Por
Abel Palermo

ijo de Justo y Teresa Peirano, nació en Buenos Aires, en el barrio de Villa Crespo. Sus inclinaciones musicales comenzaron desde niño, con un bandoneón que su padre había adquirido para su hermano mayor, Miguel, quien, finalmente, no tendría vocación por la música.

Inició el estudio instrumental con su tío Reinaldo Peirano, continuó luego con un amigo de su padre, nada menos que Anselmo Aieta, para luego, completarlos con Mario Maurano.

A los 14 años debutó profesionalmente en la agrupación de Aieta y a los pocos meses se incorporó a la orquesta de Manuel Buzón, compartiendo la línea de bandoneones junto a Antonio Ríos, Eduardo Marino y Cachito Presas.

En 1932, participó en la gran orquesta de Francisco Lomuto, actuando también en forma temporaria en la orquesta Visca-D'Arienzo. Tenía de compañeros a Juan José Visciglio y a Domingo Moro, músicos importantes en la primera etapa de la orquesta del Rey del Compás.

Con apenas 18 años y una gran formación musical, se integró al sexteto más importante de la década, el dirigido por el violinista Elvino Vardaro. Dicha formación estaba integrada por el violinista Hugo Baralis, el joven bandoneonista Aníbal Troilo, el contrabajista Pecho Caracciolo y en el piano otro joven, Osvaldo Pugliese. Debutan en el cabaret Tabaris, el 1 de abril de 1933, pasando luego al Café Germinal donde lograron un éxito extraordinario, el público los bautizó: Sexteto Germinal.

Por diferencias económicas se disolvieron en 1935. Tanto Fernández, como Troilo y Baralis pasaron a integrar la orquesta de Ángel D'Agostino. Fernández por breve tiempo ya que volvió con Vardaro reencontrándose con Eduardo Marino. El cantor del sexteto Vardaro fue Francisco Alfredo Marino, autor de los tangos “El ciruja” y “El batidor”. En julio de 1937, el bandoneonista Marino se incorpora junto a Baralis a la flamante orquesta de Aníbal Troilo, en la cual permanecería durante 38 años.

En 1938, Fernández y Vardaro participan junto a Juan Baüer en el Cuarteto del Novecientos, cuyo director fue el pianista y luego consagrado acordeonista, Feliciano Brunelli.

Durante los años 1940 y 1941 integra la formación de Rodolfo Biagi, y, al año siguiente, debuta con su propia agrupación orquestal en Radio Mitre. Logra un importante suceso y, por ese motivo, fue tentado por Radio Belgrano con un contrato muy interesante. También, durante tres años, fue exclusivo en el Café El Nacional y en el Salón de Ambassadeurs.

En 1946 formó rubro con el cantor Jorge Ortiz que se había separado de Biagi. La sociedad duró apenas un año. Después de la ruptura, Fernández se incorporó con su orquesta a Radio El Mundo, donde permaneció hasta 1950.

Al año siguiente fue requerido por el sello discográfico Pampa, recientemente creado por la Odeon. Grabó en un disco 78 RPM, dos instrumentales: del pianista de su orquesta José Pascual, “Arrabal” y de Astor Piazzolla, “Contratiempo”.

En 1952, participó en Canal 7 de televisión con su cantor Alberto Aguirre, quien en la década del sesenta adquiriría fama como autor y cantante folklórico litoraleño, bajo el nombre de Cholo Aguirre.

Orquesta Jorge Argentino Fernández

Luego la orquesta de Fernández pasó a grabar en Odeon, realizando una versión importante de “La cumparsita” y del vals “Rosa de otoño (Rosas de otoño)”, con la voz de Aguirre.

A partir de 1960, producto del avance de la música impuesta por los sellos grabadores, la fatídica «nueva ola», todo lo relacionado con el tango tendió a desaparecer. Las grandes formaciones tangueras se disolvieron o se achicaron. Fernández optó por formar un cuarteto.

Recién volvió a grabar en 1967, en el sello Disc Jockey. Al año siguiente, realizó un ciclo en Radio Nacional a dúo con el pianista José Pascual.

En 1970 grabó su último long play. Hacía ya unos años que se había incorporado a la empresa petrolera estatal Y.P.F., donde llegó a ocupar importantes cargos hasta su jubilación.

Con este excelente músico, con quien tuve la suerte de conversar y aprender mucho sobre el tango, nos solíamos encontrar en nuestro querido barrio Santa Rita de Villa del Parque. Fue sin duda, uno de los artistas que más jerarquizaron y aportaron al desarrollo de nuestra música ciudadana, no sólo como intérprete y director, también por su vena de compositor, prueba de ello son sus bellos tangos: “Pena de amor”, ”Otra vez” y “Ayer y hoy”.