Por
Oscar Zucchi

ertenece a la generación del período 1910-1925 destacándose entre los más jóvenes de la misma. Fue uno de los ejecutantes de más depurada técnica, continuando la línea estilística de Arturo Bernstein, de quien fue discípulo. Pero salvo entre sus colegas no tuvo el reconocimiento que le correspondía. Posiblemente porque a la edad de treinta años se alejó del país y allí en Europa se erigió en director y compositor.

Pero como lo suyo era buscar el perfeccionamiento como ejecutante, no le dedicó tiempo a la faz de compositor y demostró no tener carácter empresarial, como por ejemplo sí lo tuvo en Francia Manuel Pizarro, siendo como músico de inferiores bondades musicales.

De cutis pálido y cabello rubio alguien expresó su parecido a un inglés y a partir de allí partió su apodo. Como músico profesional pudo rastrearse su comienzo, posiblemente en el año 1921, cuando integró un cuarteto dirigido por El Gordo Juan Carlos Bazán, en el fastuoso Tigre Hotel. Completaban el conjunto Fidel Del Negro, autor de “La mina del Ford” y Ricardo González (El Muchila).

En el mismo año se lo localiza en el Teatro Ópera en una de las orquestas de Francisco Canaro junto a sus hermanos Juan y Rafael, Rafael Tuegols y Luis Ricardi. En 1922, con otra formación de Canaro, en el Casino Pigall de la calle Maipú 340, con Humberto Canaro al piano (aunque lo suyo era el contrabajo) y, entre otros, Anselmo Aieta y Ángel Danesi.

Otras actuaciones del conjunto fueron en el Royal Pigall, de Corientes 825, y en el Armenonville, de Alvear y Tagle, restaurante-cabaret con glorietas al aire libre.

Sus excelentes dotes técnicas llamaron la atención de Roberto Firpo, quien lo contrató como efectivo para hacer pareja con Juan Bautista Guido, músico prolijo, de buen sonido pero de digitación menos fluida con respecto a El Inglesito. Era 1923 y en la orquesta estaban Luis Cosenza (piano), Cayetano Puglisi, Elvino Vardaro y Piscoto Scaglione (violines) y Alfredo Corleto (contrabajo). Se presentaron en los locales de renombre de la ciudad y también en la cadena de cines de Max Glücksmann, titular, además, de la editora de Discos Nacional. Allí grabaron y Firpo, entre otros, registró los pocos títulos de los cuales su bandoneonista fue autor. Seguramente este momento de su vida fue el más trascendente aquí, en su país. En una gira por la provincia de La Pampa conoce ese año a Carlos Gardel.

Al año siguiente, junto con Cosenza, se desvinculan para unirse al violinista Eduardo Bianco que viaja a Europa. En París y por pocos días, integran el conjunto que dirige Eduardo Arolas, de efímera duración por su enfermedad y pronto fallecimiento.

Bianco recala en la orquesta de Manuel Pizarro. Schumacher integra un conjunto musical compuesto por franceses, aunque algunos autores indican que actuó con Genaro Espósito. En 1925, Bianco no se resignaba a ser empleado de orquesta, deseaba estar al frente de un conjunto. Así se relaciona con Bachicha Deambroggio que se presentaba con cierto éxito en Madrid. Llegan a un acuerdo y la orquesta pasa a denominarse Bianco-Bachicha, de inmediato citan a Schumacher. Allí están Fioravanti Di Cicco (piano), Héctor Artola (bandoneón), Agesilao Ferrazzano, Miguel Tanga (violines) y Mario Melfi (batería). Los otros bandoneones a cargo de Bachicha y Schumacher.

Ese mismo año vuelve con Francisco Canaro, o mejor decir con la orquesta que dejó a cargo de sus hermanos Rafael y Juan, ya que Francisco retorna a Buenos Aires. Tienen éxito y recorren varios países europeos.

En 1927, decide por fin, crear su propio conjunto, con tres bandoneones, tres violines, piano, guitarra y contrabajo. En 1929, regresa a su país pero pronto viaja nuevamente a Francia. En 1932, fue requerido por el pianista Juan Cruz Mateo quien tenía a su cargo la dirección de la orquesta que acompaña las actuaciones de Gardel. Así interviene en las canciones que interpreta en la película “Melodía de arrabal”. Completaban la formación Julio Fernández Falcón, Ángel Maffia y Gerardo Martínez (bandoneones), Juan Andrés Ghirlanda, Esteban Rovati y el español Aranaz (violines) y Horacio Pettorossi y Esteban Gutiérrez (guitarras).

Con el estallido de la segunda guerra mundial José Schumacher decide regresar al país. Su labor como compositor fue escasa y algunos títulos no tuvieron reconocimiento. En cambio cabe destacar: “Hay una virgen” (en colaboración con Cayetano Puglisi) grabado por Roberto Firpo para Odeón en 1924. Homónimo al tango de Mario Pardo y Lord Byron; “Para siempre” (en colaboración con Luis Cosenza. Grabado por Firpo en 1923); “Pobre ñata”, grabado por Firpo en forma acústica en 1924; “Sacate la caretita” (en colaboración con Cosenza). Grabado por Firpo en 1923 y en la otra faz del disco está otro tema suyo ya nombrado, “Para siempre”. “Sacate la caretita” fue grabado también por Gardel, en disco acústico de 1924, acompañado por las guitarras de José Ricardo y Guillermo Barbieri.

Extractado del libro: El tango, el bandoneón y sus intérpretes, Tomo 2.