Homero Manzi

Nombre real: Manzione, Homero Nicolás
Seudónimo/s: Arauco y Barbeta
Poeta y letrista
(1 noviembre 1907 - 3 mayo 1951)
Lugar de nacimiento:
Añatuya (Santiago del Estero) Argentina
Por
Orlando del Greco

us veleidades de poeta y autor las inició escribiendo para las murgas de su barrio de Boedo y en 1922 da a conocer su primera canción, “¿Por qué no me besas?”, a la que le pone música de vals Francisco Caso, grabándolo Ignacio Corsini.

Algunos de sus versos los publican revistas de la época y ya atraído por el cancionero se vuelca en él quedando estampado allí su nombre con caracteres brillantes e imborrables. Su primer tango “Memorias a Taborda”, música de Domingo Santa Cruz, no trascendió (Nota de la dirección: En realidad este tema es un vals, y fue ingresado en el Registro Nacional de la Propiedad Intelectual el 9 de agosto de 1926 y sus autores José C. Marco y Juan Santa Cruz. Las primeras obras de Manzi fueron ingresadas al Depósito Legal en el año 1924. Agradecemos por el dato a Christoph Lanner.)

En el año 1926 aparece su tango, que es tal vez, el mejor de todos los que ha publicado, “Viejo ciego”, con música de Sebastián Piana y Cátulo Castillo, a pesar de que sus panegiristas opinen lo contrario. Fue premiado en un concurso de la revista El Alma que Canta.

Después unido a otro músico del barrio, Antonio Sureda, da para la eternidad los valses: “A su memoria”, “Ensueño” y “Valsecito de antes”; más tarde con Piana otro, “Esquinas porteñas”.

Escribe, trayéndolas casi desde el olvido milongas que el pueblo recoge para sí como si fueran para siempre: “Milonga del novecientos”, “Milonga sentimental” (ambas grabadas por Carlos Gardel), “Juan Manuel”, “Betinotti”, “Milonga de Puente Alsina”, “Pena mulata” con músicas de Sebastián Piana; “Negra María” con la de Lucio Demare; “Campo afuera” y “Por la güeya” con las de Rodolfo Biagi; “Milonga triste” y “Milonga de los fortines” también con Piana; “Milongón” con Francisco Canaro; “Papá Baltasar”, “Ropa blanca”, etc.

Para el tango, además de los dos citados, escribe unas doscientas letras de las cuales sus éxitos más resonantes son “El pescante”, con Piana; “Tapera” con Hugo Gutiérrez; “El último organito”, con su hijo Acho; “Ninguna”, con Fernández Siro; “Mañana zarpa un barco” y “Malena”, con Lucio Demare; “Barrio de tango”, “Discepolín”, “Sur” y “Che bandoneón” con Aníbal Troilo; “Ronda de ases” con Osvaldo Fresedo; “Abandono” y “Llanto” con Pedro Maffia; “Manoblanca” con Antonio De Bassi.

No se desliga del vals y para ese ritmo escribe sucesos como “Romántica”, “Muchacha”, “Tu nombre” y “Gota de lluvia” con músicas de Félix Lípesker; “Llorarás” con la de Hugo Gutiérrez; “Una vez en la vida” con Alfredo Malerba; “Romance de barrio”, con Troilo.

Otros títulos, con algunos éxitos entre ellos, se cuentan en: “Volverás... ¿pero cuándo?”, canción criolla; “Horizontes”, “Después”, “Fueye”, “¡Burla!”, “Monte criollo”, “Muchacho del cafetín”, “Telón”, “Tal vez será su voz”, “Una lágrima tuya”, “Fuimos”, “Así es el tango”, “De barro”, “Fruta amarga”, “Torrente”, “Voz de tango”, “Mi taza de café”, “En un rincón”, “Te lloran mis ojos”, “Triste paica”, “Déjenme solo”, “Eufemio Pizarro”, “Porque”, “Puerta cerrada”, “Dale... Dale”, “Nobleza de arrabal”, “Sosteniendo recuerdos”, “Veinticuatro de agosto”, todos ellos tangos, o en ritmos de valses, milongas, canciones camperas y hasta una «rumba porteña»: “Salud... Salud”, que hizo con Canaro, podemos citar a “Serenata gaucha”, “Flor de cardo”, “El vals de los recuerdos”, “De tu casa a mi casa”, “Añorando”, “Plumas de nido”, “Carnavalera”, “Parece mentira”, “Luna”, “Tu pálida voz”, “Arrabal”, “Más allá”, “Canción para la niña muerta”.

