Ernesto Pierro

Nombre real: Pierro, Ernesto
Letrista
(1 marzo 1951 - )
Lugar de nacimiento:
Buenos Aires Argentina
Por
Ricardo García Blaya

a temática de su poesía pasa por un clima melancólico, muchas veces nostálgico, donde aborda sus recuerdos y sus sensaciones más íntimas. Bastan tres o cuatro ejemplos para confirmar lo dicho.

Sus tangos "Adolescencia" y "Calle Butteler", son pinturas de sus años de juventud, allí rememora su barrio, el café, Boedo y el club de sus amores, San Lorenzo. En "Masajes" confiesa la relación con una mujer con la que no se permite el amor, sólo el trato por dinero; es una página trágica similar a lo que ocurre en "Strip tease".

Encontramos un recreo a tanto dolor existencial en el candombe "Fruta madura", con versos acordes al género, distendidos y de buen ritmo. En "El Polaco" y "No toca botón", hace dos bellas páginas en homenaje a dos estrellas de nuestro patrimonio artístico, Roberto Goyeneche y Alberto Olmedo.

Es, a mi gusto, uno de los poetas más interesantes de nuestro tango actual. Nació en el barrio de Boedo. Durante algún tiempo, estudió la carrera de Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires, que abandonó a la mitad.

Según nos confiesa: «Mamé el tango, ya que mi madre fue cantante de tangos, discípula de Luis Rubistein. Llegó a tener su propio programa de radio, allá por fines de los 30. Tal vez por haber mamado el tango fui un poco a contramano de mi generación.»

A los 13 años escribió su primera letra de tango —y así varias en la adolescencia—, mientras la mayoría de los jóvenes de la época rechazaban la música ciudadana y no la entendían, preferían expresarse con el rock, que irrumpió para quedarse a fines de la década del 50.

Por unos años, estuvo alejado del género por «esas cosas de la vida» y, si bien se publicaron un par de sus letras en los años 70, el cambio de rumbo se produjo en 1989, cuando ganó el Primer Certamen Hugo del Carril con los versos —por entonces se premiaba letra sola— de “Declaración de amor a Buenos Aires”. Esto lo decidió a meterse de lleno en la profesión, fue el disparador de su actividad definitiva como autor de canciones. Su verdadera vocación.

Así, desde entonces, sucesivamente, fueron premiadas una veintena de obras suyas. Por ejemplo: “Borges un fervor de Buenos Aires”, que salió segunda en el Premio Certamen SADAIC; “Corazón Quijote”, ganadora del Premio Fondo Nacional de las Artes; “Quién iba a decir”, Premio Mejor Letra en Canción, del Festival de Villa Gesell y segundo Premio Mejor Canción en el mismo Festival; “El Polaco”, Premio Mejor Tema Inédito en el Festival de Cosquín (primera vez que ganaba un tango ese premio); “La vida empieza hoy”, primer Premio Certamen Hugo del Carril; “Strip Tease”, segundo Premio Certamen Carlos Gardel.

También, realizó algunos espectáculos como guionista, presentador y hasta participante: El Tango Cuenta la Historia, Pasión y Ternura de Tango, Tangos, Reciedumbre y Ternura, Strip Tease de Tango, Manzi, Buenos Aires y Otros Tangos, Homenaje a Homero Expósito.

Como autor teatral, escribió —entre otras— la obra Una Vida de Tango, que ya lleva varias representaciones.

Además, fue el principal promotor de la creación de una asociación de letristas: «A principios de este milenio, convoqué a varios colegas para que trabajáramos mancomunadamente para luchar contra el problema de la falta de difusión, entre otras cuestiones. Así nació Letrango, primera Asociación de Letristas de Tango de la República Argentina, institución que presidí desde su fundación en octubre del 2002, hasta mediados del 2008, y que creo fue un aporte valioso para el género y, fundamentalmente, para nuevos creadores».

En la actualidad, se desempeña como docente dictando un seminario sobre escritura de canciones en la Academia Nacional del Tango.

Como cuentista, ha recibido Mención en tres certámenes. La Editorial Papeles de Boedo le editó el libro/cancionero Paisajes del Sur.

Cuando le preguntamos por los poetas que admira, responde: «Amo a aquellos ocho grandes, por supuesto a Homero Manzi, a Cátulo Castillo, a Homero Expósito, a Enrique Santos Discépolo, a Alfredo Le Pera, a Celedonio Flores, a Enrique Cadícamo, a José María Contursi, y si tuviese que elegir forzosamente a uno, sería a Manzi. Admiro también a esa “línea media” de los 60: Horacio Ferrer, Eladia Blázquez y Héctor Negro.»

Para terminar esta breve semblanza, un testimonio de su fresca poética y la realidad que le tocó vivir, en uno de los versos de “Declaración de amor a Buenos Aires”:

Dejame que te diga: ¡te quiero, Buenos Aires!
Y necesito entonces fundirme en tu interior,
en tu empedrado viejo, en tu esperanza nueva,
en tu simbiosis loca de tango y rock and roll.