Por
Abel Palermo

ue un cantor que mereció un mayor reconocimiento que el que tuvo, no sólo por su calidad interpretativa, también por su personal voz y fraseo. Posiblemente, la gran competencia que le tocó enfrentar en un tiempo en el que abundaban los grandes vocalistas y en el que el posicionamiento de las orquestas era fundamental, atentó contra su consagración definitiva.

Su mejor momento fue cuando cantó con Rodolfo Biagi, orquesta que tenía sus seguidores pero que no estaba entre las más cotizadas. Sin embargo, escuchando sus discos, uno puede apreciar su timbre de barítono con reflejos atenorados y el equilibrio con que colocaba su voz que, no obstante su potencia, lograba un resultado amable y delicado.

Su historia comenzó en 1935, cuando el primer violinista de Osvaldo Fresedo se retiró de la orquesta para crear su propia formación, me refiero a Florindo Sassone. Definidos los músicos que lo acompañarían, se abocó a la tarea de buscar un cantor y, luego de escuchar a varios aspirantes, se decidió por un joven de sólo 19 años al que bautizó artísticamente Alberto Amor.

Ante el público, debutó en el café El Nacional de la calle Corrientes y es la voz de la orquesta en las emisiones de Radio Belgrano y, al año siguiente, de Radio El Mundo. En aquellos tiempos, la orquesta se presentaba en el cabaret Marabú, mítico escenario de las noches porteñas.

En 1937, cantó en el conjunto de Ciriaco Ortiz pero fue por una breve temporada ya que enseguida volvió con Sassone y a su exitoso ciclo por Radio El Mundo. Esta fue una época de constantes cambios para el cantor, en 1939 hizo un paso fugaz por la orquesta de Carlos Di Sarli, para recalar luego en la de Osvaldo Pugliese, donde tenía como colega a Alberto Lago y, más tarde, en 1942, en la de Antonio Rodio. Es importante señalar que con ninguna de estas agrupaciones llegó al disco.

Al terminar los bailes de carnaval de 1943, Rodolfo Biagi lo convocó para reemplazar a Jorge Ortiz, quien se había ido con Miguel Caló. También, ingresó a la orquesta Carlos Acuña, ambos debutan ante los micrófonos de Radio Splendid.

El 3 de marzo de ese año comenzó su trayectoria fonográfica con dos registros: "Por algo será", de Carlos Rivero y Otello Elli, y "Arlette". En el mes de julio continuó con "Tres horas", un tango de Héctor Varela y Alberto Nery y el vals "Prisionero", de Julio Carresons y Carlos Bahr, cerrando el año con "Si la llegaran a ver". En 1944, grabó "Lisón" (de José Ranieri y Julián Centeya) y luego vendría su primer triunfo discográfico, el tango "Nada" que vendió muchos discos. Después seguirán, "Como el hornero" y "Seamos amigos", de Príncipe Cubano y Domingo Rullo.

En 1945, se aleja Carlos Acuña y regresa a la orquesta Jorge Ortiz. Fueron 31 grabaciones las que hizo Amor con Biagi, entre 1943 y 1947, entre todas ellas se destacan, aparte de las ya citadas: "Me quedé mirándola" (de Vicente Spina y Roberto Miró), "Café de los angelitos", "Anselmo Laguna" (1945); "Adiós pampa mía", "Con mi perro", "Cuando llora la milonga" (1946) y su último registro del ciclo, "Y dicen que no te quiero" (1947).

Luego de su exitoso trabajo con la orquesta del pianista, en 1949 decidió formar su propia agrupación con la cual realizó importantes giras por el país y por Uruguay, Chile y Brasil, donde se había hecho muy conocido gracias a la popularidad de Biagi, gracias a la importante difusión realizada por el sello Odeon.

A principios de los años 50, el bandoneonista Francisco Grillo lo invitó a ingresar a su orquesta para presentarse en los estudios de Radio Splendid. Además, actuaron en el Tango Bar y en el Marabú, el primer gran escenario donde cantó Amor en los inicios de su carrera.

Para el sello Pathé la orquesta hizo 4 grabaciones, entre ellas, dos con Amor: "Una página en blanco", del propio Francisco Grillo con letra de Juan Cirilo Ramírez (1953), y "Desvelo" (1954).

Al sobrevenir el golpe militar de septiembre de 1955, Grillo que era simpatizante del General Perón, tuvo que abandonar la Argentina. También lo hizo Amor iniciando, nuevamente, una extensa gira que lo mantuvo alejado de Buenos Aires por largo tiempo. Finalmente, a su regreso, abandonó el canto para dedicarse al comercio.

Escribió algunos tangos, en este momento recuerdo sólo uno, "Ragazzina", con música del contrabajista Norberto Samonta. En SADAIC están registrados también: "Tu ausencia llorarán", con Ángel Urbino, y "Zamba y ausencia", junto a Sabino Alfonso Ciorciari.

Fue un gran cantor que revindicamos con mucho cariño en esta breve semblanza y al que seguiremos disfrutando a través de sus magníficas grabaciones.