Además de los compositores citados, tiene colaboración musical de Edgardo Donato, Francisco Pracánico, Mario Maurano, Mariano Mores, Charlo, Julio De Caro.

Empezó a meter la nariz en la cinematografía por 1933 cuando incluyen dos de sus milongas en la película Tango; después escribiría canciones para Monte Criollo, Sombras Porteñas, Turbión, Nobleza Gaucha, Los Caranchos de la Florida, Así es el tango, Puerta cerrada, Caminito de gloria, Una vez en la vida y otras.

Como argumentista de cine se inicia en 1937 al adaptar con Hugo Mac Dougall al cine hablado la célebre Nobleza Gaucha, la película muda argentina de más éxito, que interpretaron en el sonoro Olinda Bozán, Agustín Irusta, Marcelo Ruggero, Lalo Harbín, Venturita López Piriz, y otros, con música de Piana y Maffia.

Años después dedicado enteramente al séptimo arte escribe con Ulises Petit de Murat, solo o en colaboración con algún otro escritor La Guerra Gaucha, Pampa Bárbara (dos joyas del cine argentino, quizás las mejores), Huella, Su mejor alumno, Fortín alto, Malambo, Confesión, Donde mueren las palabras, Rosa de América, Con el dedo en el gatillo, Pobre mi madre querida, El último payador, Eclipse de sol, Escuela de campeones, De padre desconocido, Nunca te diré adiós, Como tú lo soñaste y para hacer cine auténticamente argentino funda con Enrique Muiño, Elías Alippi, Lucas Demare y otros la empresa Artistas Argentinos Asociados en el año 1942. Dirige asimismo algunas películas.

Ya en 1934 se había convertido en crítico radioteatral por intermedio de las páginas de las revistas Micrófono y Radiolandia y colaborando en los diarios Crítica, El Sol, El Combate y las revistas Línea, Ahora.

También escribió para la radio, dando al éter por medio de las principales emisoras capitalinas, las audiciones Candelario Fierro, Ronda de Ases, Tangos de Oro, Pájaros Ausentes, Estrellas del Recuerdo, Por algo los quiso el pueblo, etc. También hizo radio con el gran Andrés Chazarreta.

Algo dio al teatro, entre algún otro título estrenó: Con la música en el alma en la sala del Casino en 1949 y que escribiera con Pedro M. Bruno, Antonio De Bassi y Francisco Canaro, obra que luego fue llevada al cine.

Visitó en gira artística Chile y Perú en 1935 con Pedro Maffia y fue presidente de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música.

Resumiendo, fue el mejor libretista de nuestro cine y un gran poeta de la canción popular.

A pesar de haber «combatido» a Carlos Gardel a través de la revista Micrófono por hacer cine en el extranjero y no en su país, fue uno de sus admiradores y después de muerto periódicamente lo recordó en emisiones radiofónicas.

Cuando Francisco García Jiménez compilaba su libro Vida de Carlos Gardel para que traspasara al mismo (Pág. 126) le narró lo siguiente: «Yo vi a Carlos Gardel en una noche inolvidable. Allá en el sótano donde se escondía la peña confusa del Café Tortoni. Cuando se ofrecía un homenaje a Luigi Pirandello, el viejito moderno. Desfilaban ante los ojos azules y descreídos del genial urdidor del grotesco, los nombres más altos de nuestro arte: actores, poetas, cantantes Y los ojos de Pirandello estaban envueltos en bruma. De pronto entró Gardel al frente de cuatro guitarristas. Y cantó. Con las cejas levantadas en arco de picardía. Con la sonrisa apoyada en un punto de la guitarra. Y Pirandello recién despertó. —«¿Quién es ése?» —«Carlos Gardel», le apuntaron por lo bajo —«¡Bravo!», rubricó. Carlitos interpretó dos tangos y se fue. Corriendo, como había llegado. Entonces Pirandello desenfundó la niebla de su tristeza y se volvió a dormir detrás del aburrimiento.»

Manzi nació en Añatuya (provincia de Santiago del Estero) el 1 de noviembre de 1907 y falleció en Buenos Aires el 3 de mayo de 1951.