Walter Laborde

Nombre real: Laborde, Walter
Seudónimo/s: El Chino
Cantor
(18 agosto 1972 - )
Lugar de nacimiento:
Avellaneda (Buenos Aires) Argentina
Por
Ricardo García Blaya

e hablaron de un chino que canta tangos. En realidad, era más porteño que el bife de chorizo. Y sino, prueben de pedir uno en el East de New York, en el Montparnasse de Paris o en Piazza Navona en Roma.

Lo vi por primera vez actuando en la película Luna de Avellaneda —su ciudad natal—, con el desafío de ponerse en la piel de Alberto Castillo. Aparece cantando en un baile de un club de barrio de los años 40.

Sale airoso como actor y como vocalista porque lo hace muy bien. Esto último, algo infrecuente en los cantores de la actualidad.

Cuando afirmo que lo hace muy bien quiero decir, que es afinado, que liga las frases y, lo que para mí es de suma importancia, canta e interpreta, las dos cosas al mismo tiempo, sin falsos efectismos.

Su papel de Castillo, si bien ocupa un breve instante del film, lo hace sobriamente, sin apelar a la sobreactuación ni a hacer una caricatura del personaje. Lo ayuda su figura de muchacho porteño, de estampa varonil, elegante y seductor, con una sonrisa adornando su rostro.

Averiguando sobre Walter Laborde, rescaté algunas publicaciones de diarios y revistas, además de recurrir a los buscadores. Así pude conocer algunos aspectos de su personalidad y trayectoria. Además, por supuesto, volví a escuchar sus discos para inspirar esta semblanza.

«Yo mamé el tango desde chico, con mi abuelo, mi vieja y el asfalto de Sarandí», confesó al diario Página/12, en una entrevista que le hiciera Cristian Vitale, en marzo de 2005. En la misma menciona un pasado futbolero en clubes de la zona sur.

También, la relación con su abuelo, que era bandoneonista y un impulsor de su futura carrera, pero por sobre todo, alguien muy importante en la vida del cantor.

Actúa por primera vez en el Teatro Presidente Alvear, integrando el elenco de la obra Discepolín y yo, de Bernardo Carey y Betty Gambartes, en el año 2003.

Ya era el cantor de la Orquesta Fernández Fierro, dirigida por el pianista Julián Peralta, formada por jóvenes de aspecto informal que adhieren fervorosamente al estilo de Osvaldo Pugliese.

Su labor con la Fernández Fierro no le impide alternar con otra interesante formación, la orquesta Sans Souci, que se inspira en el repertorio y estilo de Miguel Caló.

Un dato llamativo constituye su afición a cantar rock. En otra entrevista que le hiciera Sebastián Ramos, nos dice al respecto: «Yo canto rock casi como una terapia. En el rock, me camuflo, soy un cantante que quiere ser gente, me permito la licencia de no ser yo. En cambio, cuando canto tangos soy El Chino, sin maquillajes. Porque yo soy un cantor de tangos que tiene por hobby cantar en una banda de rock».

Otra cosa, también curiosa, es su trabajo como actor, presentando la serie erótica Tango, danza prohibida, que transmite el canal de cable Playboy.

Con la Fernández Fierro llegó al disco en dos ocasiones: Envasado en origen, octubre y noviembre de 2001 y Destrucción masiva, agosto de 2003.

Con su amigo y guitarrista Diego Kvitko grabó en 2006, otro disco con el título Tango Tango, donde destacamos su versión de “Antiguo reloj de cobre” y “Milonga de carnaval”, de Kvitko.

Con la Sans Souci dejó registrado entre otras bellas páginas: “Después”, “Que te importa que te llore” y “Marión”.

Asimismo, participó en un DVD, Buenos Aires, días y noches de tango, con una presentación de Horacio Ferrer, donde también están la orquesta de Leopoldo Federico y el conjunto de guitarras de Horacio Avilano. Walter interpreta: “Barrio pobre”, “Mensaje” y el vals “Bajo un cielo de estrellas”.

Para finalizar, nuestro deseo que este simpático y auténtico muchachito porteño no cambie su modo de cantar, porque según nuestro gusto, tiene un exitoso presente y un gran porvenir.