Carmen Duval

Nombre real: Simone, Carmen Leonor
Cancionista
(3 octubre 1918 - 21 marzo 2012)
Lugar de nacimiento:
(Entre Ríos) Argentina
Por
Gaspar Astarita

n una época en que proliferaron las grandes y calificadas voces femeninas del tango —en las décadas del 30 y del 40— Carmen Duval logró sobresalir por una serie de cualidades que coincidieron armónicamente para proporcionarle, a ella y a su voz, estilo y personalidad. No creo desmesurado —es una opinión estrictamente personal— el elogio de estimarla casi en un mismo pie de igualdad con Mercedes Simone, considerada por todos como la gran voz femenina del tango.

Al respecto se me podrá contradecir oponiéndome como argumento los nombres de otras grandes artistas: Nelly Omar, Libertad Lamarque, Azucena Maizani, Amanda Ledesma, etcétera. Pero todas ellas descollaron a través de otras características: Nelly Omar, por la diversidad de su repertorio y por su acentuación y modalidad, excedió lo puramente ciudadano para proyectarse a la canción, con la amplitud y la ductilidad que le exigía abordar composiciones representativas de dispares lugares (campo y ciudad); Libertad Lamarque y Amanda Ledesma —buenas cantantes también— alcanzaron fama y prestigio apoyadas por su labor en el cine nacional; y Azucena Maizani —la inolvidable Ñata Gaucha— logró su enorme fama y repercusión con una modalidad de canto, en la que prevaleció más el arresto temperamental que la pulcritud interpretativa (aunque al mismo tiempo estaba dotada de una exquisita voz).

Y así muchos nombres de cancionistas famosas.

Pero lo de Carmen Duval en el tango fue algo muy especial. Se le atrevió a las obras más difíciles de vocalizar, incluso aquellas que fueron invariablemente consideradas clásicas en el repertorio instrumental (“Recuerdo”, “Ojos negros”, “Entre sueños”, “Inspiración”, etc.). Y en todas ellas demostró un perfecto dominio de la herramienta vocal a la que se unió una dicción muy pulida y clara midiendo los énfasis para no llegar al inútil e innecesario arrebato. Acento cálido y sugestivo, de delicados matices, al que sabía imprimirle —según la obra— una exacta progresión dramática. La voz de contralto de Carmen Duval se caracterizó además por explotar frecuentemente cierta modalidad al alargue, «a tener la nota», pero como era su costumbre, nunca hasta llegar al exceso.

Aun en esa tendencia que en ella era un natural virtuosismo interpretativo, Carmen Duval supo establecer el límite justo como para que su canto se mantuviera exclusivamente dentro del arte vocal. Los gestos, las ampulosidades y las actitudes teatrales —tan en boga en muchas de nuestras cancionistas actuales— para ella estaban demás. No las necesitó nunca. Todo lo que hizo lo hizo cantando.

Además es necesario destacar que para lograr transmitir todos esos atributos, Carmen Duval convocó a su lado a excelentes acompañamientos orquestales. Ejemplos de ello lo constituyen el pianista Antonio Macri, allá en sus comienzos en Radio Stentor, al que sucedió luego el trío formado por Horacio Salgán (piano), Gregorio Suriff (violín) y Marcos Madrigal (bandoneón); posteriormente Héctor Artola, la Orquesta Estable de Radio El Mundo y, sobre todo, Argentino Galván, ellos fueron quienes dieron al acento de Carmen Duval a lo largo de su trayectoria, el respaldo y la seguridad que la artista y su arte exigían. Tuvo en esos notables directores, los profesionales que supieron interpretar fielmente su escrupulosidad, contribuyendo a que su voz nos llegara siempre estupendamente magnificada.

Carmen Duval es entrerriana, nacida el 3 de octubre de 1918. Radicada luego en Buenos Aires donde cursó estudios secundarios, intervino a mediados de la década del 30 en un concurso de cantores y cancionistas en Radio Stentor en el cual ella obtuvo el primer premio en voz femenina y Andrés Falgás en voz masculina. En esa emisora porteña —ya abandonados sus estudios— desarrolló el inicio de su carrera, cumpliendo luego una intensa actividad acompañada por el trío del pianista Antonio Macri. Y de allí se proyectó a la popularidad.

Ya en 1938 está en radio El Mundo acompañada por Horacio Salgán —con quien habría de casarse— cumpliendo actuaciones en programas especiales. Toda esa época de finales de los años 30 la encontraría ya completamente afianzada, alcanzando en la década siguiente sus ciclos de mayor repercusión. Cumplió su mayor labor en la radiofonía, en la que gozó de consideración, de respeto y de fama. Realizó presentaciones en otros lugares y efectuó algunas giras, pero lo importante de su carrera transcurrió en los medios radiales porteños.

Lamentablemente no tuvo actuación en cine y las empresas grabadoras fueron esquivas con su arte. Registró únicamente ocho títulos, dos en RCA-Victor y seis en Odeon. A ellos deben agregarse otros que han sido registrados en tomas radiales, encomiable preocupación de los coleccionistas de discos, que han rastreado esos entrañables documentos y los han hecho conocer a través de distintos espacios radiofónicos.

Pensamos que con los modernos métodos de grabación que hoy existen, se podría recuperar esa discografía que anda esparcida entre los especialistas, juntarla con las grabaciones profesionales realizadas en placas de 78 rpm (hoy inhallables) y editar un disco de larga duración que permita a la gran legión que forman los que la admiraron, contar en su discoteca con el magnífico testimonio sonoro de su voz y de su arte.

Originalmente publicado en la revista Tango y Lunfardo 48, Chivilcoy, 23 de octubre de 1989.