lacueva (piano), Campagna, Provitilo, Del Piano, Toscano y García (bandoneones), Gambelotti, Saggese, Donatucci y Di Clemente (violines), Agustín Furchi (contrabajo). Carlos Moral (cantor). Los horarios no favorecieron en nada las actuaciones en Belgrano, ni siquiera cuando eran derivados a Mitre o Porteña. Entonces, Berto resuelve disolver la orquesta y junto con Di Clemente se emplean en SADAIC como inspectores. Luego, Di Clemente pasa a la Sociedad de Editores como Secretario Administrativo, jubilándose al cesar dicha entidad sus actividades. Mucho tiempo después, por resolución del 8 de febrero de 1979 «como reconocimiento a sus intensa labor en favor de la entidad» fue designado socio honorario de SADAIC.

Mientras vivieron sus padres, Di Clemente estuvo junto a ellos, brindándoles su apoyo y su cariño. Después, conoció una extraordinaria mujer, Julieta Solaris, con la que contrajo enlace y formó su hogar trasladándose a Montevideo al comenzar la década del 70, residiendo en un pequeño apartamento en la calle Juan A. Cabrera del barrio de La Unión. Allí se daban cita frecuentemente una legión de amigos que compartían con el feliz matrimonio inolvidables momentos en los que Dicle recordaba la importante etapa del tango que vivió en Buenos Aires, en tanto su esposa complementaba con su atención y obsequiosidad a todos.

Di Clemente escribía sus memorias y creaba nuevas músicas de tango, acompañado siempre por su viejo y querido violín. Trasuntaba cordialidad, modestia, simpatía y siempre de frente, decía la verdad. Asistente a las reuniones de la gente del tango, a comienzos de 1981 empezó a resentirse su salud. Viajó a Buenos Aires, donde sintiéndose muy mal insistió en regresar a Montevideo. Lo hizo en condiciones críticas y pocos días después fallecía el 2 de junio de 1981, dejando, como en el tango, «un vacío imposible de llenar». Sin toda la suerte que mereció en el tango, sin duda alguna es una de las figuras importantes de nuestra querida música popular.

Originalmente publicado en el libro Ochenta notas de Tango. Perfiles Biográficos, Ediciones de La Plaza, Montevideo 1998. Auspiciado por la Academia de Tango del Uruguay.