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ació en Barracas y murió con apenas 25 años. La fecha de su muerte, la obtuvimos del Anuario del Tango de Raúl Outeda y Roberto Cassinelli.

Formó trío con Eduardo Arolas —quien le dedicó su tango “El rey de los bordoneos”— y el guitarrista Emilio Fernández, en el mítico Café La Buseca, en Avellaneda. Continuó luego, en el mismo lugar, con Graciano de Leone y el pianista Ángel Pastore.

Asimismo, actuó en el barrio de La Boca, en el Café El Argentino, con un trío que completaban, Ricardo González —Muchila—, en el bandoneón y el pianista Harold Philips.

Tenía una sólida formación musical. Egresó del Conservatorio Thea Massan como profesor superior de violín, solfeo y armonía. Fue un ejecutante virtuoso que ofreció recitales en las ciudades de La Plata y Buenos Aires.

En 1913, emprendió la aventura de la excursión a París siguiendo los rastros exitosos de Ángel Villoldo, los Gobbi, Enrique Saborido y Carlos Vicente Geroni Flores.

Viajó en compañía de Vicente Loduca (bandoneón), Celestino Ferrer (guitarra y luego piano) y la pareja de bailarines Casimiro Aín y su compañera Martina.

Actuaron en diferentes escenarios, grabaron para el sello Pathé y fueron los músicos que prepararon el clima propicio para la posterior consagración europea de Manuel Pizarro, Genaro Espósito, Francisco Canaro, Eduardo Bianco, Bachicha, Carlos Gardel, Julio De Caro y de tantos otros artistas que impusieron el tango en París.

Juntamente con Tito Roccatagliata, Vicente Pepe, Pedro Aragón, Federico Lafemina y Atilio Lombardo entre otros, contribuyó a la superación técnica del tango, abriendo el camino hacia la definición de los estilos violinísticos, que se concretó en torno de 1920, con el advenimiento de Elvino Vardaro, Julio De Caro, Agesilao Ferrazzano y Cayetano Puglisi.

A su regreso de Europa, participó de un trío con Agustín Bardi y Graciano de Leone, que tocaba en un cine de la Avenida Mitre en Avellaneda. También comenzó a dar clases de violín en un conservatorio de Barracas.

No tuvo tiempo para más; por su enfermedad se radicó en la provincia de Córdoba donde murió muy joven de tuberculosis.

Como compositor dejó algunos títulos que no trascendieron en el tiempo: “Antonio el jetudo”, “Basta de soga”, “Cabeza de chancho”, “El Tano Vicente”, “Como queira nomás”, “Cusifai”, “Espiantá de la avenida”, “María Emilia”; los valses: “Luisita”, “Soledad [b]” e “Inspiración [b]” y la mazurca “Pepita [b]”.