Herminia Franco

Nombre real: Franco, Herminia
Seudónimo/s: La vampiresa del tango
Cancionista y actriz
(7 agosto 1915 - 11 agosto 1984)
Lugar de nacimiento:
Buenos Aires Argentina
Por
Ubaldo Tuqui Rodríguez

orocha, piel muy blanca, ojos negros, porte y estirpe porteña, impulsiva y pasional, así se presentó en distintas películas Herminia Franco, actriz y cancionista de voz muy personal.

Hija del actor José Joaquín Franco y de Juana Ernesta Morandi. Sus dos hermanas fueron actrices, Eva Franco, una de las más destacadas actrices del teatro argentino y Nelly Franco, muy buena actriz aunque de corta trayectoria.

Eva, en sus memorias, comenta que la carrera de Herminia comienza cuando con solo tres años, subió al escenario de la compañía Franco y se puso a bailar sacando de ritmo a todas las coristas. Desde pequeña se dedicó al teatro. Los Franco eran una familia de artistas. Herminia cubría papeles de damita joven y según algunos artículos periodísticos de la época, era muy solicitada por distintos elencos teatrales.

Herminia desarrolló una muy buena carrera cinematográfica. El Negro Agustín Ferreyra, director de cine, es quien descubre en Herminia su esencia porteña y su perfil de cancionista, haciéndola protagonista de dos de sus películas: Sol de primavera, en la que canta el tema principal de la película que lleva el mismo título y en Muchachos de la ciudad, en la que canta “Así es el tango [b]”, acompañada por la orquesta de Elvino Vardaro, en la que participaba Aníbal Troilo. La película tiene la carga emotiva necesaria, para representar a una mujer que canta en un cabaret de Buenos Aires.

En La ley que olvidaron se presenta como Belena Alurralde, una niña bien y si bien en la película no canta los tangos, es quien desencadena los que canta en ella Libertad Lamarque: “Canción de cuna” y “Solo mía” y en otras películas relacionadas con el tango como: Bartolo tenía una flauta, Cuatro corazones, Adiós pampa mía y El cantor del pueblo.

En la película El cantor del pueblo, Herminia hace propias ciertas frases como: «Yo también soy artista y jamás el amor perjudicó mi arte» y «Las mujeres como yo dejamos huella».

El cine supo mostrarla como una mujer hermosa, sensual, llamativa pero también malvada, desafiante y rencorosa, la antítesis de lo que era en la vida real.

Herminia tenía una característica típica de algunos cantores y cancionistas de tango, como Sofía Bozán o Carlitos Gardel: ser bromistas. Tanto familiares como personas que la conocieron, rescatan que ella era muy alegre y que le gustaba hacer bromas.

El tango siempre estuvo presente en su vida. De niña tuvo la posibilidad de escuchar cantar tangos a su hermana Eva, a María Luisa Notar y a Azucena Maizani, quien fue elegida por José para que cantara en distintas obras teatrales y revistas. El tango y el cabaret produjeron en Herminia, cierta sugestión de la que no pudo despegarse. Conoció la esencia del tango, eso le permitió transmitir emoción y sentimiento a través de su voz, logrando cierta fascinación, en quien la escucha.

Herminia estuvo casada con el tenor español Juan de Casenave y formó pareja con el actor Floren Delbene con quien trabajó en muchas películas y en la radio.

El diario Crónica comentaba: «A muchos llamó la atención cuando la querida Herminia Franco decidió tomar el camino artístico del canto, dejando una pausa en su actividad como actriz teatral y cinematográfica». Comenzó a cantar en el Casino Rousses y muchos años lo hizo en la Maison Doree, un piano bar de la calle Viamonte. Cantó en el cabaret Karim, donde también lo hicieron con éxito, otras cancionistas, como Ruth Durante.

Con respecto a su carrera como cancionista, el libro El tango después de Gardel, de Humberto Barrella, documenta: «Entre tantos nombres que protagonizan los sucesos tangueros de 1956, una figura de teatro y cine, Herminia Franco, agrega el suyo en carácter de cancionista. Herminia graba para Pampa “Fumando espero” y “Loca”, en su única experiencia fonográfica. El marco musical está a cargo de la orquesta de Edgardo Donato, una de las de mayor actividad en el elenco del sello Pampa».

Fumando espero”, fue una de las creaciones de Herminia, que en el tema realiza distintos juegos vocales. Me comentó Rodolfo Graziano, director de teatro, que Herminia salía con un cigarrillo en “Fumando espero” y realizaba todo un espectáculo con la mímica de esto. Ella no fumaba. Roberto Quirno considera que “Fumando espero” era su «caballito de batalla», y dice que lo cantó en el programa Tropicana Club de Canal 7 y en la película Hay que bañar al nene. Existen varias versiones de este tango interpretadas por cantores y cancionistas, pero creo que la de Herminia es una versión tan personal como la que hace Rosita Quiroga.

Loca” fue otra de sus grandes creaciones. Este tango fue cantado en el teatro por su hermana Eva en el sainete El tango de la muerte, en 1922.

Herminia tenía buena voz pero no mucho caudal. Lo de ella, pasaba por otro lado, por su interpretación, el uso de tonos y su forma de actuar y sentir el tango. Eva, comentaba de ella: «Tenía una hermosa voz y cantaba con emoción...»

Rodolfo Graziano me comentó que cuando vio cantar a Herminia en un Festival en el Teatro Cervantes le impactó su forma de cantar y su actitud física e inventó el personaje de una artista famosa que llega al conventillo a la hora de la fiesta para la obra El Conventinllo de La Paloma.

Herminia trabajaba en el cabaret Karim en ese momento y pasó a formar parte del elenco como cancionista en el Teatro Cervantes. En la obra interpretó los tangos “Fumando espero” y “El choclo”. Rodolfo afirma que era muy seductora y muy sociable. Le gustaba hacer bromas, andaba en los camarines charlando y tenía muy buena relación con sus compañeros. «Fue un ser hermoso».

Herminia fue una mujer especial, ya que pudiendo conformarse con una carrera de actriz cinematográfica y teatral exitosa, arriesgó todo para jugarse por su sueño de ser cancionista, un hecho que merece ser destacado.

Algo que la mayoría de la gente con la que he hablado destaca son sus ojos. Para muchos, reflejaban el tango. Su mirada tenia actitud, era expresiva y espontánea. Falleció afectada por una esclerosis irreversible que fue avanzando progresivamente.

Ella supo manejar hábilmente esa dualidad que tiene el tango, la del amor-odio, la de la alegría-tristeza, la de la claridad-confusión. Siempre decimos que para el porteño el tango es puro sentimiento y ella, porteña de alma, sentía que los versos de “Así es el tango [b]”, resumían esa verdad.

Agradecimientos: A Nelly Franco, a Sarita Garfinkel, al director de teatro Rodolfo Graziano, a la Biblioteca Teatral Alberto Mediza de La Plata y a Marcelo Lorenzo del Archivo del Teatro Cervantes.