Por
Abel Palermo

ació en ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires. Finalizado su ciclo escolar primario comenzó su contacto con la música. Sus padres lo inscribieron en el prestigioso conservatorio Beriot, dirigido por el profesor Fermín Valentín Favero. Las materias iniciales eran solfeo, armonía y como instrumento eligió la guitarra.

Cuando tuvo quince años amplió su interés incorporándose a las clases de canto. Llevó tres años en este menester cuando ya se sintió capaz de enfrentar al público desde un escenario. Sus primeras incursiones ocurrieron en locales de las ciudades cercanas: Berisso y Ensenada, entre otras. A los veinte años de edad decidió acercarse a la gran capital.

Era un joven entrador, simpático, que pronto se hizo de numerosos conocidos dentro del ambiente. Su año fue 1956, cuando Osmar Maderna ya no estaba y sus músicos, con la dirección del violinista Aquiles Roggero crearon la Orquesta Símbolo «Osmar Maderna». Los cantores de la misma eran Horacio Casares y Tito Dávila.

A raíz del alejamiento de Dávila, alguien le comentó al director sobre las virtudes del joven vocalista, entonces, Aquiles lo citó para una prueba y de inmediato lo incorporó. Al ser un muchacho de sólida formación musical no pasaba desapercibido.

Tenía un registro vocal de barítono brillante con gran ductilidad, por eso le fue fácil la adaptación a los distintos estilos de los directores de orquesta por los que transitó. Es enero de 1956 cuando debutó en LR1 Radio El Mundo. Al mismo tiempo, trabajaban en el Café Adlon de la calle Florida y en el salón bailable Dominó.

Llegó al disco muy pronto, el 22 de marzo, con el tango de Ángel Cabral, “Su nombre era Margot”. El 18 de julio fue su segunda grabación, “Fueron tres años”. Luego, debió esperar hasta el 8 de noviembre cuando registró “Y algún día”. Durante 1957, grabó un solo tango: “Destino de flor”.

Al finalizar los bailes de carnaval de 1958, abandonó la orquesta y rápidamente, el 1 de abril, se incorporó al conjunto de Eduardo Rovira, en el que estaba el cantor José Berón. En sólo una ocasión llegó a los estudios de grabación, fue para dejarnos el tango “Por quererla así”.

Fue una aventura que duró poco más de dos meses ya que el director disolvió la orquesta para regresar con Alfredo Gobbi. Entonces, Berón se integra a la formación de Miguel Nijensohn y Jorge Hidalgo se incorpora al elenco de Radio Provincia como cantor solista. En 1959, trabajó unos meses con Graciano Gómez, compartiendo la parte vocal con Elena Maida.

A comienzos de 1960, tuvo un paso fugaz por la orquesta de Miguel Caló y, a continuación, integró el elenco del Teatro Nacional de la avenida Corrientes, participando en las tradicionales revistas musicales, como cantor y actor.

En 1961, formó parte del plantel de solistas de Radio Splendid, con el acompañamiento de la orquesta estable de la emisora dirigida por Ángel Domínguez. Más adelante, cumplió breves temporadas con Atilio Stampone y también con Osvaldo Piro.

En 1970, participó en el Festival de Tango de La Falda en la provincia de Córdoba. De vuelta, grabó esta vez con el cuarteto A Puro Tango de Miguel Nijensohn, destacándose las versiones de los tangos “Triste comedia”, “Un tango para el recuerdo” —de Rafael del Bagno y Antonio Cantó—, “Te llaman malevo” y los valses “Uruguaya” —de Francisco Polonio y Juan Velich— y “Pequeña”.

A continuación emprendió una gira por países de Oriente y África. Actuó, entre otros lugares, en El Cairo, Costa de Marfil y Kuwait.

En el año 1979, realizó sus últimos registros para el sello Almalí, un disco larga duración con arreglos y dirección de Omar Valente, titulado El Platense. Entre otras páginas podemos citar: “Tengo un amigo”, “Sabor de adiós”, “Un tango para el recuerdo”, “El encopao” y “Amor de marinero”.

Hidalgo también transitó la televisión —como cantor y comediante—, en exitosos programas de su tiempo: Yo soy porteño, en Canal 13 y Sábados circulares de Nicolás Mancera, por Canal 9.

En 1980, fue el cantor de Horacio Salgán, con diversas presentaciones, actuando una temporada en el mítico Michelangelo, de la calle Balcarce en San Telmo.

Lamentablemente, murió muy joven —con apenas 53 años— y en la plenitud de su carrera artística. Sin ningún lugar a dudas, fue un exquisito intérprete, que nos dejó con las ganas de seguir disfrutando de su talento.