Por
Ricardo García Blaya

ue un músico de estilo limitado, con una concepción primitiva del género anterior al tango milonga que se desarrolló tiempo más tarde, cuando él ya se había ido de Buenos Aires. Pese a esto, debemos destacar cierta tesitura melódica que lo distinguía de otros colegas contemporáneos. La guitarra fue su primer instrumento y, pasados unos años, se volcó definitivamente al piano.

Podríamos decir que su real importancia obedece a que fue uno de los pioneros del tango en París, ciudad a la que arribó luego de la incursión, en 1907, del matrimonio Gobbi y de Ángel Villoldo, que viajaron a los efectos de grabar para el sello Gath y Chaves y de la posterior, en 1911, de Carlos Vicente Geroni Flores junto a Enrique Saborido, considerada la primera avanzada de nuestros artistas en Europa.

Celestino participó de la segunda avanzada, en el año 1913, con el bandoneonista Vicente Loduca, el violinista Eduardo Monelos, el bailarín Casimiro Aín y su compañera Martina. Este viaje a París, en el vapor Sierra Ventana, lo pagó Alberto López Buchardo, músico y hombre refinado de la alta sociedad porteña.

Consiguen trabajo en el Cabaret Princesse, que después se convertiría en el mítico cabaret El Garrón, que estaba ubicado en la planta superior de la rue Fontaine, número 6 bis, abajo funcionaba el Teatro Deux Masques, luego convertido en el cabaret Palermo.

Fue un hecho que, sin duda, se constituyó en la piedra basal que sirvió de antecedente a los que, años después, coronaron la consagración de nuestra música en aquellas tierras: Manuel Pizarro, Eduardo Bianco, Genaro Espósito, Bachicha, Eduardo Arolas, Francisco Canaro, Julio De Caro y el gran Carlos Gardel.

Para la posteridad, lo más importante fue la serie de discos que grabaron en París, en 1913 para el sello Pathé, bajo los nombres de Orquesta Típica Loduca o bien de Rondalla Ferrer, dirección V. Loduca. Esta serie comprende en total 46 tangos, 10 valses y 2 canciones criollas.

A raíz de una propuesta contractual en Brasil para actuar de mago, su otra vocación, Loduca abandonó la orquesta y Celestino le pidió a Güerino Filipotto que se embarcara a París para remplazarlo. Lo de Brasil duró poco y, en 1914, fue contratado por la empresa discográfica Victor para grabar 15 temas en Camdem, New Jersey. Entre los tangos que registró, esta “Don Severo”, de Ferrer, cuya partitura dice: «Dedicado a mi estimado amigo Saverio Lombardi».

También, se fue Monelos, enfermo de tuberculosis y, al poco tiempo, falleció en la provincia de Córdoba (Argentina), su lugar lo ocupó José Sciutto, de quien poco sabemos.

Obligados por el estallido de la guerra partieron a Estados Unidos, Ferrer, Filipotto y El Vasco Aín, quienes durante esa época, vivieron de cualquier cosa menos de la música. Pepe Sciutto se quedó en París.

A partir de abril de 1915, fueron contratados por el sello Victor de New York, que necesitaba una orquesta típica que igualara los resultados de la competencia Nacional Odeon, de gran éxito de venta con los discos de Roberto Firpo.

En los registros de la empresa figura: Orquesta Típica Argentina Celestino, registrando entre 1915 y 1919, ciento veinticinco grabaciones más dos solos de piano, entre ellas, una curiosidad, el tango de Ernesto Ponzio, “Ataniche”, figurando en la placa otro autor, Roberto Firpo y otro título, “Los Güevara” (9 de julio de 1915, Victor 67.605), tal cual lo había hecho con anterioridad el propio Firpo, pero sin la diéresis.

Podemos destacar: “L'Atelier” (13 de octubre de 1915, Victor 67.687), “Alma dolorida”, de Pedro Datta (el 1 de marzo de 1916, Victor 67.783); “El estagiario”, de Martín Lasala Álvarez (17 de enero de 1917, Victor 69.422); el primer registro de “Ivette”, en forma instrumental (16 de agosto de 1918, Victor 72.161); “El Pollo Ricardo” (17 de enero de 1917, Victor 69.421), “Entre dos fuegos”, de Alberto López Buchardo (de noviembre de 1915, Victor 67.770).

El tango “La aguada” (19 de marzo de 1919, Victor 72.299), fue el último registro de esta serie. Lamentablemente, muchas de las matrices hoy están destruidas. También grabó para la compañía Columbia pero no tenemos información al respecto.

A comienzos del veinte, de nuevo en Europa, había muchos argentinos en París y nuestros dos muchachos actuaban por la comida y muy poquito más. Se presentaban, en el cabaret Princesse y tocaban de todo, jazz, tango, mezclados entre músicos franceses.

En 1921, llegaron Manuel Pizarro y Genaro Espósito que venían de Marsella y armaron una orquesta que incluyó a Ferrer, Sciutto, Filipotto y cinco músicos de París, para tocar en los cabarets Fontaine y Pavillon Dauphine.

Cuenta Pizarro que tuvieron que disfrazarse de gauchos para actuar y que fue una lucha enseñarles el tango a los locales. Tanto la ropa como la inclusión de músicos franceses en las orquestas, eran imposiciones del sindicato de músicos de Francia.

A raíz de la amistad de Pizarro con un aristocrático muchacho argentino gustador del tango Vicente Madero, vuelven al Princesse. Este se las ingenia para presentarle a Ely Volterra, el patrón de ese cabaret. Madero recomienda a la orquesta y el dueño acepta correr el riesgo. El tango debe ser negocio en ese momento, porque se calcula que son más de cuatro mil los argentinos en París y la mayoría conoce el salón.

Fue en esa época que, por una ocurrencia de Celestino, el cabaret cambió de nombre. «Volterra cree que cuando se le llene el cabaret de argentinos se va a salvar de esos franceses garroneros que son como la peste». Al conocer el empresario el significado de aquella palabra, el Princesse se transformó en El Garrón y fue en aquellos días que Ferrer compone el tango homónimo, su pieza más popular.

Fue un personaje de la noche parisina que alternó amistad con los argentinos que actuaban en París, todos grandes artistas: Víctor Lomuto, Eduardo Arolas, Mario Melfi, Eusebio Botto y Juan Bautista Deambroggio (Bachicha), entre muchos otros.

Sobre sus composiciones, a los ya mencionados “Don Severo” y “El Garrón” debemos agregar: “La rajada”, “Compadre hachazo”, “Avicultura” y “El encuentro”, los tres primeros grabados por el autor, el último, con un registro de Osvaldo Fresedo en 1923.

Falleció en Hamburgo, Alemania en 1958.