Por
Horacio Loriente

e incluye en la brillante promoción de los grandes pianistas de la década del 20. Como Francisco De Caro, Juan Carlos Cobián, Enrique Delfino, Vicente Gorrese, Carlos Vicente Geroni Flores, Luis Riccardi y Eduardo Pereyra, entre otros.

Había nacido en 1897, en el barrio San Cristóbal de Buenos Aires. Su padre era un prestigioso músico, director de la Banda Policial e influyó para que siendo niño estudiara piano y solfeo. Así nace su vocación por los tangos. A escondidas ensaya “El apache argentino”, primer tango que tocó. Tuvo en su barrio tres amigos con los que inició una amistosa competencia en el afán de superarse: Victorio Pierre, Fidel Del Negro y Humberto Canaro.

En 1917, siendo ya bachiller, convence a su padre para que le permita iniciarse como pianista de orquestas, prometiendo a cambio seguir una carrera universitaria y estudios serios de música.

Se produce su debut en el Bar Los Leones, ubicado en la avenida Montes de Oca y Australia, en el barrio de Barracas en el conjunto que dirigía desde el bandoneón Juan Bautista Guido. Los violinistas eran Agesilao Ferrazzano y Alberto Kernusky y el flautista José Galarza. Sin dejar dicho barrio, Rizzuti reemplaza a Ángel Pastore en el café T.V.O. en la pequeña orquesta de Ricardo Brignolo.

Los violinistas eran Federico Lafemina y Bernardo Germino a quien reemplazaba a veces Julio De Caro. Nació allí una amistad de por vida entre Rizzuti y el autor de “Buen amigo”.

Retorna con Guido para debutar en el Cabaret Tabarís, de la calle Suipacha, hasta que al alejarse Roberto Goyheneche de la orquesta de Eduardo Arolas, a sugerencia de Julio De Caro, Rizzuti pasa a integrar el famoso conjunto, al que en 1919 ubicamos en Montevideo para actuar en el parque Hotel.

Al volver a la Argentina, Arolas emprende con su orquesta una extensa gira por la provincia de Buenos Aires. Al llegar a Tres Arroyos, ante una grave diferencia con su director Rizzuti y De Caro regresan inmediatamente a Buenos Aires.

Un encuentro con Pedro Maffia —alejado circunstancialmente de Roberto Firpo— le dio a De Caro y Rizzuti la idea de actuar juntos, agregándose el segundo violín José Rosito. El cuarteto debuta, con mucho éxito en el Café El Parque de Plaza Lavalle, donde una noche llega allí Osvaldo Fresedo. Tenía excelentes referencias sobre Rizzuti y quería escucharlo. Lo invitó enseguida a formar parte de lo que sería la primera orquesta con su nombre. El pianista asintió pero solamente a condición de que también fuera con ellos Julio De Caro, lo que fue aceptado.

El debut de la orquesta se produjo en el Casino Pigall, el l de julio de 1919. Fresedo (bandoneón); Rizzuti (piano); De Caro y Juan Koller (violines) y Hugo Ricardo Baralis (contrabajo).

Se produce el viaje de Fresedo a Estados Unidos. La orquesta sigue bajo el mismo rubro y Pedro Polito toma la dirección de la misma. Si bien esto no fue de su agrado, resolvieron continuar hasta que se produjera el retorno del autor de “Sollozos”. Cuando este volvió decidió no continuar en el Casino Pigall y Rizzuti, De Caro y Baralis se fueron de su lado.

Por algún tiempo estuvo inactivo hasta que fue requerido por Luis Petrucelli para volver al Casino Pigall. Ya había escrito su primer tango: “Carpincho”, llevado al disco por Roberto Firpo.

En la orquesta de Petrucelli, tuvo por compañeros a Maffia, Bernardo Germino, José Rosito y Humberto Costanzo. Allí estrenó su hermoso tango “Cenizas”.

Vuelve con Fresedo para reemplazar provisoriamente a Cobián, realizando los bailes de fin de año de 1922. En el verano de 1923, Cobián se va definitivamente y Rizzuti se instala en la formación hasta 1928. Es la época de su bella página: “El cisne”. Salvo alguna excepción está presente en todos los discos Victor que Fresedo graba entre 1922 y 1925 y en los Nacional-Odeon, 1925/29.

