Por
Oscar Zucchi

l voluminoso físico, la talla elevada, su fuerte complexión, la prematura calvicie, las tupidas cejas, los lentes sin armazón, las grandes manos de dedos gordos que permanentemente sostenían una fina boquilla de guindo, estaban en abierta oposición a su fina espiritualidad, a la afabilidad de su carácter y señorío.

Sus padres eran napolitanos y gustaban de la música. Su papá, Víctor, fue violinista y alguna vez incursionó en el tango. Su mamá Rosalía Narducci, pianista, tuvo diez hijos, el mayor de ellos, Francisco, recibió de ella sus primeras lecciones de música.

Francisco Lomuto nació en el barrio de Parque de los Patricios. Tres de sus hermanos se dedicaron a la música: Víctor Lomuto, era discreto en el bandoneón y la guitarra, viajó con Manuel Pizarro a Francia y allí formó familia y se instaló, actuó también en la orquesta de Bianco-Bachicha.

Enrique Lomuto, fue pianista y el primero de la familia en actuar frente al público. Llegó a tener su orquesta típica y grabó discos en varias oportunidades. Fue padre del bandoneonista, autor y arreglador Daniel Lomuto.

Héctor Lomuto se dedicó a otro tipo de música, y formó un conjunto con el nombre de Héctor y su Jazz, actuó largas temporadas en la radio, en innumerables bailes y realizando numerosas grabaciones.

Por último, Oscar Lomuto, se dedicó al periodismo y escribió algunas letras, entre ellas la del tango “Nunca más”.

Volviendo a Francisco, podemos decir que más allá de las lecciones dadas por su madre, y un breve lapso en el cual estudió en un conservatorio, no tuvo otra enseñanza que la práctica constante. A los 13 años, compuso su primer tango “El 606”, referido a un medicamento llamado Salvarsán, que era indicado para el tratamiento de enfermedades venéreas. Existe un registro discográfico a cargo de la Banda Municipal de la Ciudad de Buenos Aires.

Durante varios años trabajó en casas de música, tocando las piezas que requerían los clientes. Su primer tango fue bien recibido y esto lo alentó para componer otros, que rápidamente llegaron al disco: “El inquieto” y “La rezongona”, que fueron grabados en EEUU para el sello Victor por el conjunto Ferrer-Filipotto. Poco más tarde los mismos músicos le registran “Río Bamba” y “El chacotón”. Francisco Canaro, en 1915, le graba “La rezongona” y “Dardánelos”. Roberto Firpo, en 1917, “La revoltosa”.

Pero el éxito le llegó con “Muñequita”, con letra de Adolfo Herscheld, que estrenó en 1918, en el teatro, la actriz María Luisa Notar. También fue la primera obra que le grabara Gardel. El tema en cuestión también lo grabó en Estados Unidos las Orquesta Típica Select.

Junto con su amigo Francisco Canaro fue promotor en la idea de constituir un organismo que protegiera los derechos autorales.

Cuando fallece su padre debe hacerse cargo de la manutención de la familia, y se dedicó a trabajar de lleno en la música.

La idea de formar una orquesta lo encontró con la suficiente autocrítica como para reconocer que necesitaba ponerse a punto. Para ello recurrió a su amigo Francisco Canaro. Este actuaba en el cabaret Royal Pigall y le solicitó un barato, lo que en la pintoresca jerga de los músicos significaba que se le permitiera tocar en la orquesta como práctica. Canaro accedió porque además de la amistad Lomuto tocaba bien, con buen ritmo.

Al poco tiempo se largó como solista de piano y también a dúo con su hermano Enrique que tocaba el armonio. Tuvieron actuaciones en la primitiva radiotelefonía, en este caso Radio Sudamericana, ubicada en el Pasaje Roverano de Avenida de Mayo 560, a metros de la Plaza de Mayo. Y en el año 1922 formó un dúo de pianos con Héctor Quesada, llegando por primera vez al disco con ocho temas.

Ese mismo año forma un conjunto para actuar en los cruceros de turismo que viajaban desde Brasil hasta el sur de nuestro país, Tierra del Fuego, en el buque Cap Polonio. El nombre de este barco fue título de un nuevo tango suyo.

En el sexteto actuaban músicos de la talla de Manuel Pizarro y Pedro Polito, ambos bandoneonistas y Agesilao Ferrazzano y Miguel Tanga en los violines.

Ya en 1923, forma su primera orquesta para actuar en tierra firme y llegar al disco. Sus músicos fueron: los bandoneonistas Vicente Romeo y Ángel Ramos, los violinistas Lorenzo Olivari y Esteban Rovati, Ángel Corleto en el contrabajo y su hermano Enrique al piano. Más tarde, ingresó Ricardo Brignolo como primer bandoneón y tuvo una gran repercusión.

En las grabaciones colaboraban, a manera de refuerzo, Eduardo Armani en el violín, Minotto Di Cicco en el bandoneón y el pianista Alberto Castellanos.

Francisco Lomuto fue un músico muy responsable, que reconocía los límites de su técnica y por tal motivo, tempranamente, dejó de tocar el piano para dedicarse exclusivamente a la función de director de orquesta.

