Eduardo Giorlandini

Nombre real: Giorlandini, Eduardo
Poeta, letrista y escritor
(29 noviembre 1935 - 9 enero 2016)
Lugar de nacimiento:
Bahía Blanca (Buenos Aires) Argentina
Por
José Valle

ació en la ciudad de Bahía Blanca (provincia de Buenos Aires) y, si bien es un hombre de letras, es además abogado, profesor universitario, conferencista y miembro de la Academia Porteña del Lunfardo.

Su afición por el tango y el lenguaje lunfardo lo convierten en uno de los especialistas más reconocidos en la materia y, en particular, en el análisis y crítica de las letras del género y sus metáforas.

Escribió muchos libros con temas referidos a su profesión, con especial atención al derecho del trabajo, a la educación laboral, a la economía y leyes del trabajo, al Mercosur, a la empresa cooperativa, entre otros.

Asimismo es muy interesante su obra sobre historia y política, por ejemplo: El Frontón, El pensamiento fundamental de Ricardo Lavalle, Movimiento de Reforma Universitaria de 1918, Perfil del Desarrollo Argentino, Ricardo Balbín, el Radicalismo y la República y Luis León, el Movimiento de Afirmación Yrigoyenista y la Unión Cívica Radical.

Pero en esta semblanza queremos rescatar su calidad de ensayista e investigador del tango y el lunfardo y, en ese sentido, destacamos algunos de sus libros: Runfla lunfarda, Los bondis, Por la huella del lunfardo, Gotanfalun, Tango y folklore, Aquellos troesmas del tango, Tango y humor y Letras de tango y cronología de las raíces tangueras.

Como autor de tango, su página cumbre es, sin duda alguna, el tango “Aguja brava”, con música de Edmundo Rivero quien la grabó en 1967, con guitarras.

Otros temas suyos son: “La pucha que lo tiró”, “Por seguidor y compadre”, “La niña morena”, “Por una esperanza”, “Villa Mitre”, “Amigo son tus soles”, “Hermano sur”, “Navidad”, “Gorrión”, “Broncha debute” y “Me queda el tango”. También, es autor de la milonga “Numerero”, registrada por el conjunto La Puñalada con la voz de Germán Arens.

En su labor como periodista escribió más de trescientos artículos, en los que abordó asuntos científicos, elaboró ensayos y crónicas diversas. También es autor de canciones populares y columnista de diversos programas radiales de Bahía Blanca y de emisoras nacionales.

Un párrafo aparte merece su vocación docente. Giorlandini es, fundamentalmente, el maestro que siempre llevará al alumno hasta el extremo, colocando su mente en conflicto, para así templarla, igual que el martillo lo hace con la espada contra el yunque del herrero. Sentirá todos los dolores: los propios y los de su discípulo, y estará presente de tantas formas como sea necesario para hacer que su alumno avance.

No cualquiera es un maestro. El verdadero maestro puede aliviar las cargas y enseñarnos, sobretodo, como ser libres. Y, llegado el momento, cuando el alumno madure, es posible que lo abandone —hasta físicamente—, para dejarlo partir y vivir su propia vida.

Don Eduardo camina diariamente por Bahía Blanca, su lugar en el mundo y dondequiera que detiene al azar su camino se le acoge con respeto y alegría.

Es un ser querido y honorable, un tipazo. Uno de esos caballeros de antaño, de los que ya no encontramos, afable, formal, culto, con gran sentido del humor y un porte plagado de elegancia y señorío. Se muestra con una humildad extraordinaria y siempre dispuesto con el mejor gesto.

Es de esos hombres que cualquier persona se sentiría honrada de ser su amigo. Yo tengo el privilegio de serlo y, como ya el lector se habrá dado cuenta, lo admiro con toda mi razón y mi corazón.

Nota de la direccón: El 8 de julio de 2011, conocí a Pedro Giorlandini, en el local de Clásica y Moderna de la avenida Callao. En esa ocasión, este excelente pianista se lució acompañando a la cancionista Mimí Kozlowski, en un dúo con el guitarrista Juan Martínez. Cuando se presentó me dijo: «¿Conoce “Aguja brava”?... es de mi padre».