Cacho Tirao

Nombre real: Tirao, Oscar Emilio
Guitarrista y compositor
(5 abril 1941 - 30 mayo 2007)
Lugar de nacimiento:
Berazategui (Buenos Aires) Argentina
Por
Ricardo García Blaya

e acuerdo cuando empezó en la televisión, a mediados de los 60, con su cara de buen tipo, su sonrisa tímida y la atildada imagen. Con esa modestia infinita que tienen los grandes. Era un placer cerrar los ojos y escuchar su digitación brillante y perfecta, emprendiendo temas de Schubert o de Häendel o haciendo los abarrocados arpegios de un concierto de Bach o punteando una zamba norteña.

En un principio, el hecho que tocara tangos me sorprendió, lo tenía encasillado en la música clásica o en aquellos temas de siempre del repertorio popular y de nuestro folklore; lo consideraba un intérprete ecléctico.

Habituado a Roberto Grela y a los antiguos guitarristas, cuando tocaba tangos lo escuchaba con recelo, me gustaba su ritmo, su sonido, pero me resultaba bastante frío. Después, lo fui aceptando, me di cuenta que se había decidido por el tango y que, poco a poco, le iba encontrando la vuelta. Sus fraseos se hicieron más cadenciosos, el yeite y la fuerza expresiva fueron apareciendo, aunque siempre con modo delicado acorde a su estilo.

Fue sin duda un virtuoso y, los que saben, lo juzgan como uno de los más importantes guitarristas de todos los tiempos.

Nació en Berazategui, Provincia de Buenos Aires y aprendió guitarra desde muy pequeño de la mano de su papá. Con apenas seis años tocó en Radio Stentor, un año después, ganó un concurso en Radio Mitre, a los doce realizó su primer concierto y a los 16, integró el elenco del Teatro Argentino de la ciudad de La Plata, como solista de la orquesta. Y además de la guitarra, este niño prodigio estudió saxofón y clarinete.

Fue integrante del Quinteto de Astor Piazzolla durante más de tres años (1968–1971). Con él, hizo su gran aproximación al tango moderno, convirtiéndose en uno de sus reconocidos cultores. Baste recordar su muy ponderada participación en la primera versión llevada al disco, de la operita María de Buenos Aires, de Piazzolla y el poeta Horacio Ferrer (agosto 1968), para el sello Elenco.

A principios de los 70, condujo su propio programa de televisión, Recitales Espectaculares, que tuvo una gran audiencia y, gracias al cual ganó tanta popularidad que, con el repertorio del ciclo hizo un disco. Esta placa batió el record de ventas, superando el millón de ejemplares y Cacho se ganó el primer Disco de Oro (1978). Fue un mimado de la industria discográfica, en su actividad en los estudios de grabación nos dejó casi 40 longplays.

Entre ellos podemos citar: Mi guitarra, tu y yo, su primer disco para el sello CBS Columbia (1971), Pura música, Esto es Cacho Tirao, Encuentro, Homenaje a Gardel, En concierto, Mis mejores 30 interpretaciones, Los esenciales, Cacho Tirao interpreta La Nueva Trova, Imágenes, para terminar en su última producción titulada, Renacer (2006), un año antes de su muerte.

Es común, que se refieran a él señalando que trabajó con grandes músicos: Rodolfo Mederos, Osvaldo Tarantino, Dino Saluzzi, Daniel Binelli; que acompañó a grandes estrellas internacionales: Josephine Baker —La Venus de Ébano—, George Maharis —el de Ruta 66—, Raphael; que integró la embajada argentina que se presentó en Madrid con: Los Chalchaleros, Aníbal Troilo, Néstor Fabián, Los Hermanos Ábalos (1971); que hizo incontables giras por todo el mundo, entre ellas, una con Los Cinco Latinos y que dio conciertos como solista o con importantes orquestas, en sus recorridos por Europa y América.

Yo prefiero destacar otro costado de su trayectoria, la de su originalidad en la concepción de los espectáculos. Una obra suya, “La ciudad para todos”, la pensó con versos de Víctor Pronzet combinados con tangos y música latinoamericana, contando con el protagonismo de Raúl Lavié (1975). En otras obras, incluyó temas que ejecutó con instrumentos exóticos: el laúd de quince cuerdas y la guitarra de doce, y otros instrumentos para nada habituales en él: el charango y el banjo.

En 1976, fue contratado para tocar en el Teatro de la Ville en París, donde también actuaba Paco de Lucía y, de regreso a la Argentina, actuó con el Conjunto de Arcos de Antonio Agri, interpretando obras de músicos clásicos españoles y volvió a la televisión, en el Canal 13.

Su obra como compositor es variada e interesante. De mayor a menor: su concierto para guitarra y orquesta “Conciertango Buenos Aires”, que estrenó en 1985 en Bélgica. Se trata de una idea de Joaquín Rodrigo —que conoció en Arles, Francia—, en 1974, quien le sugirió componer una obra con el clima de su famoso “Concierto de Aranjuez”. En prueba de amistad, le dedicó, “Pequeña canción a Joaquín”.

También: “La milonga de Don Taco”, en memoria de su padre; “La milonga del niño deseado”, dedicada a un nieto; “La anunciación por ti”, canción de cuna para su hijo; “Le petit tango”, “El negro Felipe”, “Tercer tiempo” y “Teresa, mi renacer”, un homenaje a su esposa. Los tres últimos temas forman parte de su último disco, Renacer.

Finalmente, no puede considerarse completa una semblanza de Cacho Tirao, sin dejar, aunque sea brevemente, una mención sobre dos terribles pasajes de su vida.

En febrero de 1986, su hija Alejandra jugando con su hermano Gabriel —de catorce años de edad—, tomó un revólver que creyó de juguete y le disparó causándole la muerte. La tragedia dejó secuelas, primero un asma pertinaz que le duró hasta el final y luego, una hemiplejía.

En el 2000, cuando estaba promediando un concierto en Adrogué —a 23 km al sur de la ciudad de Buenos Aires—, cayó desmayado por un accidente cerebro vascular que le causó una parálisis en todo el lado izquierdo, de la que recién pudo recuperarse cinco años más tarde.

De ambas desgracias pudo salir a flote, gracias a su fe religiosa y su increíble fuerza de voluntad. Desde la muerte de su hijo abrazó la fe evangelista. Prueba de esto fueron sus propias palabras: «Me quedaban dos caminos, o encontrar la verdadera fe o enojarme. No tiene sentido ponerse en contra de las verdades del Señor que son las únicas que valen. En ese tiempo, retomé el saxofón y eso, me ayudó a ampliar mi capacidad de aire ante el asma que se me declaró de viejo. En mes y medio, escribí 24 arreglos para el sexteto. No es poco ¿no?». (Diario Clarín del 11 de noviembre de 2005, entrevista de Marina Zucchi)

Durante la convalecencia, no pudo trabajar y su situación económica se puso muy mal, a tal punto, que un amigo, el guitarrista inglés David Caswell, vino a nuestro país para producir un disco —con la participación de guitarristas argentinos—, para ayudar a Cacho con el producido de su venta. Por supuesto, el CD se llamó, Los amigos de Cacho.

Murió un otoño porteño de un infarto, en el interior de la ambulancia que lo llevaba al Hospital Argerich, tenía 66 años.

Este es nuestro humilde homenaje a Cacho Tirao, un artista genuino, un hombre cabal que resignó todo menos la música.