Actúa en los salones más cotizados de la época y, siguiendo como siempre los pasos de Canaro, suma a la naturaleza típica de su orquesta, el ritmo del jazz, denominando a su conjunto «típica y jazz band». A raíz de esto agrega nuevos músicos y nuevos instrumentos: el pistón, el saxofón, la trompeta, el clarinete, que pasaron a ser, al decir de los muchachos, la sección «cañerías».

En 1926, se incorporó el bandoneonista de 16 años Daniel Alvarez, conocido con el apodo de Sardina, por su contextura delgada. Este músico le dio gran personalidad y fuerza a la orquesta, permaneciendo con hasta 1933. En 1927, aparece un nuevo éxito, el tango “Cachadora”, con letra de Pancho Laguna, que no era otro que el propio Lomuto.

Con la aparición del cine sonoro las orquestas tangueras pierden un importante lugar de trabajo, algunas desaparecen, otras se incorporan a los palquitos de los numerosos cafés y otras como la de Lomuto, llegan a las salas de baile o escenarios teatrales. En esta época las orquestas aumentan el número de sus integrantes, por la mala acústica de los lugares donde actuaban. Así los ejemplos de Lomuto, y de las orquestas de Firpo y de Canaro.

Su orquesta tuvo una personalidad muy definida, un buen ritmo, estilísticamente ortodoxa, que no estuvo en la búsqueda creadora, sino más bien en lograr una adecuada propuesta bailable, de grata musicalidad. En otro orden de cosas, se destacó también por sus curiosos finales con la séptima disminuida a manera de rúbrica.

Por 1929, eran importantes los aportes de los músicos Luis Zinkes, Haroldo Ferrero y el ya mencionado Daniel Alvarez, en la línea de bandoneones. Entre los violines, además de Armando Gutiérrez y Carlos Taverna, se destacaba Leopoldo Schiffrin (El mujic), padre del compositor y arreglador de música cinematográfica Lalo Schiffrin. El piano estaba a cargo de Oscar Napolitano, el contrabajo era Alfredo Sciarretta, el clarinete Carmelo Águila, el pistón, el venezolano Natalio Nappe (pistón) y Desio Salvador Cilota su percusionista.

Es uno de los músicos preferidos de la sociedad argentina, sus orquestas deleitaron al público del Club Progreso, del Club Mar del Plata, del Trocadero, de la Escuela Naval, es decir, a lo más granado de la elite de nuestro país.

Siguiendo, como siempre, los pasos de su amigo Canaro, en 1932 comienza en el teatro con comedias musicales. La primera fue La vuelta de Miss París, con la compañía de Pierina Dealessi. En la cual la actriz Iris Marga estrena su tango “Papanata” (con letra de Antonio Botta) y el cantor Fernando Díaz, “Aunque perezca mentira” (con letra y música de Lomuto).

Más tarde, en el teatro Smart (hoy, Teatro Blanca Podestá) estrena La gran milanesa nacional, después La fiesta del tango, donde actúan también las orquestas de Pedro Maffia y Edgardo Donato. En 1933, Descanso dominical, donde se estrena “La canción del deporte” y el exitoso tango “Si soy así”, ambos temas de Lomuto y Antonio Botta.

En ese año, Martín Darré reemplaza a Daniel Alvarez como primer bandoneón y arreglador de la orquesta. Este cambio mejora sustancialmente la calidad musical de la formación, por las innovaciones que impone Darré. El 1 de agosto de 1936 se crea SADAIC y Lomuto es designado presidente del Comité Organizador.

El 19 de mayo de 1937, se estrena la película Melgarejo, con Florencio Parravicini y Mecha Ortiz, allí aparece con su orquesta y el cantor Jorge Omar que estrena “No cantes ese tango”, de Lomuto con letra de Rodolfo Blas Arrigorriaga.

En 1938, también actúa en La rubia del camino, de Manuel Romero, con los actores Paulina Singerman y Enrique Serrano. En esta oportunidad se estrenan “La canción del camino” y “Muchachita de campo”, ambos con letra de Manuel Romero. En 1947, realiza una gira por España y es su cantante Chola Luna.

Su última orquesta fue sin dudas la mejor, la más evolucionada y afiatada. La línea de bandoneones la integraban Federico Scorticati, Alfredo Cordisco, Manuel Alvarez y Domingo Greco. Los violines estaban a cargo de Carlos Taverna, Ernesto Gianni, José Carli y Otelo Gasparini. El pianista era Juan Carlos Howard, el contrabajo Alberto Celenza y sus cantores Alberto Rivera y Miguel Montero.

Francisco Lomuto grabó con su orquesta, entre 1922 y 1950, más de 950 temas. Fueron sus estribillistas más importantes Charlo —compartido con la orquesta de Francisco Canaro—, Fernando Díaz y Jorge Omar. También estuvieron el Príncipe Azul, Jorge Torres, Luis Cáceres, el dúo Alberto Acuña y Fernando Díaz y los ya mencionados Alberto Rivera y Miguel Montero.