Por
Néstor Pinsón

unque para todos quedó como El Rata, él mismo aclaró, en un reportaje del año 1945, que su verdadero apodo era El Ratita. Claro, más cariñoso y que tenía relación con su cuerpo delgado, su rostro anguloso, representando menos años que los que en realidad tenía.

Tiene once años cuando fallece su padre y su familia decide por variados motivos enviarlo al pueblo de Alto Pencoso, en la provincia de San Luis. Allí, su papá había dejado como herencia algunos intereses, basados en la explotación de campos y algunos locales de ramos generales. En esa zona permaneció tres años. Fue allí, cuando intentó sus primeros acordes en la guitarra pero lo hizo a escondidas, pues sus tíos pensaban que la música generaba haraganería y vicios.

El día del regreso a su casa de Buenos Aires, primero entró a un negocio para comprar una guitarra. Y muy pronto se reencontró con sus amigos de la infancia y organizó pequeños conjuntos para presumir y divertirse.

Consiguió un empleo en una casa de venta de materiales, duró siete meses. Las serenatas y los bailes podían más pero no daban dinero. Volvió a emplearse, primero en la compañía del Expreso Villalonga, más adelante en la firma Mihanovich y en una importante imprenta.

Por 1907, con dos amigos músicos, uno de ellos bandoneonista de apellido Solari, que habría sido maestro de Genaro Espósito. Se presentan en un almacén de la esquina de José Mármol y San Juan. Tiempo después, ya con otros amigos, entre los que estaba Ricardo Brignolo, se van de gira por el interior del país, regresan dos años después. Su nombre se afianza en el ambiente musical y llegan, alrededor de 1916, a la calle Corrientes, fue en El Quijote, frente al Teatro Nacional.

Es importante destacar su actuación en el viejo Luna Park (ubicado en las cercanías del Obelisco), al frente de un conjunto que integraban Carlos Marcucci, José Servidio, Anselmo Aieta (bandoneones), Sassano y Fernando Franco (violines), Luis Bernstein (contrabajo) y, por supuesto, él en guitarra.

Trabajó junto a los mejores vocalistas. Con El Vibora Saúl Salinas, con quien grabó y con Rosita Del Carril y Rosita Quiroga. También con los dúos Pelaia-Ítalo, Magaldi-Noda, Vega-Díaz (Roberto). Además, con Charlo, Ernesto Famá, Ignacio Corsini, Libertad Lamarque y tantos otros.

Viajó a Europa junto a Rosendo Pesoa para respaldar musicalmente a Linda Thelma. Con Armando Pagés y Pesoa formó un trío de larga actuación junto a Magaldi y, nuevamente, llegó al disco grabando temas instrumentales para el sello Odeon. Estaban tan identificados con ese sello que se los conocía como Trío Odeón. Algunos registros: “El cuatrero”, “Palomita blanca”, “Don Juan”.

Fue convocado por el Trío Irusta-Fugazot-Demare, a una gira por México, precisamente en reemplazo del pianista, que se quedó en España para gozar del amor de la actriz Lupe Vélez, a quien le dedica el vals “Lupe”.

A mediados de la década del 30 está en un plano tal de encumbramiento, que habría que dilucidar cuales han sido los verdaderos motivos que ha tenido el público para valorarlo de tal manera. Si su campaña como guitarrero, realmente generosa o sus condiciones de compositor. Fueron suyas: “Trago amargo”, “El tatuaje”, “Ya pa’ qué”, “De puro guapo”, “La reina del tango”, cinco títulos grabados por Carlos Gardel, los primeros cuatro en España y el último en París.

Pero con anterioridad, junto a su colega Miguel Correa, acompañó a Ignacio Corsini —entre 1922 y 1927— quien le grabó: “El vendaval” (un estilo con letra de Guiol), “Cariño eterno”, subtitulado “Irene” (con letra de Juan Caruso), el estilo “La carrera”, “Justicia criolla”, “Muchachita buena”, “Otro trago” (con Enrique Cadícamo), “Amigablemente”.

Su amistad con Arolas, un hecho aún sin respuesta. Fue por 1915 cuando Iriarte y Arolas decidieron componer juntos un tango. Una vez en el papel pentagramado lo estrenaron con el cuarteto que completaban Vicente Pecci (flauta) y Tito Roccatagliata (violín). Rápidamente se convirtió en un suceso en los humildes locales donde se presentaban. Desde 1913, Arolas ya transitaba los estudios de grabación y, en 1917, registró aquel tango para el sello Victor, su título: “Comme il faut”. No existió oposición ni polémica de ningún tipo, como autor figuraba únicamente Arolas. Trece años más tarde, en el cine Electric de la calle Lavalle se realizó el séptimo concurso del sello Nacional, donde recibe el primer premio “Linyera”. Entre los accésits aparece una composición de Rafael Iriarte, el tango “Comparsa Criolla”, igual en sus tres partes al tango registrado por Arolas.

¿Qué ocurrió? La conjetura de mayor validez, es que hubo entre ambos alguna diferencia insalvable, por la música u otra causa. Arolas se apuró a registrarlo, por enojo, seguramente la mayor parte del mismo le pertenecía. El Tigre del Bandoneón, fue sin duda, el mayor talento que haya dado el tango en toda su existencia, por ende, no necesitaba de manejos oscuros, como el de adjudicarse un tango que no fuera suyo. Iriarte, a su vez, lo presentó quince años más tarde de su creación y a siete años del fallecimiento de Arolas, como si hubiese respetado su nombre.

Lo curioso es que entre sus contemporáneos el único que lo llevó al disco con el título de El Ratita fue Francisco Canaro. Recién, en 1941, hizo lo propio Ricardo Tanturi. En ambos figura como autor solamente Iriarte. Con el título de Arolas, las versiones son numerosas: Juan D'Arienzo, Aníbal Troilo, Carlos Di Sarli en tres oportunidades, Los Astros del Tango, Alfredo De Angelis, y muchísimos más.