Alejandro Scarpino

Nombre real: Scarpino, Alejandro
Bandoneonista, director y compositor
(16 enero 1904 - 27 mayo 1970)
Lugar de nacimiento:
Buenos Aires Argentina
Por
Oscar Zucchi

ue, como ejecutante, un elemento de muy buena técnica y gran dominio del instrumento. Su tendencia a algunos desbordes efectistas, con cierto recargo de notas —llamadas en el ambiente «verduras»—, no ponen en tela de juicio sus méritos. Uno de sus alardes de habilidad era el de tocar con dos bandoneones, uno en cada mano, verticalmente apoyados en el suelo.

Fueron tres hermanos dedicados al bandoneón. El mayor José Scarpino —siempre orejero y ligado a Alejandro—, y Domingo Scarpino, siempre por su cuenta.

Como era habitual en la época, el dinero escaseaba y al mismo tiempo que cursaba el ciclo primario, ayudaba por las tardes a su padre zapatero y de noche salía a vocear la edición sexta de los diarios. Pese a la precariedad, fue juntando los centavos y pudo comprarse un acordeón de sólo ocho bajos que sin ayuda aprendió a tocar. Así con su hermano José —de buena voz—, salían por serenatas a recorrer el barrio.

El padre le presentó a un señor recién llegado de Italia que tocaba el violín por música, él se constituyó en su primer maestro de teoría y solfeo. Más tarde, ganó experiencia cuando se juntó a un músico itinerante arribado de Tucumán y tocaba al mismo tiempo, guitarra y armónica. Actuaron un tiempo los dos juntos por distintos bodegones, era José Luis Padula.

A sus 18 años ya comenzaba a ser reconocido. Entonces traba amistad con un pianista italiano de sólida formación, que formaba parte de una compañía de operetas, su nombre Guillermo Césari. Arman una orquesta —bajo la dirección de ambos—, que denominan La Unión. Su hermano José ocupa un fueye y es el estribillista. Entre los componentes figura Juan Caldarella que tocaba el serrucho. Por ese tiempo, con José componen su primer tango “Llanto de perla”.

El Parque Goal, una especie de recreo con intenciones de confitería, fundado en el año 1917 y ubicado en la Avenida de Mayo 1473, era punto de reunión de payadores y cantores criollos, alguno de ellos ya de reconocida fama como Francisco Bianco, quien actuaba con el seudónimo Pancho Cuevas, Juan Pedro López, Américo Caggiano, el dúo Ítalo Goyeche-Néstor Feria y otros.

El tango entró a ese lugar cuando se presentó «Scarpino y su conjunto», con un repertorio que intercalaba la llamada entonces música ligera, fragmentos reconocidos de piezas clásicas. Su labor mereció que los dueños le entregaran una medalla de oro Honor al mérito.

A muchos ha llamado la atención la denominación de Parque Goal y sí, tiene un origen futbolero. Para atraer público, entre otros entretenimientos, los concurrentes que lo quisieran podían patearle cinco penales a un arquero de la casa (su nombre no ha trascendido) suponemos que habría un premio para el que convirtiera todos los goles.

El año 1924 es atareado. Actúa con sus muchachos en el famoso Café Nacional. Siempre con su hermano José de ladero y Enrique Sciarretta en el contrabajo. Al mismo tiempo, forma parte de un trío con Carlos Di Sarli (piano) y Lorenzo Olivari (violín). Se presentan por LOX Radio Cultura, la radiofonía había comenzado un poco tiempo antes.

Poco después, ya con su orquesta, pasan a Radio Nacional estación Flores, en la calle Boyacá, la predecesora de Radio Belgrano y nuevamente por Cultura, donde se propala su actuación junto a su gran amigo Juan Caldarella, éste antes guitarrista, ahora a cargo del serrucho.

Al año siguiente, actúa en un café de La Boca —Noce—, lugar donde Scarpino habría compuesto su famoso tango “Canaro en París”. El propio autor, en reportaje radial, expresó que era una pieza que tenía sin título, hasta que un día viajando en tranvía y leyendo el diario Última Hora leyó el copete de una nota: «Canaro llega a París», allí se inspiró y poco después, a falta de SADAIC, lo depositó —como era costumbre—, en la Biblioteca Nacional como «Gran tango de salón para piano», con letra de su hermano José, fue el 6 de mayo de 1927. Más adelante, apareció como colaborador de la música Juan Caldarella, esto se tomó como un regalo del autor a su amigo.

Una característica del tango muy esperada por quienes lo escuchan, son las variaciones finales para lucimiento de los bandoneonistas. Corrieron varias hipótesis sobre su creación, pero nuestro amigo Gabriel Clausi que estaba presente en los fondos de un café, un pequeño patio al aire libre, comenta: «El loco de Caldarella agarró un peine, lo envolvió con un papel de celofán y se puso a tocar el tango con la variación que se le ocurrió en ese momento».

En el Café Nacional permaneció con intermitencias hasta 1930, también se presentó, entre tantos sitios en un café de Villa Urquiza y en 1927, incorpora a un cantor llamado Juvenal.

Otra de sus composiciones fue “No llore viejita”, que por intermedio de Guillermo Barbieri le hizo llegar a Carlos Gardel, la letra es de Julio Aparicio, guitarrero y cantor que supo hacer dúo con Juan Carlos Marambio Catán (este con el seudónimo de Núñez). El Morocho lo registró en 1930.

Luego, comenzó a dedicarse a la enseñanza del bandoneón. En 1947, formó el Cuarteto Espectacular Buenos Aires. Él en bandoneón, Francisco Di Rosa (piano), Juan Pedro Castillo (violín) y Mario Canaro (contrabajo). Su trayectoria no tenía descanso, así se llega a 1954 cuando el cantor Ángel Vargas, ya solista, le solicitó una pequeña formación para acompañarlo, fue el propio Scarpino junto a dos guitarristas. Llevaron al disco: “Muchacho”, “El espejo de tus ojos”, “Ayer”, “La bruja”, “Cartas viejas” y “No aflojés”.

En 1959, hizo una temporada en Radio del Pueblo, allí tomó como cantor a Néstor Núñez (luego Ricardo Guzmán). En 1962, se dedicó por entero a la enseñanza y al comercio. Poco antes de su fallecimiento compuso el tango “Era sólo para ti”.

Fue autor de unos 200 temas, muchos de ellos nunca llegaron al disco y el resto de dispar calidad y difusión, aunque con “Canaro en París” e incluso, “Seguime si podés”, ya sería suficiente para tenerlo en cuenta.

Extractado de su obra El tango, el bandoneón y sus intérpretes Tomo IV.