En 1926, alcanza a grabar dos discos, hoy inhallables, como solista de piano, conteniendo los tangos “Meditación”, “No llores más”, de Alejandro Gutiérrez del Barrio y “Olvide amigo”, de su propia autoría; lo mismo que el vals “Tentación”. El 2 de octubre de 1928 imprime “Como un sueño”, que ha quedado inédito.

En octubre de 1928, la orquesta de Fresedo se embarca a París. La integraban su director, Alberto Rodríguez y Luis Minervini (bandoneones); Adolfo Muzzi y Juan Koller (violines); Rizzuti (piano); Humberto Costanzo (contrabajo) y Ernesto Famá (cantor). Debutan con gran suceso en el Cabaret Nouvelle Garrón, actuando también en Les Ambasadeurs.

Unos meses más tarde, junto al cantor Ernesto Famá retorna a Buenos Aires, en tanto Osvaldo Fresedo convoca a otros profesionales y continúa en Europa.

A comienzos de 1929, decide formar su propio conjunto. Lo acompañan José Della Rocca y Francisco Della Rocca (bandoneones), José Cacopardo y Francisco Orefice (violines) y Humberto Costanzo (contrabajo). Actúan en los cines Medrano, Argos y Fénix y en los cafés tangueros de la época, Nacional, Germinal, Richmond.

Disuelta esta orquesta, se incorpora a la que dirige Carlos Marcucci, reemplazando a Alberto Soifer en el Richmond Suipacha y graba algunos discos con la orquesta de Petrucelli.

En 1932, es invitado por De Caro para intervenir en una gran orquesta en el cine Ástor de la calle Corrientes. Compartía su labor pianística con Francisco De Caro.

Una vez más, Fresedo lo convoca en 1933. Comenzaba un nuevo ciclo de grabaciones para el sello Victor y era estrella destacada del elenco de Radio Nacional. En el naciente cine sonoro la orquesta formaba parte del elenco de ¡Tango! y de Los tres berretines. En ésta, con lucida actuación de Rizzuti en primer plano. También se presenta en el Teatro Cómico, en la comedia musical Diez postales por un peso. Todos los temas pertenecen al propio Fresedo.

Sorpresivamente, Fresedo abandona el elenco de Radio Belgrano a fines de 1938, y se va a Radio El Mundo para debutar en la fiesta de fin de año. Pero antes de iniciarse la temporada oficial, en marzo de 1939, la dirección de Radio Belgrano propuso a algunos músicos de Fresedo un contrato para formar orquesta y quedarse bajo el rubro Rizzuti-Ray, aprovechando la enorme popularidad del cantor Roberto Ray. La misma se integró con Adolfo Muzzi (primer violín), Félix Verdi (bandoneón) y (contrabajo). Actuaron en locales nocturnos y bailes hasta el alejamiento de Ray para presentarse como solista.

Entonces, se une a Daniel Álvarez con un nuevo elenco, realizando una breve temporada, que sería la última, abandonando la profesión y dedicándose a la enseñanza.

Lo arrebató de la vida un accidente de tránsito, viajando en un taxi, en 1953. Desaparecía así, prematuramente, uno de los músicos más importantes de la historia del tango. Intérprete delicado, de gran personalidad y estilo. Más de cincuenta tangos grabados cuya importancia encabezan “Cenizas” y “El cisne”, pero sin desmerecer a: “Bésame en la boca”, “Desilusión”, “Hollín”, “Canción de cuna” y “Volvé mi negra”. Junto a ellos “Pasión”, “Queja melodiosa”, “El tarta”, a pesar de su discutible letra y “Adiós para siempre [b]”, grabado en 1936 y que fue el último tema que llegó al disco.

Nos parece muy bien que, al recuerdo de Rizzuti, los amantes del género digan «el pianista de Fresedo» vinculando así permanentemente, a dos compañeros y amigos. Pero nuestra intención es demostrar que José María Rizzuti fue algo más que eso. Una gran figura de nuestra música popular.

Extractado de: Loriente, Horacio: Ochenta notas de tango. Perfiles biográficos, Ediciones de La Plaza, Montevideo 1998. Auspiciado por la Academia de Tango del Uruguay.