Por
Abel Palermo

ue un artista esencialmente popular, por su repertorio y por la atracción con el público, pero esa condición no significaba que fuera un intérprete menor, todo lo contrario, fue un muy buen cantor. Hacía de todo, interpretaba cualquier cosa, pero cuando lo escuchamos haciendo tangos, su fraseo atenorado nos hace recordar a Charlo. Era afinado y tenía media voz. Pese al clima festivo de la orquesta que lo acompañó casi toda su carrera, era un cantor pulcro y de buen gusto.

A los 18 años debutó en la orquesta dirigida por el bandoneonista Enrique Rodríguez, para suplantar al cantor Roberto Flores (Chato). El destino, con el tiempo, lo convertiría en la voz emblemática de la orquesta.

Hace su debut en LR3 Radio Belgrano y al año siguiente produjo sus primeras grabaciones: el pasodoble “Ay Catalina” y el tango “No te quiero más” y en el siguiente disco, el foxtrot “Amor en Budapest” y la polka “María [b]” de Will Grosz con letra en castellano de Enrique Cadícamo. Dado el éxito de esta última, se la incluye en la película Hogar, dulce hogar, con la participación de ambos.

En 1941, es destacable el éxito discográfico del binomio, grabaron 20 temas, 17 con la voz del Niño Moreno, como lo llamaban por su rostro siempre juvenil, y tres instrumentales, también el brillante suceso en Radio Belgrano.

En los bailes, el público entusiasta pedía la interpretación de dos temas del director: “Tengo mil novias” y “Son cosas del bandoneón”, que ya habían sido registrados por su antecesor, Flores.

En 1944, el sello Odeon celebró sus bodas de plata, era la primera industria argentina del disco, con una inolvidable fiesta en el estadio del Luna Park, de la calle Corrientes y Bouchard. Fue el 21 de octubre, con la participación de los artistas más exitosos del sello. Se hicieron presentes las orquestas de Francisco Canaro, de Alberto Castillo, de Miguel Caló, de Rodolfo Biagi y la de Enrique Rodríguez con Armando Moreno.

Es importante comprobar, como la compañía Odeon promovió a sus artistas en Colombia, México, Brasil y otros países latinoamericanos —desde Gardel en adelante— generando un mercado muy receptivo a los artistas argentinos. Esa siembra fue muy positiva en Buenos Aires cuando, en la década del 60, el tango sufrió su gran declinación. Muchos conjuntos y cantores tuvieron trabajo gracias a esa apertura.

A mediados de 1946, se produjo la primera separación del exitoso binomio. Previamente, la orquesta había sufrido el alejamiento del bandoneonista y arreglador Roberto Garza, puntal de la misma y, también, destacado compositor de los tangos: “No te apures Carablanca” y “Sosiego en la noche”. Moreno y Garza formaron rubro y así, empieza una nueva etapa como solista.

A mediados del cuarenta era común el surgimiento de nuevas agrupaciones orquestales, de vocalistas notables y la definitiva consagración de aquellas que iniciaron la década.

Eran orquestas volcadas totalmente al ritmo del tango y a la exigencia de los bailarines —Aníbal Troilo, Juan D'Arienzo, Carlos Di Sarli, Osvaldo Fresedo, Alfredo Gobbi, Osvaldo Pugliese, Francini-Pontier—, que complacían ese reclamo y por eso, las que incluían otros ritmos, pasaban a segundo orden.

El binomio Garza–Moreno intentó integrarse a la nueva onda con repertorio totalmente renovado, manteniendo los exitosos “Tengo mil novias” y “Son cosas del bandoneón” pero no pudo afianzarse.

A fines de 1948 la orquesta de Alfredo Attadía, sufrió la desvinculación de su cantor Héctor Pacheco, a raíz de lo cual, convocó a Armando Moreno, quien compartiría los cantables con Jorge Beiró. Durante su paso por esa formación, Armando registró para el sello Pathe, los tangos “Araca corazón”, “El Yacaré”, que ya había sido grabado anteriormente por Ángel Vargas con Ángel D'Agostino y, por último, “Las cuarenta”.

En 1950, pasó a la formación de Domingo Federico junto a Enzo Valentino, pero al año siguiente volvió con Enrique Rodríguez, para suplir a Roberto Videla. Es su segundo paso por la orquesta.

Dos años más tarde, regresó nuevamente con Federico y registró “Ronda sentimental”, de autoría del director. Llevaron al surco 17 temas, para el sello Victor, de los cuales podemos mencionar: “Percal”, “En la buena y en la mala”, “Tristezas de la calle Corrientes”, “A bailar”, “Otario que andás penando”, entre otros. Con Garza, Attadía y Federico, nunca tuvo el éxito popular que consiguió con Enrique Rodríguez, pero con ellos pudo demostrar su capacidad interpretativa, con un repertorio totalmente tanguero.

En 1958, su tercera y última etapa con Rodríguez, con un nuevo éxito popular junto a los cantores Omar Quiroz y Oscar Corvalán: los corridos “Adelita” y “Señorita Luna”.

A partir de 1960 sufrieron, como todos, la falta de trabajo y aprovechando su popularidad en toda América, comenzaron a realizar giras a distintos países, la última juntos fue en 1965. Después, ya solo, actuó en distintos espectáculos en Buenos Aires y en el interior del país, hasta que decidió radicarse en Colombia, donde el tango seguía vigente.

Se instaló en Bogotá, donde fijó residencia. En plena actividad, todavía entero y con ganas de cantar, contrajo neumonía y muere, a los 69 años.